Trilogia Una Noche En Grecia: 1

Capitulo Catorce: Una visita inesperada

Capitulo Catorce

Odiaba ver las cosas tiradas. Por eso pagaba a personas para que limpiasen su espacio. El mismo no tiraba nada, pero cuando tenía actividad con sus padres, prefería pagar a un equipo de limpieza.

—Eres tan desagradable, toda tirada ahí. Levántate. — le ordenó pateando las sábanas.

Nala lo miró como si él fuera el mismo diablo.

No pudo evitar sonreír.

Perfecto, la mujer lo odiaba, así era mejor. No le dolía nada lo que ella estuviera sufriendo o pasando.

—Eres un maldito idiota. — dijo ella con la mandíbula apretada y los ojos verdes centelleantes.

Mucho mejor. Sus ojos brillaban como una estrella.

Grenor frunció el ceño al pensar en ella de esa forma. No debía olvidar ni por un segundo que ella le había robado cinco años de su hijo. No tenía porque verla con buenos ojos nunca.

—¿Yo? No lo creo princesita. — dijo sarcástico. — La idiota eres tu, al pensar que podias manipularme y engañarme.

—¡Estás loco! ¡No he hecho nada! ¡Este jodido plan solo está en tu jodida cabeza! V—chillo ella hecha una furia. Se acercó a él con intención de pegarle pero Grenor agarró su mano y con un rápido movimiento la empujó sobre la cama y se colocó sobre ella.

Ella abrió los ojos de par en par y lanzó un grito sobresaltada.

—Nunca vuelvas a intentar pegarme. No eres nada contra mi.

—Suéltame, Grenor.. — susurró ella.

—No eres nada, ¿Me escuchaste? ¡Nunca podrás vencerme!

—¡Que me dejes ir te digo! — ella subió la pierna y casi le da en sus partes íntimas de no haber sido porque se movió rápido y la soltó.

—Bien, me gustan así de violentas. Tu final será aún peor…

—No te he hecho nada. Me odias por los pecados de mi hermana..

—Tu te acercaste a mi en la calle. Tu fuiste quien me busco. ¿Lo tenías todo planificado, cierto?

Nala quitó los ojos de los suyos y se levantó de la cama. Recogió las sábanas y con rabia comenzó a organizar la cama, al terminar abrió los brazos y señaló la maca.

—¿Complacido? ¿Algo más que quieras? — teñida de sarcasmo, habló molesta y se puso las manos en las caderas.

El cabello rubio de Nala estaba desparramado sobre sus hombros y de lejos se veía enredado y rizado.

—Comienza por admitir que te aliaste con la zorra de tu hermana para sacarme dinero. — dijo él cruzándose de brazos. —Admite que me conocías y que solo buscabas tu propio beneficio. Soy un empresario, Nala Prescok. Trabajo con personas, haciendo negocios multimillonarios. Nadie puede pasar sobre mi, nadie puede mentirme, lo veo en tus ojos, veo el miedo, porque te he descubierto.

—¡tengo miedo porque eres un puto loco! — su voz tembló y eso a Grenor, aunque odiaba admitirlo, le molesto. —Tengo miedo porque siento que eres capaz de secuestrarme y quitarme a mi hijo.

—¡No es tu hijo, maldita sea! ¡Es mio! —sus voces se debían de estar escuchando en toda la casa porque Sanda llegó y se quedó mirándolos desde la puerta.

—¿Qué te pasa? — preguntó enojada, hablando en griego. —¿No ves que esa pobre chica está temblando ya? ¿Qué diablos está mal contigo?

—No te metas, nana. —le dijo mirando a Nala y viendo que evidentemente la mujer estaba temblando.

Eso quería, que le temiera, que entendiera que ni ella ni su hermana podrían contra él.

—Me meto, lo hago. Esto está mal. Vas a matarla de un infarto si sigues así…

—¡Que se muera entonces! — enfurecido Grenor agarró a Nala del brazo y la llevó hasta Sanda. —¡Ella me robó cinco años con mi hijo! ¿Lo crees justo? ¿Crees que es una santa?

Sanda no iba a refutar, el niño era igual Grenor y ella lo sabían. Incluso el cabello oscuro y la forma de su boca y nariz era igual a él. Ella lo sabía y no dijo nada sobre la prueba de ADN.

—Piensa bien lo que dices y haces. — dijo dando una última mirada a Nala y retirándose.

—Suéltame, por favor. — le rogó ella.

—Voy a tener la custodia completa de mi hijo. Así que más te vale que te vayas haciendo la idea. — él la soltó y con sorpresa, vio como le dejo los dedos pintados en la piel blanca a Nala.

Ella se agarró allí donde sus dedos habían estado y Grenor por primera vez, se odio por haberse comportado tan agresivo con ella.

Estaba cegado. La odiaba. La aborrecía. Era igual que su hermana, y eso no debía olvidarlo, se dijo.

—Es mi hijo…por favor…me muero si no está conmigo…

—Pues entonces ve pensando si quieres que te cremen o que te entierren. — respondió él sonriéndole.

La vio llorar y esta vez ella no ocultó su rostro.

—En verdad eres un malnacido.

—Te dije que no me conoces.

—Tampoco quiero hacerlo.

Grenor bajó a su estudio y se sirvió una copa de bourbon.

Su teléfono sonó y él tomó la llamada de inmediato, necesitaba distraerse, pensar en algo más que no fuera la mujer de ojos verdes tristes que él había hecho llorar.

Grenor no se consideraba a sí mismo cruel ni un desalmado. Comúnmente era catalogado como alguien altruista, que ayudaba a fundaciones y organizaciones benéficas. Su familia estaba mezclada con apoyo y donaciones para la gran mayoría de las ONG de Grecia.

—¿Si? — dijo dando un sorbo a su bourbon.

—Grenor, querido. — esa jodida voz, pensó él mientras se tomaba el resto del líquido ámbar y dejaba la copa sobre el escritorio.

—Muy desvergonzada para llamarme, Anastassia. — rabia, eso sintió Grenor en aquel momento. —¿Qué diablos quieres?

—Tengo deseos de verte, amor mio.

—Pasará un largo tiempo antes de yo verte, Anastassia. — dijo él con sorna. —Es más, creo que no sabrás más de mí por un largo tiempo. —iba a dejar bien clara la situación a su padre.

No pensaba contraer matrimonio con esa mujer.

Una más que se intentaba aprovechar de él.

—No digas eso, Grenor. Sabes muy bien que estamos destinados a casarnos. Nuestros padres hablaron esto.

—No. — la interrumpió él. —No vamos a casarnos. Metete eso en la cabeza. No vas a sacarme un solo céntimo. Muy de acuerdo estabas en estar conmigo esa noche, no vi ninguna objeción de tu parte, y ahora dices que te di alcohol hasta más no poder y me aproveché de ti.




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