Trilogia Una Noche En Grecia: 1

Capitulo Veintitres: Una ayuda.

Capítulo 23

—¿Se puede saber qué demonios les sucede? — Nala escuchó una voz familiar, la había escuchado antes. Intentó pensar a quién pertenecía, pero los nervios, el estrés, la angustia, no le permitieron a su cerebro funcionar correctamente.

—Señora, nos pagan por esto. —dijo el hombre con voz irónica. — No voy a perder mi dinero por usted.

—Lo siento señora… — le escuchó Nala a la enfermera que la había estado atendiendo. —No he podido hacer nada. Han llegado como los dueños del lugar.

—Llame a seguridad.

—Ya vienen de camino.

Nala se descubrió el rostro y vio entonces a la mujer.

Era la madre de Grenor.

—Escúcheme bien, patético hombrecillo. —la madre de Grenor llevaba un pantalón negro de talle alto y una blusa de encaje, se veía elegante pero juvenil. —ustedes, los buitres periodistas tienen a mi pobre hijo asediado.

—Es el soltero más famoso de toda Grecia. —dijo el hombre sonriendo. Nala comenzó a llorar y sintió que los ojos le ardían. —me pagan por tomarle fotos a todo lo que esté relacionado con él.

—Pues le diré algo, pedazo de mierda…— Nala abrió los ojos de par en par y vio como la mujer apuntó al hombre con una de sus perfectas uñas. —…más le vale que que se desaparezca ahora mismo antes de que la seguridad del hospital llegue aquí, porque ya los he llamado, incluso tengo acceso a un querido amigo mío coronel en la policía estatal, así que le recomiendo que se marche porque está violando varios códigos de seguridad, incluso derechos humanos. No soy muy versada en estos temas, pero estoy seguro de que usted estaría siendo haciendo acusado de acoso.

—¿De qué diablos habla?

—¡Oh! ¿No lo sabe? —se mofó ella. —Usted irrumpió en la habitación de una persona sin que esta le diera su permiso. ¿Sabe cuántos años le dictan a una persona por acoso en la cárcel? Va de 2 a 5 años. Estoy segura que el dinero que le está pagando quien sea que se lo esté pagando no vale la pena, no tanto como para perder cinco años de su vida y de su mierda de carrera.

El hombre dio un paso atrás como si la madre de Grenor lo hubiese lastimado, disparado con una pistola en el mismo centro de su pecho.

— Usted está loca— dijo él casi escupiendo las palabras.

—Usted es una mierda de hombre que no se apiada de una pobre mujer indefensa que está en una cama de hospital.

—Le diré a todo el mundo que usted es una bazofia de persona, que tiene un lenguaje que deja mucho que desear considerando la familia de la que viene, considerando el apellido que posee. ¡Es una zorra cualquiera sacada de una alcantarilla!

—Entonces, ¿qué cree? — dijo ella empujándolo con ambas manos, dejando que la cartera cayera al suelo, la mujer de cabello oscuro estaba enfurecida y el hombre casi se cae al suelo con la fuerza en la que ella lo empujaba sacándolo de la habitación.

El otro que había estado tomando fotografías de todo el lugar estaba afuera y estaba marcándole a alguien y hablando aceleradamente.

—¡Déjeme en paz! ¡No me toque!

—¿Usted piensa que porque vengo de una familia que tiene suficiente dinero para comprar todo lo que le dé la gana no puedo defenderme? ¿Que no puedo defenderla? — la madre de Grenor la señaló y Nala sintió de repente un poco más de fuerza, levantó la barbilla y miró al hombre con rabia.

—Váyase antes de que esta mujer le desfigure la cara. Usted no puede hablarle así.

—¿Dice que soy una zorra de alcantarilla? ¡Métase otra vez con esa pobre chica y verá de lo que es capaz esta zorra!

—¡Están las dos locas! — dijo el hombre saliendo de la habitación con su cámara colgada y agarrando del brazo al otro camarógrafo.

—¡Mejor váyase buscando otro trabajo! ¡Hare que nadie más lo contrate! — Gritó la madre de Grenor. — los hombres se alejaron por el pasillo, las enfermeras comenzaron a aplaudir y la madre de Grenor sonrió a las mujeres y se dio media vuelta, recogió la cartera y se dirigió hacia ella.

—Lamento que tengas que pasar por todo esto— Nala se sorprendió al escuchar la disculpa, ella no tenía nada de responsabilidad allí, si alguien podía tener responsabilidad Nala sospechaba que era la rubia amiga de Grenor.

—No se disculpe, usted me ha salvado la vida. Por un momento sentí que iba a darme un infarto. — comentó Nala. — No manejo muy bien las situaciones donde…

—Cariño…— la mujer se acercó a ella sentándose en la cama y quitó el cabello de su rostro, le secó las lágrimas con el pulgar y dejó la cartera sobre la mesita de noche, tomando sus manos la mujer le sonrió —…Nadie está listo para ser asediado cuando está en el hospital, es más, creo que nadie está listo para ser asediado en absoluto. La gente reacciona como su cuerpo le grita, es algo que nadie puede evitar.

Nala sintió que un peso del pecho se le escapaba y por fin pudo respirar un poco más tranquila.

—¿Usted es la madre de Grenor? — le preguntó para salir de dudas, pues le habían mentido en varias ocasiones, esperaba que aquella no hubiese sido una de las tantas. —disculpe que sea tan directa, pero he tenido un día de mierda.

—Sí, soy Anielly Constantine. ¿Tú quién eres? — Escrutó ella. — Se que eres amiga de mi hijo. Eso lo sé, te vi en su casa. Pero, dime realmente, ¿Quién eres?

Nala dudó por un momento sin responder a esa pregunta. No sabía si podía confiar en la madre de Grenor, por alguna razón Grenor había intentado ocultarle que ellos tenían un niño en común, aunque Peter no fuera el hijo que había salido de su vientre, ella lo protegería y cuidaría como tal, quizás aún más, porque sabía que ese niño no tenía a nadie más aparte de ella. Ahora Grenor había entrado a su vida, estaba en el escenario, pero no sabía cuánto tiempo se quedaría, él parecía la clase de persona que cuando las cosas se ponían difíciles las dejaba.

No porque tuviera miedo de no lograrlo, más bien porque tenía demasiado dinero y podía comprar lo que quisiera y a quien quisiera con tal de cumplir su meta.




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