Conocí a Trina cuando me mudé con mí papá a esta nueva ciudad, todos la conocían. Pero ella se llevaba mal con casi todo el mundo, Trina es muy amable.
Levanté mi taza de leche con chocolate y bebí un poco mientras dibujaba a papá.
Cuando lo terminé fui corriendo con él para saltar de emoción y entregarle el dibujo.
Papá sonrió.