1. No corregir inmediatamente después de terminar de escribir. Si dejamos pasar unos días, nuestro cerebro verá el texto como algo nuevo, y tenderá a leer lo que está escrito, y no lo que creemos que escribimos.
2. Usar programas que chequeen la ortografía.
3. Si es posible pedirle a otra persona que corrija el texto.
4. Leer el texto despacio en voz alta y luego escucharlo con un lector de textos como el TTSReader para detectar errores de tipeo y de puntuación.
5. Detenerse especialmente en los monosílabos.
6. Imprimir el texto para corregirlo o visualizarlo desde distintos dispositivos.
7. No corregir con prisa y leer el texto tres veces dejando un tiempo entre lectura y lectura.
8. Prestar especial atención a los errores más frecuentes.
9. Dividir en fases el proceso de corrección: ortografía, gramática, repeticiones, oraciones demasiado largas, exceso de adverbios, etc.
10. Leer el texto poniéndose en el lugar de un lector que lo lee por primera vez.