Los días pasaban y Aubrey estaba ansiosa por lo que pudiera pasar. Tenía miedo de lo que hiciera Bill con ella y con sus amigos. Una de las cosas que más temía era que alguien manejara su destino, pero ya era demasiado tarde. Bill estaba manejando el suyo a su conveniencia. En cada reunión, en cada vez que se reunían a decir cuál era el plan, se sentía como si la que estuviera hablando no fuera ella, sino que era Bill en su cuerpo Cada vez que él le decía el plan en los lugares más peligrosos, y los que ella por ninguna circunstancia estaría, era algo normal.
—Lo que vas a decir esta vez, mi pequeño halcón —decía Bill—, es que la Sombra, que por cierto le queda como anillo al dedo, siempre está detrás tuyo. Pero bueno, tienes que decirle que tiene que mejorar el código. Sé que te va a creer porque los dos estudiaron lo mismo. Aunque tú puedes ser un poco menos inteligente que él, pero algo es algo. Tienes que decirlo así, pero omite la parte de que es un idiota.
Siempre que Aubrey comentaba los planes a Luca, él se asombraba de ella, pensando que estaba mejorando o que estaba poniendo a prueba lo que había aprendido en la universidad. Siempre, cuando ella decía los planes de Bill, como:
—Luca, tienes que conectar el servidor y buscar los horarios que tiene la compañía para encontrar el mejor día para entrar. No podemos hacerlo en horario laboral, tiene que ser cuando nadie esté en la torre.
Luca le decía:
—Eres muy inteligente, siempre lo he dicho. Pero ahora siento que estás teniendo un cierto grado de responsabilidad en todo esto, eso me impresiona, viniendo de ti.
En ocasiones, Bill se reunía con Olen para sugerirle que tenían que tener otros métodos de transporte para cualquier emergencia, lo que impresionó a Olen, ya que Aubrey no era el tipo de persona a la que le interesaran los autos. Solo se limitaba a decir:
—Es increíble que te estés metiendo tanto en el papel. Supongo que estás demasiado desesperada por cumplir sus sueños. Solo quiero decirte una cosa: si tienes la oportunidad de sacar esas motos de luz a la vida real, pido ser el primero en tener una de esas.
Aubrey miraba con sutileza a Bill, que estaba limpiando unas cosas. Él le sonreía, y como si fuera una ilusión de ella, se sentía como si Bill estuviera metiéndose en su cabeza. Ella solo se limitó a decir:
—Si eso va a pasar, tenlo por seguro.
La mitad del año ya estaba en el hombro de ellos, algo que Bill lo hacía notar, diciéndole en cada reunión:
—Tengo contados los días y tú eres estupenda. El plan está saliendo a la perfección. Muy pronto vamos a llevar el plan a Estados Unidos, donde vamos a aterrizar los planes. La Sombra tiene el código casi completo, gracias a mí. El código fantasma está listo para ser usado, solo falta la última parte.
Aubrey le dice:
—No puedo más con esto.
Bill le dice:
—Bueno, eso le pasa a todos. Solo quiero decirte: haz lo que puedas. Dile a Luca que llame a su jet. En un mes nos vamos a Estados Unidos. Voy a alistar todo. No podemos dejar evidencia. Y ese día ponte algo lindo. No quiero que levantemos miradas, a nadie le gusta que unos raritos con mucho equipo estén atravesando el aeropuerto. Tengo una idea: somos una banda de música y vamos a tener una gira. Muchos voltean la cabeza cuando ven a una banda desconocida.
Aubrey le pregunta:
—¿Este es su plan?
Luca le dice:
—Sí, ¿cuál es tu problema?
Ella solo le dice:
—Nada.
Bill le dice:
—Vuelve tú sola al hotel. Yo regresaré con algo de comer. Se lo merecen.
Después de llegar al hotel que tenían como guarida, y después de que Aubrey le contara todo el plan a Luca y Olen, los cuales lo recibieron de la mejor forma posible, Luca estaba más alegre de lo habitual. No dejaba de decir:
—Ya puedo sentir esas motos de luz en mi poder, es como si todos los sueños de mi infancia se estuvieran a punto de cumplir.
Aubrey estaba nerviosa. Cuando llegó Bill con comida y licor para celebrar, algo que alegró mucho a Luca, estaba tan feliz que bebió como nunca lo había hecho, hasta más que en la universidad. Tanto que, en su borrachera, le dijo a Bill:
—Eres el mejor de todos. Te juzgué mal, pero ahora sé que eres el mejor.
Bill no había tomado por obvias razones, solo hizo mala cara por el aliento de Luca y le dijo:
—Es muy extraño que un jefe esté borracho. —Miró a Aubrey, que tampoco había tomado—. ¿Sabías que, en ese estado, cualquiera podría hacerte daño?
Luca le dice, borracho:
—No digas mamadas, Bill. Estamos celebrando que en unos días vamos a Estados Unidos a culminar años de trabajo. Eso es suficiente.
Bill le dice con una sonrisa:
—Así es, tienes toda la razón.
Los días pasaron y Bill empacaba las cosas en silencio. Luca y Olen estaban felices, Aubrey solo fingía su felicidad. Era como si estuviera atrapada. No sabía si era buena idea seguir ciegamente a Bill, pero tenía que hacerlo.
Una vez en el jet, Luca trabajaba en los códigos, Olen estaba sentado hablando con Aubrey, riéndose de que el plan que había armado Bill, dicho por boca de Aubrey, habría salido a la perfección. Con una risa le decía:
—Es gracioso que un plan como ese haya salido bien. ¿Quién iba a decir que con estos disfraces nadie iba a preguntar nada?
Luca dice sin despegar la mirada del portátil:
—No me gustó el disfraz de Aubrey, es muy revelador.
Aubrey estaba mirando a Bill, y Olen le estaba dando la espalda. Ella le hace mala cara, como diciéndole "te voy a matar". Bill solo le hace un gesto sutil para que se calle.
Una vez en Estados Unidos, van a un apartamento que estaba cerca del edificio. Bill ya lo había apartado por ellos. Una perfecta vista a toda la ciudad. Una vez organizado todo, Bill incitó a Aubrey a dar un recorrido por la torre Dillinger.
Bill le dice:
—En unos meses vamos a entrar ahí. Espero que estés lista para lo que se tenga que venir.