Bill se enteró de todo lo que estaba haciendo Julian.
Su plan ya estaba en marcha: había logrado traer cosas de la Red al mundo real.
Eso lo llenó de nervios.
Sabía que esos días el edificio estaba lleno de gente y no podía arriesgarse.
Convocó a Aubrey a una reunión y le dijo:
—¿Sabes lo que está haciendo Julian? La está cagando de una forma impresionante. Al parecer, está trayendo cosas de la Red al mundo real, pero por suerte no duran mucho tiempo.
Tenemos que adaptar el código para evitar que eso pase.
Aubrey lo miró, confundida.
—¿Vas a ir por él?
Bill respondió, serio:
—En parte. Pero también parece que siente algún tipo de competencia con la directora de su empresa rival. Tenemos que atrasar el plan unas semanas. El lugar va a estar lleno, así que no podemos entrar todavía. Te avisaré.
Bill volvió con suministros como si nada, y poco después llegó Aubrey.
Cuando Luca la vio, comentó con molestia:
—Es increíble cómo ese idiota está a cargo de una compañía. Está echando a perder todo nuestro trabajo. Tenemos que asegurarnos de que eso no pase. ¿Qué opinas, Aubrey?
Ella respondió con calma:
—Eso mismo estaba pensando. Tenemos que asegurarnos de que todo salga bien.
Olen, que estaba viendo las noticias, intervino:
—¿Vieron esas motos de luz? Son mejores que las anteriores.
Luca le contestó:
—Las tuvieron que hacer así porque las de ENCOM tienen derechos de autor, pero sí, son impresionantes.
Aunque no es momento de distraernos, es hora de adelantar el plan.
Bill miró a Aubrey con esa mirada que ella ya conocía. Tragó saliva y comenzó a preparar las armas.
Estaba desconcertada, con unas ganas incontrolables de salir corriendo, pero sabía que tenía una obligación moral con su equipo.
Y más aún con Bill entre ellos: debía seguir todo lo que él dijera.
Sabía que si intentaba escapar, él la encontraría.
Había escuchado demasiadas historias sobre el Fantasma y sus habilidades casi inhumanas… rumores sobre personas desaparecidas sin dejar rastro.
Aubrey sabía que era alguien peligroso.
Pasó una semana hasta que Julian hizo su siguiente jugada, una de las peores de su vida.
Después de esa noche, Bill estaba más desesperado, pero también más tranquilo.
Con voz cargada de enojo, citó a Aubrey en un callejón al día siguiente de lo ocurrido en la ciudad.
Tomándola de las manos, le dijo:
—Mi primo es un idiota, pero mi padre lo sabe: es un incompetente.
Está tratando de ocultar lo que Julian hizo, pero no muy bien.
Dicen que desapareció… y que su madre está muerta.
Eso es bueno. Sabes lo que creo: que ahora está dentro de la Red.
Lo cual será espectacular, aunque no voy a poder ver su cara cuando destruya la Red con él adentro.
Así que alístate: el plan que tenía pensado para dentro de tres meses será adelantado.
Avísales al equipo. Será en una semana. Sí o sí.
Aubrey fue a hablar con Luca, fingiendo como siempre que las órdenes eran idea suya.
Le dijo con angustia:
—Ya sabes lo que hizo Julian. Tenemos que adelantar el plan.
Luca respondió:
—Despacito. Él puede estar en cualquier parte del mundo. Tenemos que tener cuidado, Aubrey.
Olen, que escuchaba desde la sala del hotel, intervino:
—Tenemos que hacerlo. ¿Y qué vamos a hacer con Bill? Ya sabes que él no sabe toda la verdad.
Luca asintió, con tono grave:
—Entonces hay que amenazarlo. Aubrey, encárgate tú. Si llega a decir algo, es hombre muerto.
Aubrey bajó la mirada.
—Está bien.
Luca concluyó:
—Por ahora, que siga con nosotros. No levantemos sospechas.
Comenzaron a acelerar todo lo que habían planeado.
No dormían, intentando adelantar meses de trabajo en pocos días.
Hasta que el día llegó.
Olen se subió al auto mientras los demás lo seguían.
Bill se sentó en el medio y Aubrey adelante, junto a Luca.
Este último, con voz amenazante, le dijo:
—Si llegas a decir algo, te voy a amarrar. Y si no puedo yo, lo hará Aubrey. Que no salga nada de aquí, ¿entendido?
Aunque creo que eso ya te lo dijo ella.
Bill fingió estar asustado.
—Sí, ella me apuntó con un arma. Lo tengo muy presente, tranquilo.
Cuando llegaron a la torre, Luca le dijo:
—Espero que hayas repasado el mapa del lugar. Yo voy a las computadoras. Halcón, ve con Bill a la torre de control.
Ella asintió y lo siguió.
Cuando estuvieron lejos de los demás, Bill le dijo:
—Es hora de probar el código de tu novio, mi pequeña Halcón.
Ella rodó los ojos y lo siguió hasta el panel de control.
El lugar era un completo desastre.
Bill se rió.
—Llevó la compañía de mi padre a la quiebra —dijo con desprecio—. Yo solo voy a arruinar sus sueños. Qué irónico, ¿no? Los dos hijos de la familia Dillinger llevaron su legado a la perdición… todo por que mi padre no confío en mi por ser un bastardo, y se la confío a Julian un idiota.
Aubrey respondió con frialdad:
—No hables mucho, o terminarás escupiéndote a ti mismo.
Bill no la miró.
Solo comenzó a escribir frenéticamente.
—Algo salió de la Red, pero no estoy seguro de qué fue —murmuró—. Falta un programa, falta un código importante. No puedo borrar la Red si no está completo…
De pronto, escucharon pasos pesados detrás de ellos.
Era Olen, que había subido sin que se dieran cuenta.
Los observó con el ceño fruncido y gritó:
—¡Bill! ¿Qué demonios estás haciendo?
—Voy a borrar la Red —respondió Bill sin inmutarse.
—¡No voy a permitir que hagas eso! —gritó Olen, apuntándole con su arma.
Aubrey quedó paralizada, sin saber qué hacer.
Bill la miró con una calma escalofriante, dio un paso hacia ella y, antes de que pudiera reaccionar, le arrebató el arma de las manos.
—Gracias, Halcón —susurró con frialdad.