Luca estaba nervioso viendo el amanecer. Era la segunda noche que no dormía después de la reunión. De vez en cuando se cruzaba con Sam, pero no era capaz de verlo a los ojos, no era capaz ni de decirle buenos días. Se comía las ganas de decir algo, pero no lograba hacerlo.
Aubrey notaba que él estaba nervioso, aunque a decir verdad ella tampoco se atrevía a hablarle ni a mirarlo a los ojos. Pero por alguna razón sentía más presión en él.
Hasta que llegó ese día, ese momento.
Luca estaba pensando en escribirles a sus padres para que llegaran por él, pero también dudaba en hacerlo. Ya habían pasado más de cuatro años desde que había hablado con ellos. Se sentía perdido, con un vacío. Sentía que ya era hora de darse por vencido, que era hora de olvidar todo lo que había pasado. Sentía que la vida le estaba diciendo que ya era hora de ser realista.
Hasta que algo lo sacó de sus pensamientos: una presencia, un movimiento.
Su mirada perdida se enfocó en alguien… y ese alguien era Sam.
Entre los dos hubo un silencio que pesaba en el aire, hasta que Luca, por la ansiedad, hizo algo muy estúpido: se levantó para irse.
Pero Sam lo detuvo y le preguntó:
—¿De qué estás huyendo?
Luca no sabía qué decir. Solo se quedó callado, buscando la respuesta en su cabeza, pero su cabeza solo pensaba en huir. Así que lo único que dijo fue:
—Lo siento por lo que hice.
Sam respondió:
—Es muy tarde para pedir disculpas. Ya lo que está hecho, está hecho. ¿Quieres saber si estoy enojado…?
Después de eso, lo miró atentamente, esperando una respuesta de Luca.
Luca respondió, como si fuera automático:
—¿No?... ¿Sí?
Sam frunció el ceño.
—¿Me estás preguntando?
Luca bajó la cabeza.
—No sé…
—Claro que estoy enojado —dijo Sam—. Creaste algo que no debería existir, algo peligroso. Pero… —respiró hondo— tengo que admitir que fue increíble. Eres muy inteligente.
Luca no sabía qué decir, así que solo murmuró:
—Mmm… gracias, supongo.
Sam volvió su mirada al horizonte.
—No entiendo por qué me estaban evitando tanto. Me parece increíble que el trabajo de mi padre haya inspirado a tantas personas… pero también estoy un poco enojado. Tuviste que ser más precavido.
—Lo sé, pero… quise confiar en él —respondió Luca—. Y todo salió mal.
Sam lo miró más serio.
—¿Y no piensas que huyendo las cosas se van a arreglar mágicamente?
Luca no había notado que tenía el celular en la mano, en el chat con sus padres, el mensaje sin enviar. Con un gesto rápido apagó la pantalla.
—Nunca había estado en un problema tan grande… bueno, solo cuando molestaba a Julian. Eso era increíble.
Sam se rió suavemente.
—Me caes bien.
Luego lo miró con un tono entre curioso y condescendiente y preguntó:
—De verdad, no entiendo por qué me estabas evitando todo este tiempo.
Luca respondió, tragando saliva:
—Es que… cuando te veo me acuerdo de que las cosas no salieron como yo quería, que no salieron según el plan. Yo siempre me aseguro de que todo salga de la mejor forma posible… las cosas que hago tienen que salir bien.
Sam negó despacio.
—A veces las cosas no salen como uno quiere, y eso es lo que nos hace especiales. O nos hace avanzar. Las cosas nunca van a salir como uno espera, pero está bien. Eso también hace que aprendamos. Si las cosas hubieran salido bien, tú y yo no estaríamos hablando ahora.
Y sé que no has dormido porque se te nota en la cara.
Luca bajó la mirada.
—Lo sé, pero… estoy pensando en cómo tengo que hacer las cosas.
Sam suspiró.
—No van a salir bien si no duermes. Vamos a solucionar todo, pero tienes que descansar. No todo tiene que caer sobre ti. Así que hazte un favor y no te creas el protagonista de todo, ¿sí?
Luca solo lo miró mientras Sam se alejaba. Y justo antes de entrar a la casa, Sam se dio la vuelta y le dijo:
—Hazte un favor: descansa. No es broma, hazlo.
Luca soltó un suspiro, como si hubiera estado conteniendo el aire demasiado tiempo.
Así que rápidamente se fue a su habitación, no sin antes pasar por la de Aubrey. Ella estaba dormida; eran las cinco de la mañana, demasiado temprano.
Eve no estaba en casa. Ya se había ido y, por obvias razones, Luca tenía el presentimiento de que estaban trabajando en el código, arreglando todo.
Se sintió mal por no estar ayudando, pero recordó las palabras de Sam… y se fue a descansar, tratando de quitarse ese peso de encima.