Trono de odio,corona de engaño

Capítulo 17

Ecos del Corazón

"Donde el consejo calla, el destino ruge."
— Antigua inscripción en la Sala de los Espejos

El sol se alzaba suavemente sobre Astereth, pintando de dorado las torres del castillo y tiñendo los jardines de tonos cálidos. Era una mañana engañosamente tranquila, como si la luz intentara borrar las sombras que se tejían bajo la superficie del reino.
En uno de los jardines interiores, rodeada por altos setos de ciprés y el murmullo de una fuente de mármol, Lira se encontraba sentada en un banco de piedra. Frente a ella, con la calma y la calidez que le caracterizaban, estaba Theron, su confidente más cercano.
Theron era todo lo opuesto a las espadas y las máscaras. De cabello rubio claro y ligeramente ondulado, y ojos color miel que parecían contener la luz del amanecer, su rostro tenía una dulzura serena, pero también una madurez ganada por años en la corte como sanador real. A ojos de Lira, Theron era una constante en un mundo de cambios y traiciones. Siempre había estado ahí. Su voz, su presencia, su manera de mirarla como si pudiera comprender su alma sin palabras.
—Has estado entrenando otra vez —comentó Theron suavemente, rozando con sus dedos una pequeña herida en la muñeca de Lira.
—Solo necesitaba mover la espada. No me lastimé demasiado —respondió ella, esquivando su mirada.
—Sabes que eso no es lo que me preocupa —dijo él, con un dejo de tristeza—. Me preocupa que sigas sola, encerrada entre paredes que ya no te protegen… sino que te asfixian.
Ella no respondió al instante. Observó cómo una abeja revoloteaba sobre una flor carmesí. Había algo tranquilizador en el zumbido, en su indiferencia ante los juegos del poder humano.
—Theron… tú eres lo más parecido a un hogar que tengo. Pero incluso el hogar puede sentirse frío cuando no hay paz dentro —dijo finalmente.
Theron bajó la mirada, herido pero sin palabras. Había amado a Lira en silencio durante años, convencido de que su deber era cuidar de ella, no poseerla. Pero últimamente, una sombra se había interpuesto entre ellos: Darian, o como comenzaba a sospechar… algo más.
La interrupción vino como un golpe de viento. Kael apareció al final del sendero, vestido de forma sencilla, pero con esa arrogancia implícita en su andar. Su mirada fue directa hacia Lira, pero sus ojos no tardaron en posarse sobre Theron, examinándolo con una mezcla de reconocimiento y desdén contenido.
—Interrumpo algo importante? —preguntó con una media sonrisa.
Theron se levantó con compostura.
—Nada que no pueda esperar —respondió con cortesía.
Lira lo miró con una súplica muda, pero él solo inclinó levemente la cabeza y se marchó. Kael lo siguió con la mirada hasta que desapareció entre los setos. Luego, volvió a centrarse en ella.
—Tu sanador es… bastante devoto —comentó, sentándose donde Theron había estado.
—Es mi amigo más cercano —respondió Lira sin mirarlo.
—¿Y algo más? —insistió, con voz casual, pero sus ojos ardían con un brillo extraño.
—¿Importa acaso? —preguntó ella, volviéndose hacia él por fin.
Kael apretó la mandíbula. No podía entender de dónde nacía esa incomodidad repentina, ese deseo de apartar a Theron como una sombra inoportuna. No podía estar celoso. No debía. Él era un emisario de destrucción, no un pretendiente.
—Solo intento conocer mejor tu entorno —dijo finalmente, ocultando sus verdaderas emociones.
Lira lo observó largamente.
—Entonces empieza por conocer mejor tu propio corazón. Está claro que ni tú sabes lo que hay dentro de él.
El silencio cayó como un telón entre ambos. A lo lejos, las campanas del templo marcaron el mediodía. Kael se levantó, pero no se alejó de inmediato.
—Theron puede conocer tus heridas, princesa… pero yo he visto tu furia. Y nadie ama lo que no puede entender.
Y con eso, se marchó, dejando tras de sí una tensión que el aire no logró disipar.
Lira cerró los ojos por un momento. En su pecho, algo vibraba. No era amor. No era odio. Era una incertidumbre que podía desgarrarla.
Mientras tanto, desde una ventana alta, alguien más había observado la escena: Lady Nyra, observaba con una mira de desconfianza hacia darían, Su mirada astuta sabía que ocultaba algo y ella iba a averiguarlo
Y en los pasillos del castillo, rumores comenzaban a crecer como hiedra venenosa. Rumores sobre Theron. Sobre el forastero Darian. Sobre la princesa sin rostro que empezaba a recuperar su poder.
Astereth no dormía. Ni su gente. Ni sus enemigos ocultos.



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Editado: 26.07.2025

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