Trono de odio,corona de engaño

Capitulo 33

Fuego en el Horizonte
"El odio es un trono más alto que la corona, y quien se sienta en él jamás vuelve a levantarse." — Vieja profecía del norte

El amanecer no trajo la paz, sino un manto de fuego y acero que oscureció el cielo sobre la frontera. El ejército de Astereth, liderado por Lira, avanzaba con determinación, cada paso retumbando como un tambor de guerra.

El crujir de armaduras, el roce de lanzas y el clamor de los hombres dispuestos a morir por su tierra llenaban el aire.
Lira, con la máscara fija y la capa ondeando al viento, cabalgaba al frente, no solo como una princesa, sino como una comandante implacable. Su mente corría a mil revoluciones, repasando una y otra vez el plan que había trazado en las sombras junto a sus aliados más fieles:

Maerith, la maga; Theron, el comandante leal; y Ardan, el estratega de batalla.
—Recuerden —ordenó Lira mientras sus tropas tomaban posición en el valle de Tilvaron—. Nuestra fuerza está en la sorpresa y en la precisión. El ejército de Velmor es fuerte, pero no invencible. Ataquen sus flancos, corten sus líneas de suministro. Que sientan el golpe antes de saber de dónde viene.

Los soldados respondieron con un grito unánime, impulsados no solo por la orden, sino por la presencia magnética de su líder.
La batalla comenzó con una lluvia de flechas y el choque brutal de espadas. Lira peleaba con ferocidad, sus movimientos eran un torbellino de furia y gracia, cada golpe una declaración de resistencia. Pero dentro de ella ardía un fuego más profundo: no solo luchaba contra Velmor, sino contra la sombra implacable de su padre, Valdrik, cuya fría mano la había empujado hacia esa guerra.
¿Cuántas veces había deseado este momento?

No para derramar sangre, sino para demostrar que no era un peón en los juegos de poder de su padre. Que su destino le pertenecía. Pero mientras su espada cortaba el aire y su capa se manchaba de polvo y sangre, sentía la mordida de una duda venenosa.

¿Sería capaz de liderar no solo esta guerra, sino la rebelión que seguía?

¿Podía confiar en sus aliados... en Kael?

Porque una parte de ella aún no soltaba la sospecha. Kael. Su mirada oscura, su silencio tras su regreso de la frontera, las sombras que lo envolvían como un juramento no dicho. Había algo en él que no cuadraba, y aunque su corazón latía más fuerte cuando lo veía, su mente no dejaba de recordar que él era un hijo de Velmor.

Mientras tanto, Kael observaba desde las sombras, sus ojos mezclados con admiración y tormento. Había llegado al campamento después de su reunión con el rey Azarion y, aunque guardaba silencio sobre los detalles, la lucha interna que enfrentaba era tan feroz como la que se libraba en el campo.

El deber lo llamaba a servir a Velmor y a su padre, pero el amor que sentía por Lira lo desgarraba.

¿Era amor o una ilusión?

¿Una respuesta a lo que ella despertaba en él, a la rebeldía, a la libertad que jamás había sentido dentro de los muros dorados de su prisión real?

Cada vez que la veía blandir la espada con esa valentía indomable, su resolución se tambaleaba. Había traicionado su confianza ya al contar a su padre que Lira lideraba el ejército.

Aún no sabía si lo había hecho por obediencia o por miedo a lo que ella significaba.
En medio del estruendo, Kael se acercó sin ser notado a uno de los campamentos auxiliares, donde Theron discutía estrategias con Nyra y Maerith.
—¿Creen que Lira podrá sostenerse? —preguntó Kael en voz baja, evitando que lo escucharan.
Theron levantó la vista, con una expresión grave.
—Ella es fuerte, pero no invencible. La guerra es una bestia que consume todo a su paso, incluso a los más valientes.
Maerith asintió, su mirada cargada de magia y presagio.
—Y más cuando la batalla se pelea en más de un frente. El de la guerra, y el de los corazones.
Kael permaneció en silencio, sus pensamientos girando en una tormenta. La línea entre amor y lealtad se desdibujaba cada vez más, y sabía que pronto tendría que tomar una decisión que podría romperlo todo.
En el campo, Lira lideraba la carga final contra las posiciones de Velmor, su voz cortando el caos como un relámpago.
—¡Por Astereth! ¡Por la libertad!
Los guerreros respondieron con un rugido, y el destino de dos reinos comenzó a sellarse en el fragor del combate.
Pero en lo profundo, el eco de una traición aún no revelada latía con fuerza, y la guerra que apenas comenzaba sería mucho más cruel que cualquier espada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.