Trophy Wife | Editando |

Capítulo 1: Padres insoportables.

FALLON

La muerte, es la pérdida permanente de la conciencia y, de forma inherente e inseparable, la pérdida de la capacidad del organismo para funcionar como un todo.

La tristeza, es una reacción ante una pérdida o situación adversa por la que nos vemos superados.

La depresión, es un trastorno emocional que causa un sentimiento de tristeza constante y una pérdida de interés en realizar diferentes actividades.

Mi mundo se reduce a esto en este instante. Mi padre falleció hace menos de veinticuatro horas, y ya lo enterramos. Todo ocurrió de manera tan inesperada que, no pude disculparme con él por la discusión que tuvimos ayer en la mañana. Sin él, no sé qué será de mi madre y de mí. No solo en el aspecto económico, sino también porque él era quien mantenía la paz entre nosotras.

Siempre he tenido la sensación de que mi madre me desprecia por algún motivo. Desde que tengo uso de razón, he tratado de hacer hasta lo imposible con tal de tener un poco de su atención, pero siempre recibo gritos o insultos de su parte. A pesar de mis esfuerzos por ganarme su cariño, solo obtengo indiferencia y hostilidad.

—Veo que sigues llorando —se queja con fastidio—. Ya está muerto y enterrado. Supéralo.

—¿Cómo me puedes pedir que supere la muerte de mi padre? —rompí en llanto—. Tu esposo, el hombre que se supone que amas.

—Llorar no lo va a traer de regreso —rodó los ojos—. Por favor, deja de hacer el ridículo.

—¿El ridículo?

—Voy a salir —informó mientras arreglaba su ropa—. No me vayas a esperar despierta, porque no creo que regrese hoy.

—¿Al menos puedo saber a dónde vas?

—¿Crees que te voy a responder? —no dije nada, porque claramente no lo va a hacer—. Eso pensé.

No me cabe duda de que se verá con su amante. Mi padre estaba convencido de que mi madre lo engañaba. Sus salidas nocturnas y las horas a las que regresaba a casa lo mantenían en constante alerta.

—Espera. —No quiero quedarme con la duda. Creo que el error de mi padre fue no haberla confrontado. Si una cosa sé con certeza, es que mi madre es la persona más descarada que conozco.

—¿Ahora qué, Fallon? —rodó los ojos una vez más—. Me estás haciendo perder el tiempo.

—¿Por qué engañas a mi padre?

—¿Cómo se supone que voy a engañar a alguien que está muerto? —resopló con frustración—. Dios… A veces olvido que heredaste toda la estupidez de tu padre.

—¿Eso quiere decir que tienes un amante?

—Eso quiere decir que tengo un hombre que me hace suya de una manera que tú no te lo puedes imaginar —esbozó una sonrisa—. Tu padre era mucho más cadáver cuando estábamos en la cama, que ahora que está en un ataúd.

Me parte el corazón oír que se exprese de esa manera de él. Mi padre adoraba a mi madre más que a nada. Incluso diría que, si hubiera tenido que elegir entre las dos, ella habría sido su primera opción. Aunque sé que también me quería, su amor por mamá lo cegaba y lo hacía incapaz de pensar de manera coherente.

Ninguna de las dos dijo nada más, así que mi madre se fue, no sin antes cerrar de un portazo.

Me gustaría que nuestra relación fuera diferente. No quiero que las cosas se pongan más difíciles ahora que papá ya no está. Además, creo que deberíamos estar juntas y apoyarnos mutuamente en este momento de duelo.

—Hola, estrellita. —Michelle asoma su cabeza por la puerta—. ¿Puedo pasar?

—Obvio, estrellita.

—Tu madre iba hecha una furia. ¿Qué pasó?

—Nada nuevo —dejo salir un suspiro—. Ya sabes cómo es.

—Deberías quedarte unos días en mi casa —acarició mi cabello—, necesitas estar en un lugar tranquilo para llorar tu pérdida. Y dudo mucho que lo puedas hacer aquí.

—Sé que mi madre es algo… Especial —admito en un sollozo—. Pero es mi madre, no la puedo dejar sola.

—Fallon, ella acaba de mandarte al diablo para irse quién sabe dónde.

—¿Intentas decirme que debo pagarle con la misma moneda?

—¡Sí! —respondió exasperada—. Esa mujer hace lo que quiera contigo y tú se lo sigues permitiendo. Deberías de empezar a rezar para que no te eche de la casa.

Sospecho que podría hacerlo. Durante años, mi madre siempre ha buscado la manera de deshacerse de mí, pero mi padre siempre estuvo para impedirlo. Ahora que él ya no está, tengo miedo de lo que pueda hacer.

Sé que Michelle tiene razón; no debería dejar que me trate de esa manera, pero me guste o no, es mi madre. ¿Qué se supone que puedo hacer?

—Tienes razón.

—Necesitas un descanso de todo lo que te está pasando, bebé —me abrazó con fuerza—. Y yo siempre voy a estar aquí para apoyarte.

—Gracias, Michelle. No sé qué sería de mí sin ti.

—Empaca ropa para unos días, ¿vale? Yo voy a ver qué hay de comer en esta casa.

—La comida de mi madre —le informo antes de que saliera de la habitación—. Mandó a comprarlo esta mañana.



#322 en Otros

En el texto hay: matrimonio, drama, engaños.

Editado: 17.11.2024

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