FALLON
Estos son los días que se me hacen molestos, estresantes y monótonos. Madrugar, repasar la materia, asistir a clases, hacer el examen, regresar a casa para estudiar hasta altas horas de la noche y repetir la misma rutina durante una semana.
Mi cerebro está a punto de explotar de tanta información. He estado estudiando sin parar, preparándome para la semana de exámenes. Me pasaba horas dándole vueltas a los apuntes, sin lograr entender muy bien. Es claro que nunca he sido buena para los estudios. A veces pienso que todo este esfuerzo es una pérdida de tiempo; es como correr en una rueda sin llegar a ninguna parte. Para qué nos hacen matarnos durante tantos años entre la primaria, secundaria y la universidad, si al final no conseguimos trabajo, porque buscan personas con experiencia. ¿Cómo se supone que consigamos experiencia si nadie nos da una oportunidad?
Para ser sincera, nunca he pensado en una carrera universitaria. Mi plan siempre fue graduarme del colegio y trabajar en los restaurantes junto a mi padre.
Cerré el libro dándome por vencida. No me voy a seguir forzando.
He estado preocupada por mi madre y Richard. Últimamente, han actuado un poco extraño, precisamente desde que llegó Anker, el nuevo jardinero. El que teníamos antes, era un chico muy simpático que vivía a unas calles de nuestra casa, pero tuvo que dejar el trabajo porque se mudó a Boston por la universidad.
El calor de hoy era insoportable, así que decidí preparar una refrescante limonada. Anker debe estar a punto de morir allá afuera.
—Te traje algo de tomar —llevé la refrescante limonada al jardín y la dejé sobre la mesa, junto a dos vasos.
—Gracias —expresa en cuanto dejó lo que estaba haciendo y volteó a verme—, no te hubieras molestado.
—No es ninguna molestia. —Mientras él se quitaba los guantes, serví los vasos—. Espero que te guste.
—Es limonada —por el tono en que lo dijo, me hizo sentir como que dije algo realmente estúpido.
—¿Puedo decir algo? —no pude evitar observarlo detenidamente. Su apariencia no encajaba del todo con la imagen que tengo de un jardinero. Había algo en él que despertaba mi curiosidad.
—¿Qué?
—No pareces jardinero.
—¿Acaso hay una cara de jardinero?
—No —reí—. Y no me lo tomes a mal.
Observé sus manos cuidadosamente; parecían las de una persona que no ha realizado ningún trabajo manual en años. Digo, se ve que las tiene mucho mejor cuidadas a comparación de las mías. Las suyas eran como las de un pianista, delicadas y suaves. Las mías, en cambio, parecían las de un jardinero aficionado a la lucha libre. Me pregunto a qué se dedicaba antes.
—¿Quieres decir algo más, o me vas a dejar regresar a mi trabajo?
—Haces esto por necesidad, ¿verdad?
—Bueno... Algunos tenemos que sudar para ganar nuestro pan de cada día.
—¿Me estás diciendo que yo tengo la vida fácil?
—Sigues viviendo con tu mamá. ¿No es bastante obvio lo que quise decir?
—Eso no significa que tenga la vida resuelta.
—Yo solo digo lo que veo.
—Deberías de informarte antes de abrir la boca.
—Al igual que tú deberías de hacerlo antes de hacer suposiciones.
Reconozco que tiene un punto muy válido. Y entiendo que mis palabras hayan podido sonar fuertes para él, pero lo último que quería era que se sintiera "ofendido" por lo que dije. Simplemente estaba expresando mi opinión.
Su maldita actitud ha echado por tierra mi intento de ser amable. Y me estoy arrepintiendo por haber pensado en lo mal que lo debió de estar pasando bajo este sol tan insoportable y tener la nobleza de hacer limonada. Quizás no era tan necesaria después de todo.
—No te voy a decir que lamento lo que dije, porque claramente no lo hago —forcé una sonrisa—. De lo que si me arrepiento, es de haber dejado de lado mis estudios para preparar la estúpida limonada que te estás tragando.
—Y te lo agradezco nuevamente —se sirvió un poco más—, está muy rica. No es la mejor que he probado, pero se puede tomar.
—Por un momento pensé que nos llevaríamos bien, ¿sabes?
—No estoy aquí para que tú y yo nos llevemos bien, estoy aquí para trabajar.
—Entonces no me tutees.
—Como usted diga, señorita Miller.
CHRISTIAN
Hoy abrimos las puertas de mi nuevo casino. Confío plenamente en que este nuevo proyecto será todo un éxito, como los anteriores.
No puedo expresar lo agradecido que estoy de tener a mis padres acompañándome en este día tan importante. Sé que ambos tienen una agenda bastante apretada.
Idara estaba frente a mí, arreglando mi pajarita. Admiro profundamente su dedicación, pero a veces siento que espera más de mí de lo que puedo ofrecer. Es una mujer excepcional, claro está, pero ella merece a alguien mucho mejor que yo.
—Estás apetecible, cariño —besó mis labios—. Me siento afortunada al saber que voy a llegar tomada de tu mano.