FALLON
Al día siguiente, desperté mucho más temprano de lo normal para alistarme e ir al colegio. Lo que menos quiero es tener que ver a mi madre y a Richard. Prefiero evitar cualquier confrontación que pueda arruinar mi día.
Opté por uno de mis uniformes favoritos para hoy. Consiste en una blusa blanca de corte holgado, una falda gris, calcetines blancos y zapatos negros de bailarina.
Con el estómago rugiendo, decidí bajar a la cocina a preparar algo rico para desayunar. Lastimosamente, esta es la primera vez en la que no voy a dejar el desayuno de mi madre listo. Fue algo que hice con mucho cariño por bastante tiempo, pero la verdad es que nunca sentí que mi buena acción fuera valorada.
Abrí la nevera con ilusión de encontrar algo para empezar mi día, pero no había nada. Hice lo mismo con la alacena, pero no encontré ni una miga de pan. Esta situación no puede seguir así. Mi mamá no se preocupa por nadie más que no sean ella y Richard. Porque claro, no me sorprendería que si haya algo para ellos.
Suspiré resignada y salí de la casa. Anker me estaba esperando. El aroma del café recién hecho me envolvió al instante cuando vi la bolsa de "The Coffee Bean" en sus manos. Ellos tienes los mejores desayunos. No pude evitar sonreír.
—Espero que, a pesar de la hora, no hayas tenido tiempo de desayunar.
—De hecho, no había nada para desayunar —él me miró como si yo hubiera dicho un chiste. De seguro piensa que es broma y que voy a reír—. Así que te lo agradezco con todo mi corazón.
—¿Lo decías en serio? —asentí—. Vaya... Vale más que tenía un cupón extra para ti —bromeó.
—Eres un idiota.
—Un idiota que acaba de salvar tu apetito —dijo, mientras abría la puerta para ayudarme a subir—. ¿Directo al colegio?
—¿También vas a ser mi chófer?
—No, solo te voy a hacer el favor de llevarte al colegio, ya que tengo que ir ahí para cuidar de ti.
—En serio eres un idiota —reí—. Ya sé cómo se llama tu jefe.
—¡Yupi! —fingió estar emocionado y juntó sus palmas—. Un nuevo logro desbloqueado.
¿Qué tan bien conoce Anker a su jefe? Digo, no creo que Christian enviara a alguien que no conoce. Debe ser de su confianza.
—¿Te puedo hacer una pregunta?
—Dime.
—¿Qué tan bien conoces a Christian?
—Fui su jefe de seguridad hace un tiempo. Luego fui guardaespaldas de su hermano y ahora estoy aquí, siendo tu niñero.
—Interesante. ¿Idara es su novia? —no digo que no haya confiado en su respuesta de anoche, pero es hombre. Y algunos tienen una gran debilidad por las mentiras.
—Ese no es mi asunto.
—Si estás evitando responder, es porque debe de haber algo entre ellos.
—Deben de ser los famosos "casi algo".
—Me lo suponía —claro que creo en la amistad sincera y libre de sexo entre hombre y mujer, pero lo de ellos lo olía a kilómetros—. ¿Christian es norteamericano? —me miró por un momento a través del retrovisor y luego asintió—. ¿Pero vive en…?
—¿Por qué no se lo preguntas a él?
—Porque ahora estoy hablando contigo.
—Cuando vuelvas a hablar con él, se lo preguntas.
Es completamente normal y válido querer saber dónde vive. Si ayer no toqué el tema, fue porque tenía otras cosas que me parecieron más importantes en ese momento.
Será divertido ver la reacción de Michelle cuando le cuente que hablé con él anoche. No sería raro que pregunte si le dije algo acerca del viaje a Washington, cosa que no hice y tampoco tenía intención de hacerlo.
Agradezco mucho todo lo que ha hecho por mí, y no quiero abusar. Es por eso que he decidido ser más independiente y buscar un trabajo de medio tiempo para poder manejar mis propios gastos.
◇ ♡ ◇
Los días pasaron volando y llegó el momento que tanto temía: la entrega de exámenes. Sé de sobra que no saqué una excelente calificación, pero espero no haber salido tan mal, porque a este paso voy a perder el curso lectivo.
La profesora dejó mi examen sobre el escritorio. Con un suspiro, lo doblé sin siquiera ver el resultado y lo escondí en el fondo de mi mochila; lo mismo que había hecho con todos los otros exámenes.
—Fallon —Michelle trató de no reír—, no puedes hacer eso con todos los exámenes, estrellita. En algún momento tendrás que ver el resultado.
—Ya lo sé —suspiré poniéndome de pie. El timbre de salida al fin había sonado—. Pero para qué echarle sal a la herida.
—Va a ser superaburrido no viajar contigo —hizo un puchero—. Si no quieres la ayuda de mis padres ni de los padres de Ethan, entonces habla con tu Sugar.
—Tienes que dejar de decir eso, Michelle —rodé los ojos—. La gente en este colegio es muy chismosa. Lo que menos quiero es dar de qué hablar.
Ethan y Michelle habían estado insistiendo en que hablarían con sus padres para que me apoyen con los gastos del viaje. Me gustaría ir a compartir con ellos, pero tampoco quiero ser una carga para sus padres. Podría usar lo que mi padre me dejó, pero soy menor de edad. Y ahora parece que solo lo puedo hacer por medio de Christian. Ya que, al casarnos, él pasó a ser el albacea.