Adriana.
Capitulo 10.
Y volvió el drama, aquí estoy parada con mi gran vestido, mis damas y familia, la familia de Sebastián que a parte de sus padres y hermanos no saben nada, y él viendo a la rubia oxigenada parada a dos metros de nosotros con cara de querer matarlo, yo sólo la observo con indiferencia, después que me había hecho la idea de casarme, ¿ahora esto?, apreto las manos de Sebastian para que reaccione.
Los invitados están con la boca abierta esperando que Sebastián diga algo, pero el juez se le adelanta, esto será un escándalo mañana.
—Señorita la objeción que está haciendo es muy grave, tiene que presentar un argumento válido —la confronta el juez, ahora yo digo si es tan serio y todo el mundo se puede oponer y mil problemas, ¿por que los jueces hacen esa pregunta?, será para agregar drama a la situación del resto no entiendo.
—Claro que lo tengo, él me dejó por ella hace dos meses, lo están obligando a casarse, el me ama y yo lo amo—se excusó la rubia con furia, trágame tierra.
—Señorita eso no es un impedimento, ellos están aquí por su voluntad, si él la amara de verdad, la que estuviera aquí fuera usted—le argumenta el juez, y en cierta parte tiene razón, nadie es obligado a nada, si es cierto las circunstancias influyen a la hora de tomar decisiones, pero nadie nos obliga como tal. De igual manera aun estamos aqui, se anula el papel y ya.
—Alondra retírate déjame ser feliz, tomé mi decisión y tú la tuya, vete o mando a seguridad que te saque—le advierte Sebastián a la rubia.
Y si se preguntaran ¿Cómo se quien es la rubia?, bueno la rubia de nombre Alondra, estudio conmigo toda mi vida lamentablemente, se que es una persona mala, envidiosa y vengativa, me imagino que sus amigas le dijeron que me iba a casar y se pusieron a investigar cosa que debí haber hecho yo, y supo que era él, yo antes de todo no tuve trato con Sebastián, pero sí con Alex, mi vecino, en la fiesta las chicas me dijeron que después del beso con Sebastián lo vieron con Alex, más no me dijeron que era él porque yo no quería saber, si ya se muchos enredos, ella lo hizo porque me odia y por lo visto tiene pasado con Sebastián, y ahora me siento ridícula estando en el medio.
—Esta bien me voy, pero créeme no se van a librar de mi— lo amenaza saliendo furiosa.
—Lo siento—se disculpó apenado.
—Está bien, yo entiendo tranquilo—trate de sonar serena, yo más que nadie sé de lo que ella es capaz, y es una extraña coincidencia que ambos la conozcamos.
—Continuemos—llama la atención de todos el juez y ambos nos disponemos a tomarnos de las manos de nuevo.
—Por el poder que me confiere la ley los declaro marido y mujer, puede besar a la novia—concluye la ceremonia por el civil.
Sentí sus labios contra los míos como la primera vez, un beso tierno y suave, se que esta vez no puedo huir y me sonrojo al recordar esa vez en la fiesta que salí corriendo, nos separamos y nos tomamos de las manos para salir juntos a la recepción, es raro, pero me siento cómoda, entramos a la recepción que es en el mismo lugar que la ceremonia, pero en la parte que tiene techo, y todos nos felicitan, ya está hecho y no hay vuelta atrás, ya soy su esposa, ahora a ser feliz o intentarlo al menos.
Después de las felicitaciones de todos nos sentamos en la mesa de novios, por suerte solos para que podamos hablar.
—¿Por qué no me lo dijiste?—le pregunto a Sebas ya sentados en la mesa.
—¿Cómo deduces que yo lo sabía?—alza una ceja divertido y lo miro mal—Está bien, si lo sabía—confiesa.
—No quería asustarte o presionarte, créeme yo no sabía que eras tú cuándo te conocí, lo supe la noche que fuiste a cenar a mi casa, escuché a tu padre presentarte con mi familia—explica y ahora entiendo, no quiero empezar mal el ya me explicó y le creo.
—Entiendo y te creo, y qué coincidencia—le comento con una sonrisa sincera.
—Ahora se que vas a ser una gran esposa, y tranquila sin presiones, el tiempo nos dirá si compaginamos juntos o no ¿partimos el pastel?—me pregunta levantando su mano para que la tome, la acepto y nos levantamos a picar el pastel, somos buenos en esto, todos se creyeron que nos queremos en verdad, no han hecho preguntas, y ya que hablamos y sonreímos nos vemos convincentes y cómodos el uno con el otro.
—Vamos a partir el pastel—Sebas llama la atención de los invitados.
Los dos lo partimos e intercambiamos como dice la tradición la primera rebanada. Todo lo hicieron tal cual lo pedí, no podía verse mejor, los flashes retumbaron contra mis ojos y sonreí para las fotos.
—Si quieres podemos hablar sobre lo que pasó hace rato—me susurra en el oído, lo cuál me da un escalofrío en el cuerpo.
Ya Adriana, relájate.
—Ya lo haremos después, ahora vamos a disfrutar de la boda ¿te parece?
—Como diga, esposa—dice riéndose, lo imito y hago lo mismo.
—Me alegra de que lo disfruten—nos sonríe Roxana acercándose.
—Gracias—contestamos al mismo tiempo, ella se ríe.
—Cuídala hijo—le advierte intentando verse seria.
—No dudes de que lo haré.
Nos pide que la sigamos a su mesa ya que don Arturo nos mandó a llamar, en su mesa están también mis padres.
—Amigos, familia les pido levanten su copa y brinden por Adriana y Sebastian, que tengan una vida llena de felicidad juntos—le pide a los invitados, todos levantan su copa incluyéndonos.
—¡Salud!—decimos todos al unísono.
—¿Bailamos?—pregunta Sebas y acepto, es tradición el baile de los novios, si no lo hacemos alguien vendrá a avisarnos igual
—Los novios nos deleitaran con su primer baile—anuncia el animador del evento.
Vamos al centro de la pista, al igual que la última vez nos posicionamos para empezar a bailar de manera suave con all of me de fondo, estoy en mi trance cuando Sebas me susurra en el oído.
—No te escaparas esta vez—me advierte divertido en mi oído.
Editado: 15.08.2025