— Nunca me rendiré, ya no estás tan atento Tapión — Hoi le tiró una piedra al hombre del mohicano, que le golpeó la mano y la ocarina salió disparada unos metros.
— No... — el hombre corrió, pero como dijo su adversario estaba muy cansado y se movía lentamente.
— Gané — rió feliz el brujo, pero antes que el pequeño malvado logrará tomar el instrumento musical, Trunks lo recogió.
— Dámelo — gritaron ambos.
— Ese es un demonio que tiene bajo su control al monstruo, yo quiero detenerlo, dame la ocarina — el pequeño hombre rió pensando que el jovencito le creería.
El otro del pelo rojo estaba tan cansado que no dijo nada.
— No — respondió el medio sayayin y se lo pasó al hombre del mohicano.
— Me la pagarán los dos — el ser maligno se fue saltando como canguro.
— ¿Estás bien? — Trunks tuvo que sujetar a Tapión para que no se cayera.
— Sí, solo algo cansado.
— ¿Quieres ir a mi casa?
— Bueno — no podía dormir, pero necesitaba despejarse un poco.
Allí Bulma le sirvió comida, pero cuando le ofreció un cuarto para pasar la noche el hombre prefirió irse.
— Estás cansado. Quédate — Trunks le suplicó con los ojos.
— No puedo, gracias por su amabilidad señora.
Se fue lentamente.
— Viste mamá... no es malo, solo... — no sabía cómo definirlo.
— Es un hombre atormentado por el pasado — como Vegeta recordó la científica con tristeza.
Esa noche de nuevo el monstruo atacó muy cerca del hogar de Bulma y Trunks, por suerte nadie salió herido. Al terminar el peligro, de nuevo apareció el hombre del mohicano ante madre e hijo.
— Lo siento señora, les ayudaré en lo que pueda.
— No te preocupes, no es tu culpa.
— No es verdad, yo soy el responsable de esto.
Cuando el hombre se calmó, se sentó y como si se liberara de un peso terrible con cada palabra empezó a contar su historia.
— En mi mundo quienes mantenían el bien y cuidaban de que las energías malvadas no destruyeran el planeta, eramos los sacerdotes, pero hace muchos milenios atrás, un grupo de magos negros lograron que toda la energía oscura que atacaba mi mundo se acumulará en la estatua de un dios pacífico, cuando lo despertaron empezó a destruir las ciudades. En la comunidad de sacerdotes mi hermano y yo teníamos la habilidad de poder usar las ocarinas, que por suerte lograron detener al monstruo para que el sacerdote mayor usará la espada que tengo en mi espalda para partirlo en dos, así Minoshia y yo absorbimos al ser en nuestros cuerpos, pero el peligro siguió, porque al estar juntos las dos partes querían unirse, al final el sacerdote mayor decidió que nos encerraran en cajas de música, y cada una sería enviada lo más lejos que se pudo de la otra. El problema fue que el último mago negro, Hoi, logró que alguien de aquí rompiera mi caja. Cada vez que descanso... él sale de mí y destruye todo a su pasó. Ahora no puedo descansar, cuando lo hago él sale — terminó de hablar mirando al piso, aliviado, como si se hubiera sacado un gran peso de encima.
— ¿Entonces hace días que no duermes? — se sorprendió Bulma.
— Desde que desperté, solo he podido dormitar un poco, si pierdo la conciencia totalmente esa cosa aparece.
— No puedes vivir así — la científica empezó a pensar en algo que funcionará como la caja de música — voy a tratar de buscar una forma de ayudarte.
— Gracias señora — sonrió triste, sabía que nadie podría ayudarle.
Mientras Trunks dormía, el hombre trataba de mantenerse despierto, por eso daba vuelta por el lugar, así llegó al laboratorio de Bulma, que cabeceando trazaba líneas, cuando veía que no funcionaría, destruía todo y empezaba de nuevo.
— Señora Bulma, podría usted... construir una nave — había tomado una decisión.
— Sí, pero no te servirá para poder contener al monstruo.
— No es para eso, es para...
Cuando se fue, la científica estaba muy triste, pero como dio su palabra se puso manos a la obra. Al otro día el medio sayayin encontró al otro tirando piedras sentado a la orilla de un río.
— ¿Mamá encontró una solución?
— Yo la encontré, se la dije, y ella tendrá todo lo que le pedí mañana.
— Que genial, mi mamá es la mejor, lo que sea que le pediste ella lo hará — entonces de nuevo su mirada quedó en el arma que llevaba el otro en la espalda.
— ¿Te gusta? — le hizo acordar a Minoshia.
— Sí, es genial.
— Esta espada es la que el dios entregó con las ocarinas al templo, los sacerdotes teníamos unas copias de ella, incluso mi hermano, que era aspirante a sacerdote, pero cuando se me avisó que me encerrarían en la caja de música, me fue entregada la original, la que nuestro amado dios nos legó — su mirada se puso aguada — por eso cuando ese maldito mago encontró a Minoshia y abrió la caja él no pudo hacer nada, su espada no tenía la protección divina de esta — al darse cuenta de cómo el otro la miraba sonrió suavemente — ¿Quieres probarla?
— ¿Me dejarías? — estaba muy emocionado.
— Por supuesto.
Ambos disfrutaron ese día, luego de la cena Trunks se fue a acostar temprano para poder levantarse y ver qué artefacto podría ayudar a su amigo.
Esa noche el del mohicano salió al río, y se acomodó para dormir, entonces Hoi apareció, es mi momento pensó. Suavemente se acercó.
"Este no despierta ni que le tiren una bomba".
Trato de tomar la ocarina, entonces la mano del supuesto durmiente le tomó la muñeca.
— Gané — Tapión sonrió de lado — ahora solo falta una cosa más y podré descansar por fin.
Al amanecer Trunks sintió un pequeño temblor en su cama, se levantó lo más rápido que pudo, corrió al laboratorio de su madre justo para ver como un punto de luz se perdía en la tenue luz de la mañana, si su cálculo no fallaba su destino era...
— Mamá ¿Qué hiciste?
— Lo siento, pero es lo mejor para todos.