Tthor Prayer y la paila de Orffelios

10- la primera noche

Ya había era la hora del crepúsculo cuando el hambre le avisó a Tthor del paso de las horas. Asmodeus y él habían compartido la tarde juntos, hablando poco pues el demonio parecía tener dificultad en el habla. O simplemente, pensó Tthor, no tenía mucho para decir. Sí le gustaba contar y siempre de cinco en cinco, algo que a Tthor le resultaba incomprensible.

Pero había algo en Asmodeus que hacía que Tthor quisiera estar con él. No sabía bien qué era. Y solo cuando sintió hambre, se dio cuenta de que el tiempo había pasado y recordó que aún no le había escrito a Wilgenyna. Así que en el momento en el que se despedía de Asmodeus, la puerta se abrió de par en par y apareció la cara sonriente de Rémona, sosteniendo en lo alto una lámpara de kerosén. Detrás de ella, un hombre de cabellos largos y lacios  lo observaba con las cejas levantadas y la boca fruncida, lo que le hizo sentir a Tthor, por un instante, que su tía Atenea lo estaba mirando. 

- ¡Aquí estás!- exclamó Rémona- Te hemos estado buscando por todos lados. Hola Asmodeus, ¿cómo estás?

- ¡Contamos hasta noventa y cinco!- gritó el demonio emocionado.

- ¡Qué bien!- dijo Rémona mirando de reojo al Profesor Evans, quien hizo un gesto de evidente repugnancia y se retiró sin decir palabra.

Rémona  suspiro y agregó:

- Vamos, Tthor. Y cuidado al salir; no vayas a borrar la línea de sal que hay en el suelo.

El joven reparó entonces en una raya de sal gruesa que cruzaba la entrada de lado a lado. 

- Es la línea divisoria…- dijo Asmodeus.

- ¿Y qué divide?- quiso saber el niño.

- A mí y a ti…

Tthor miró a Rémona buscando una explicación.

- Es para impedir que se vaya de aquí…- susurró la mujer, haciendo ademanes con sus manos para apurarlo- ¡Vamos!

- ¿Lo tienen preso? 

Rémona lo miró un momento y contestó con voz suave:

- Le hacemos creer que estando esta línea, él no puede salir. Pero en realidad, él la pidió por que tiene miedo de salir. Es fóbico.

- Un demonio fóbico…- pensó Tthor, sintiendo mucha lástima- Y mi madre se queja de mí…

Tthor siguió a Rémona por un amplio pasillo y descendieron tres escaleras hasta llegar a unas puertas dobles de roble.

- Nos esperan para cenar.- dijo la joven- Te buscamos por toda la abadía…

- Lo siento, se me pasó el tiempo.- se disculpó Tthor- ¿Es por eso que ese hombre está tan enojado?

- ¿Quién? ¿Persseus? Él vive enojado. Así es su personalidad. No le prestes atención.

- ¿Persseus es su nombre?

- Persseus Evans, el médico personal de mi padre. Es un hombre muy sabio pero su carácter…- Rémona no terminó la frase, entró a paso presuroso al comedor y se sentó a la mesa.

Tthor reconoció el salón. Era el mismo en el que había entrado la noche anterior. A la mesa ya estaban ubicados el señor Dedalus y a su lado la señora Mariamne. A la derecha se ubicaba Persseus Evans, seguido de la madre de Tthor, quien en ese momento le decía algo a éste en voz baja. 

Darius estaba parado detrás de Dedalus, sirviendo un poco de vino en una copa de borde dorado. Al ver a Tthor le hizo señas para que se acercara.

- ¿Aún no has tomado una ducha?- inquirió Ellysa molesta, al verlo acercarse.

- Sí, anoche.- repuso Tthor, extrañado por la pregunta. Y se sobresaltó al recordar que estaba cubierto por un líquido apestoso que Asmodeus le había arrojado en señal de bienvenida.- Es que…tuve un accidente…

- ¡Qué raro!- pronunció despacio Persseus y bebió un sorbo de agua de una copa alta y delgada.

El rostro de disgusto de Ellysa convenció al niño de no sentarse a la mesa. Pidió disculpas con a penas un hilo de voz y enfiló encorvado hacia la puerta. En el pasillo, Darius se le unió. Llevaba unas hogazas de pan y un vaso de leche.

- Toma. Te acompañaré para que te des un baño y luego iremos a la cocina para que tengas una cena decente.

- Yo pu…puedo ir sss….sólo, gracias.

- No, no queremos que te pierdas otra vez.

Las palabras de Darius solo lo hicieron sentir peor. No dijo nada más y lo siguió por una escalera lateral.

- Mañana tengo que ir al pueblo. ¿Te gustaría acompañarme?- le preguntó Darius, una media hora después.

- Sí, me gustaría.- dijo Tthor ya limpio, cambiado y satisfecho por la comida que acaba de disfrutar.- ¿Qué fue lo que comí?

- La especialidad de Warghost: papas del aire.

- ¿Papas del aire? ¿qué? ¿Vuelan…?

Darius rió divertido.

- Se las llama así porque crecen en guías y no bajo tierra como las otras. Son más suaves y más ricas. Es casi la única fuente de alimentación de Meaghdose. San Orffelios comenzó su plantación y nosotros seguimos la tradición. ¿Te han gustado?

Tthor no respondió de inmediato. Aún sentía en su boca un dejo de acidez algo picante que le había quedado desde el primer bocado.

- Sí,- asintió- son ricas aunque un poco picantes.

- ¿Picantes?- se extrañó Darius- Las papas del aire no pican. En fin, debemos encontrar una manera de que aprendas a ubicarte en este lugar y no te pierdas. Pero no te preocupes,- agregó al ver que Tthor se sonrojaba- el lugar es gigante, a todos les cuesta orientarse al principio.

- ¿Hace mucho que vives aquí?

- Yo nací aquí, al igual que mi padre. Somos descendientes directos de los Eddas o enanos Blancos. Hemos servido a tu familia por generaciones.

- ¿Mi familia?

 Darius carraspeó y se mordió el labio nervioso.

- Bueno…después de todo…tienes que enterarte, aunque tu madre no esté de acuerdo… Tú eres descendiente de los Blumber. El Señor Dedalus es algo así como un tío lejano, en cuarto o quinto grado. Tienes un árbol genealógico bastante largo así que no me pidas que te lo explique con detalles. El caso es que eres hijo de Samej; él era del linaje de los Asís, una de las familias fundadoras de este pueblo.

A Tthor se le hizo un nudo en la garganta y sentía que difícilmente podía seguir respirando. Darius pensó que quizá había hablado demasiado y calló un instante.




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