- ¿No me dirás lo que pasó en el monte Ri?- preguntó una mañana Lee-Won.
Tthor trató de hacerse el desentendido, mientras terminaba de ponerse la zapatilla.
Su moreno amigo lo miraba con bastante insistencia, mordiéndose el labio, una y otra vez. Avanzó un paso más, parándose en la entrada de la habitación.
- “¡Buenos Días, Tthor!...¿Cómo amaneciste?”… “Bien, gracias, ¿y tú, Lee-Won?”…
Lee-Won hizo una mueca de burla y , tratando de poner un rostro serio y ofendido, dio medio vuelta, resuelto y enfiló hacia el pasillo.
Tthor lo miró de reojo, dio un suspiro bastante sonoro y dijo:
- Si me ayudas a encontrar mi otra zapatilla, te lo cuento todo…
Luego de que Lee-Won le señalara dónde estaba y Tthor le quitara una araña despistada que estaba tejiendo su tela entre los cordones, salieron los dos jóvenes en una carrera alocada al patio principal de Warghost.
Se sentaron exhaustos en un borde de la fuente que contenía la piedra de Kabanor y, por unos minutos, se quedaron en silencio, recuperando el aliento.
-¿Qué tienes que aprender hoy?- quiso saber Lee-Won, mientras rozaba con sus dedos el agua espumosa de la fuente.
- Arco y flecha.- respondió sombrío Tthor, previendo desde ese mismo momento cuán desastroso sería, pues a la luz del día no veía ni siquiera lo que había frente a sus narices, mucho menos un blanco a varios metros adelante.
- Tengo un rato libre, antes de ir a las caballerizas. ¿Puedo acompañarte?- preguntó el jovencito mojándose los largos y revueltos rulos oscuros que poblaban su cabeza.
Y con un Tthor más animado por la compañía del jovencito, fueron al campo de tiro de Warghost: un enorme espacio abierto, con el suelo cubierto por una gramilla amarillenta y seca y un grupo de abetos alineados a unos treinta metros, con marcas y círculos pintados en sus troncos.
A un costado se alzaba una especie de plataforma con arcos de diversos tamaños y materiales: metales brillantes; otros, opacos ; maderas trabajadas, algunas más rústicas , otras más elaboradas y carcaj de cuero llenos de flechas con terminaciones perfectas de plumas coloridas.
El profesor Evans no estaba por ningún lado, lo que tranquilizó visiblemente a Tthor. Caminó hacia el arco más próximo, lo tomó, se hizo también de un carcaj y se encaminó hacia el centro del campo de tiro, parándose con cuidado sobre una equis marcada con cal blanca en el suelo seco.
- ¿Cómo sabes lo que tienes que hacer?- preguntó Lee-Won mientras se paraba detrás de Tthor, a una distancia prudencial.
- El profesor Evans me lo explicó ayer, pero la verdad es que no recuerdo demasiado. Mi cabeza aún estaba en aquella cueva.
- ¿Qué pasó allí? ¿Qué hacías en el monte Ri?
- No sé cómo llegué. Soy sonámbulo.- respondió Tthor, tratando de acomodar una flecha en el arco tenso y pesado de metal que había agarrado.
- ¿Noel te encontró?
- Sí, justo cuando el grifo nos atacó. Y allí, - dijo Tthor apuntando con dificultad hacia uno de los abetos- creo que me caí al suelo…
- Y corrieron hacia las grutas…
- Y apareció otro grifo y…
- ¡No! Primero entraron al monte Ri y fue donde encontraste al cadáver empotrado en la pared.
- ¿Y luego…?- preguntó Tthor, bajando el arco y mirando a Lee-Won con una sonrisa.
- Y luego vomitaste toda la merienda y…
- ¿Y para qué me preguntas si ya lo sabes todo!- le reprochó Tthor, aún sonriente, retomando el arco, tensándolo y respirando profundamente.
- ¿Quiero saber sobre el grifo y el vuelo que tuviste con él?- Lee-Won se acercó a Tthor y le buscó la mirada.
Tthor no le hizo caso y tensó un poco más el arco. Disparó, luego de varios segundos, deseando que no le sucediera lo mismo que le había pasado durante la práctica del día anterior.
Lee-Won se preparó para lo que pensaba iba a ser un tiro prefecto, después de verlo tan concentrado con el arco en máxima tensión. Pero la flecha cayó al suelo, a menos de un metro por delante de ambos.
Tthor bajó el arco y miró instintivamente hacia la entrada trasera de la abadía, que desde allí se veía bastante cercana. El profesor Evans seguía sin aparecer. Y Tthor suspiró algo aliviado.
- Vamos a ver…¿Por qué no pruebas con algo más pequeño y liviano? Por ejemplo…con éste…- Lee-Won le alcanzó un arco aparentemente más dócil y simple.
Cambiaron el carcaj por otro más chico y volvieron al centro del campo de tiro.
- Apunta al círculo rojo…- le sugirió el muchacho, parándose a su lado.
- No lo veo…-suspiró Tthor desanimado.
- Allí, frente a ti, en el árbol más alto.
- Tampoco veo demasiado el árbol, veo muy poco a la luz del día…
Lee- Won pensó un momento y luego sugirió:
- ¿Y si yo me paro a un lado del árbol y te hablo desde allí para que te ubiques y sepas a dónde disparar…?
- ¿Y si por esas casualidades casuales de la vida logro que mi flecha llegue hasta allí y en vez de darle al árbol te doy a ti…?
Lee- Won soltó una carcajada.
- “Casualidades casuales”… eso me gustó…
Tthor también rió divertido.
- Bueno, me quedo aquí, junto a ti, pero dispara, hacia cualquier lado, ¡pero dispara ya!
Tthor, en una oleada de confianza, tomó el arco lo tensó y disparó sin esforzarse demasiado en buscar un blanco. La flecha salió disparada un par de centímetros adelante y cayó justo al lado de la primera.
El muchacho esperó una burla de su amigo pero Lee-Won lo miró serio. Tthor le agradeció ese gesto en silencio.
- Preferiría volver al monte Ri, antes que seguir haciendo el ridículo con esto.
Lee-Won lo miró por unos instantes. Tthor le devolvió la mirada y algo en aquellos ojos negros lo hizo sentirse mejor. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Lee-Won también le sonrió.
- ¿Cómo fue el vuelo del grifo?
- Por primera y única vez en mi vida, me sentí libre, aunque iba de cabeza…
Lee-Won sonrió aún más, ampliamente satisfecho con la respuesta.