Tthor Prayer y la paila de Orffelios

19- ruinas

Tthor fue depositado con cuidado sobre una roca grande y plana que yacía bajo el cobijo de frondosos árboles, cuyos troncos altos, nudosos y veteados formaban a su alrededor una especie de pared protectora.

El perro pareció observar, durante varios segundos, el rostro inconsciente del muchacho. Luego, olfateó su pantorrilla, justo en los tajos que las ramas del arbusto habían provocado, atravesando primero el pantalón y luego la propia piel pálida. Los cortes no parecían tener profundidad. El perro siguió olfateando otras partes del cuerpo del jovencito, hasta que el sonido de una rama rompiéndose, a unos pocos metros, lo puso en alerta. Movió las orejas, irguiéndolas para escuchar más. Tornó sus ojos hacia un costado y soltó un gruñido amenazador. 

Unos colmillos amarillentos brillaron entre las ramas de un arbusto cercano. Otros varios pares de colmillos aparecieron por detrás. 

El perro negro retrocedió unos pasos, buscando deliberadamente empapar sus patas en el charco de sangre que Tthor había dejado en el camino, miró de reojo al niño que aún seguía dormido y salió corriendo a toda carrera por un sendero estrecho que descendía al valle. Una jauría completa de lobos salvajes surgió del matorral y comenzaron una carrera de persecución contra el can que parecía correr más rápido; pues los lobos , comparados con él, lucían famélicos, sarnosos y parecían arrastrar restos de cadenas que colgaban de sus cuellos y patas, los que los volvían aún más lentos.

Una brisa fría y algo violenta golpeó a Tthor en el rostro, justo en el momento en el que un aullido desgarrador provino de la mismas dirección por donde se había ido la jauría. El joven se movió un poco pero no abrió los ojos. 

De repente, la brisa se convirtió en un humo denso y se tornó roja como la sangre que envolvió al muchacho hasta cubrirlo completamente, justo cuando un par de lobos rezagados aparecían por el camino. Olfatearon en el aire, la sangre fresca de Tthor en el camino. Y sin perder tiempo ni percatarse del joven desmayado, emprendieron la carrera, siguiendo los rastros del perro y la jauría.

Unos segundos después, el denso humo que cubría a Tthor, se elevó en forma de espiral y desapareció, como absorbido, atravesando el espejo que sobresalía de la mochila abierta del joven, tirada a unos centímetros de su cuerpo. Y justo cuando la brisa fresca que ahora volvía a soplar sobre el rostro de Tthor, se oyeron unos pasos arrastrados que se acercaban,  algo torpes. 

Un cuerpo lastimado se dejó caer al lado del muchacho y unas manos temblorosas comenzaron a zarandearlo. 

- ¡¡¡Tthor!!! ¡Despierta! ¡Por favor, Tthor!

Pero el muchacho no parecía reaccionar.

-¡¡¡Por favor!!!- lloraba la voz- ¡¡¡Que no esté muerto!!! ¡¡¡Que no esté muerto!!!

Tthor dio un gemido leve y entreabrió los ojos. 

-¡¡¡Estás vivo!!!- dijo la voz y le acercó a los labios una cantimplora colmada de agua fresca.

Tthor bebió unos tragos y sintió que la boca y la garganta se le limpiaban. Abrió los ojos un poco más y vio a quien lo estaba ayudando.

- ¡Lee- Won!- pronunció tosiendo- Vine a…rescatarte…

El joven moreno sonrió entre lágrimas y susurró:

- Sí, puedo verlo.

Lee- Won no sabía si preocuparse más por los cortes en el rostro de Tthor, el tajo en la pantorrilla que aún sangraba bastante o por el hecho del que muchacho seguía tosiendo casi compulsivamente. 

- Bebe un poco más de agua.- le sugirió.

Tthor bebió varios tragos largos antes de recuperarse del todo. Con bastante esfuerzo se sentó sobre la piedra en la que había estado acostado. Y cuando puso los pies en la tierra congelada, notó el corte en su pantalón.

- ¿Qué te sucedió?

- Fue…con un arbusto.- recordó Tthor, mientras se revisaba la pierna- Y luego…

- ¿Y luego qué…?

- No estoy seguro…

Lee-Won recorrió con la vista los alrededores y señaló una planta de hojas carnosas y frutos pequeños y azules.

Tthor asintió sin dudar.

- No te preocupes.- le aseguró Lee-Won, limpiándole la herida con la manga de su camiseta y presionando un poco buscando parar el sangrado, lo que ocurrió casi de inmediato.- No son demasiado venenosas.

- ¡Ah! ¡Qué bien!- dijo Tthor un poco burlón, pero sonriendo. 

- Quise decir que, con el corte leve que tienes, no pasó demasiado veneno a tu sistema sanguíneo, además las moradas – explicó el muchacho señalando un arbusto más alejado- son las mortales.

- ¿Y tú? ¿Estás bien?- quiso saber Tthor escudriñándolo de la cabeza a los pies.

- Yo estoy bien.- le contestó Lee- Won, incorporándose, tratando de disimular una mueca de dolor.

Tthor se dio cuenta y le preguntó:

- ¿Qué te pasa? ¿Qué te duele?

- ¡Nada!

- ¿Qué le pasó a tu hombro?

Lee- Won lo miró sorprendido.

- ¿Cómo sabes que tengo algo en el hombro?

Tthor sonrió.

- No es que me haya dado cuenta porque tienes un hombro más bajo que el otro o porque no has dejado de tocarte el hombro en todo momento o porque traes una cara que…

- Sí, sí, está bien.

Lee- Won se desplomó al lado de Tthor, dando un gran suspiro. 

- A ver, dame la mano…Lo vamos a poner otra vez en su lugar…- le dijo Tthor mientras colocaba su pie en el hombro de Lee- Won, ejerciendo una leve presión y tirando su cuerpo hacia atrás, sujeto con fuerza a la mano del joven.

Lee- Won lo miró serio pero no dijo nada.

- La señora Nogg me ha tenido que acomodar el hombro, en un par de ocasiones.

Lee- Won lo miró boquiabierto y quiso saber más. Pero Tthor se preparó y le dijo:

- Contaré hasta tres…- y de inmediato el rostro de Murk y la escena del Kraken se le apareció en la mente.

Con una leve sonrisa empezó a contar:

- ¡A la una…!

Lee- Won cerró los ojos y frunció el ceño, esperando el dolor que pronto llegaría.

- ¡A las dos…!

Y en seguida, el joven moreno soltó un grito ahogado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.