Un rayo desgarró el cielo en dos partes, justo encima de los jovencitos, quienes quedaron paralizados de terror durante varios segundos, a corta distancia del borde del desfiladero. Con las manos apoyadas en las rodillas, trataron de recuperar el aliento, después de una carrera bastante accidentada.
Tthor, sintiendo el peligro tocándoles las espaldas, volvió a tomar a Lee- Won de la mano y comenzó el ascenso al puente móvil, que se elevaba gradualmente hasta terminar en la otra cara del desfiladero.
- Le faltan algunas tablas. Tú, sígueme y yo te aviso cuando tienes que dar un paso largo, ¿de acuerdo?
Lee- Won se aferró a los hombrs de Tthor y comenzó a caminar detrás suyo, pues el puente angosto sólo permitía a un caminante por vez.
Un gruñido demasiado cercano hizo trastabillar a Tthor, que se agarró con fuerza de los costados. Las sogas que servían de barandal estaban viejas y roídas. Las manos de Tthor se resbalaban por la lluvia que parecía no tener fin.
Ante un nuevo gruñido, los jóvenes se dieron vuelta, esperando un ataque inminente. Pero quedaron paralizados frente a lo que vieron: un enorme perro negro, empapado hasta los huesos, parapetado al inicio del puente, mostrando sus colmillos a una media docena de lobos escuálidos y visiblemente rabiosos que lo observaban, también haciendo muestra de sus dientes afilados, a una distancia prudencial.
Tthor reconoció de inmediato al perro. Era ya, a esas alturas, su guardián personal.
- Debemos seguir avanzando.- dijo Lee- Won, quien había vislumbrado la escena por el resplandor de un relámpago lejano.
Tthor dudó. Sabía que podían seguir camino pero no estaba seguro de querer dejar al perro sólo contra seis ó siete lobos hambrientos, por más que éste los superara en tamaño y en peso.
El perro pareció entender la situación porque tras unos ladridos, emprendió la carrera hacia los jóvenes y, pasando por entre sus piernas, llegó como un rayo hacia el otro extremo del puente. Y desde allí, los miró agitado.
Tthor se preocupó pues ahora quedaban a merced de los lobos, los cuales se acercaban al borde del puente, mostrando sus colmillos. Lee- Won no distinguía claramente la escena pero la mano apretada de Tthor lo puso en alerta.
- ¡¡¡Corre!!!- le gritó Tthor sin soltarlo.
Y emprendieron la carrera, pegados a la pasarela, con los lobos pisándoles los talones. Pero antes de que la desesperación paralizara a los dos muchachos, una centella fuerte y devastadora cayó en la base del puente, incendiando las sogas y los primeros tablones, soltándolo del extremo del desfiladero.
Tthor le gritó a Lee- Won que se sujetara y se asió con fuerza a las sogas que tenía más cerca.
- ¡¡¡Lee- Won!!!- exclamó Tthor cuando notó que las tablas bajo sus pies se agitaba.
- ¡Estoy bien! ¡Estoy bien!- respondió el jovencito colgado de un extremo de la madera que había encontrado cuando sintió la advertencia de Tthor.
El puente que ahora colgaba de un solo extremo, se balanceaba agitadamente de un lado a otro, golpeando en cada movimiento contra los bordes del desfiladero. Tthor miró hacia abajo, en dirección al río, comprobando que alguno de los lobos que habían caído al agua, se alejaban nadando a contra corriente. Y los dos que habían quedado al borde de la otra cara de la montaña, los miraban desconcertados. Un nuevo rayo, algo más débil que el anterior, obligó a los dos animales salvajes a desaparecer detrás de unos arbustos.
Después de varios tumbos, las sogas y los pocos tablones que aún estaban intactos, quedaron pegados a la cara chorreante de la montaña. Tthor miró hacia arriba y notó que unos veinte metros lo separaban de la cima. Y allí arriba, unos ojos grandes lo miraron fijamente, para luego desaparecer en la oscuridad.
El joven contó seis ó siete tablones intactos y supuso que serían suficientes para llegar hasta la cúspide.
- Lee- Won, -dijo Tthor, mirándolo por debajo de su brazo- ¿todo bien?
- Sí, sí…Debemos ascender. ¿Cómo ves todo allá arriba?
- Hay algunos tablones. No te despegues de la montaña…ni de mí.
- ¡No lo haré!
Comenzaron a ascender lentamente escalón a escalón. Treparon los últimos tramos, con bastante dificultad, hasta que Tthor, quien se puso a resguardo primero, tomó con ambas manos a su amigo y lo jaló hacia arriba haciendo un esfuerzo sobrehumano, ya que la cara del desfiladero era bastante empinada y las manos mojadas del joven hacían difícil un agarre seguro.
Cuando Lee- Won logró treparse por completo, fue recién cuando Tthor lo soltó. Cayeron los dos vencidos por el esfuerzo y con sus cuerpos temblando por la adrenalina del momento.
Tthor pensaba que había sido una suerte que Lee- Won no pudiera ver el fondo del desfiladero. Pues era una vista aterradora y habían estado bastante cerca de caer en picada.
- ¿Cómo estás?
Lee- Won tenía el rostro cubierto con ambas manos.
- ¡Háblame!- le dijo Tthor , nervioso.
- Estoy bien…, estoy bien…- contestó Lee- Won bajando las manos- ¿Y tú? No puedo creer lo que nos acaba de suceder.
Tthor no respondió.
- ¡¡¡Y todo por mi estupidez!!!- Lee- Won sollozaba agitado- ¡Casi hago que mi mejor amigo muera por una estúpida idea mía! ¡Perdóname, Tthor!
Tthor no sabía qué decir, así que hizo lo único que se le ocurrió: abrazarlo con fuerza y tratar de consolarlo.
- Yo te seguí y fue mi decisión…- le susurró Tthor, después de unos momentos, aferrándolo a su pecho.
- ¿Por qué lo hiciste?- Lee- Won apenas podía hablar.
- Tú lo has dicho. Soy tu mejor amigo. ¿No serías tan egoísta de privarme de esta aventura?
Lee- Won apenas sonrió. El cuerpo le temblaba levemente.
La lluvia, ahora convertida en una fina película escarchada, se mezclaba con las lágrimas que Lee- Won derramaba en silencio. Antes de que Tthor pudiera consolarlo, algo lo empujó hacia atrás, haciendo que cayera de espaldas. Cuando trató de entender lo que había pasado, Lee- Won comenzó a reír a carcajadas.