- ¡¡¡Está muerto!!! ¡¡¡Está muerto!!!- gritó Lee- Won llegando a tropezones a la sala comedor, llevándose por delante una de las columnas de la entrada.
Los Blumber miraron con curiosidad al jovencito que los veía desde el primer escalón con los ojos desorbitados.
El Profesor Evans dejó la taza de té sobre un platito labrado, con bastante tranquilidad, torciendo levemente el labio, en señal de disgusto.
- ¿Por qué un…sirviente interrumpe nuestro desayuno de esa forma tan grosera?- habló sin mirar a nadie en particular.
Darius carraspeó ruidosamente, buscando llamar la atención de Lee- Won quien respiraba agitadamente.
- Profesor Evans, no es tan grave, no se exalte usted por cosas tan insignificantes como ésta…¿Me pasas la leche, Darius?- dijo Rémona levemente divertida por la reacción de Persseus Evans.
Darius volvió a carraspear y agregó una tos poco natural.
- ¡Darius! ¡La leche!- ordenó Rémona señalando su taza vacía.
- ¡¿Es que nadie me va a prestar atención?! ¡He dicho que está muerto! ¡¡¡Es que nadie piensa hacer nada!!! ¡¡¡Darius, por favor!!!
- ¿Quién está muerto, querido?- preguntó la señora Mariamne, utilizando un divertido tono de voz, como si se dirigiera a un niño de tres años- ¿Cuál es su nombre?- pronunció en voz baja, acercándose a su marido.
- Creo que es…Lo- Ween…
- ¡¡¡Lee- Won!!!- estalló el muchacho furioso, mientras subía los escalones a grandes zancadas.
Llegó hasta la mesa y , rojo como un tomate, jaló el mantel hacia un costado, desparramando en el suelo todo lo que había sobre ella. Las jarras y las vajillas se hicieron añicos contra el piso, todos los líquidos saltaron por los aires y volaron, también, los cuchillos en punta, pasando uno de ellos peligrosamente cerca de la oreja del Profesor Evans.
Esto hizo que su rostro se transformara. Su mirada se volvió turbulenta, su respiración se aceleró. Se levantó intempestivamente de la silla, con tanta violencia que la empujó varios metros hacia atrás al dar el primer paso, enganchándose en su pata delantera, el taco alto de su bota de cuero. Perdió el equilibrio y tuvo que sujetarse de los bordes de la mesa para no caerse.
Antes de que cualquiera de las otras personas que estaban allí pudieran reaccionar, salió disparado hacia Lee- Won y lo tomó por el cuello con sorprendente destreza. Lo levantó en el aire, a varios centímetros por sobre su cabeza y lo llevó hacia una pared.
Rémona soltó un grito de horror y los Blumber se taparon los ojos. Darius soltó los restos de cerámica que había estado juntando y corrió hacia el Profesor Evans. Estaba decidido a impedir que aquel hombre le hiciera algún daño al pequeño Lee- Won, aunque sabía que enfrentarse a Persseus Evans, probablemente le costaría su puesto.
El Profesor miró a Lee- Won con profundo odio y le dijo en voz baja pero amenazadora:
- ¿Qué excusa tienes para que no te estrangule en este instante, sirviente?
Lee- Won lo miró desafiante a pesar de que ya estaba sintiendo la falta de aire. Y con voz ronca pero decidida dijo:
- ¡¡¡Tthor Prayer está muerto!!!
Las palabras del jovencito tardaron unos segundos en ser completamente entendidas. Un silencio glacial inundó la sala y dejó a todos paralizados como estatuas. Pero un momento después y pasado el estupor inicial, la mano que apretaba el cuello de Lee- Won se aflojó de golpe como si se hubiese quemado. La mirada del Profesor Evans se clavó, por unos instantes, en el joven moreno que yacía ahora a sus pies, desmoronado por la caída. Lloraba en silencio, agarrándose la cabeza y balanceándose hacia atrás y hacia delante con nerviosismo.
- ¿Dónde está?- le preguntó Evans con un tono de voz completamente distinto al anterior.
- En su habitación…- dijo Lee- Won- Lo fui a despertar pero no responde...¡¡¡ESTÁ MUERTO!!!- gritó y se volvió a tapar la cara con las manos.
El Profesor Evans salió corriendo del Gran Salón, ganando bastante ventaja sobre los demás, que varios segundos después salieron tras él. Los pasillos y escaleras que tuvo que atravesar le parecieron interminables. Llegó agitado a la puerta del cuarto de Tthor, que estaba totalmente abierta.
Por un momento, mientras corría, albergaba la esperanza de que todo fuera una broma pesada, un mal entendido o una exageración. Pero al ver el rostro de Tthor, extremadamente pálido y ojeroso, se le vino el alma a los pies. Caminó hacia él, respirando con dificultad. Estaba tapado con una gruesa manta hasta el mentón y el cabello rojo de la frente estaba totalmente empapado en sudor.
Rémona entraba a la habitación, justo cuando el Profesor posaba su mano temblorosa en la frente del muchacho. Y su rostro se horrorizó cuando la notó hirviendo. Le examinó las pupilas y posó sus dedos en el cuello, buscándole el pulso.
Los Blumber llegaron a la puerta visiblemente agitados. Nadie dijo nada hasta que luego de un profundo suspiro, el Profesor Evans logró articular palabra y mirando a todos, anunció:
-¡¡¡Está vivo!!!
Darius llegaba justo al comienzo del pasillo para enterarse de la buena noticia. Rémona sonrió nerviosa y los Blumber exclamaron a dúo:
- ¡Gracias a San Orffelios!
Lee- Won se apoyó contra una pared, en el pasillo. Cerró los ojos y agradeció en silencio por el milagro.
El Profesor Evans le quitó la manta a Tthor y comenzó a revisarle los brazos y el torso.
- ¿Por qué no reacciona?- quiso saber Rémona, acercándose a la alta cama con dosel.
- ¿Qué ha comido? ¿Ha vuelto a comer papas del aire?- preguntó Dedalus Blumber desde la puerta.
- No lo creo. Esto no es una reacción alérgica. No está hinchado…ni tiene marcas como la vez anterior.- explicó Evans, examinando con cuidado las manos del muchacho.
Impaciente por no encontrar la causa aparente del problema, el Profesor Evans miró hacia la puerta.
- ¡Traigan al sirviente!
Rémona retrocedió unos pasos con la intensión de salir en busca de Lee- Won pero éste ya había aparecido, con timidez, asomando la cabeza y medio cuerpo por un costado de la puerta.