- ¿Cómo supiste que la pared era falsa?- le preguntó Lee- Won a Tthor mientras bajaban por unos escalones herrumbrados hasta una cámara subterránea.
- No lo sabía…- contestó Tthor, mirando alrededor.- ¿Y tú por qué no me dijiste que ésta era ésa noche en la que las baldanders regresaban a la vida?
- ¡Sí, te lo dije!- replicó Lee- Won en un susurro- La noche de San Valentín…
- No, no lo habías mencionado. Como tampoco habías mencionado que hay más de dos estatuas que vuelven a la vida…
Lee- Won se mordió el labio, nervioso.
- Sólo un par más…su néquito.
Tthor lo miró extrañado y dijo:
- ¿Su qué?
- …néquito…
- ¡Séquito!- bramó Tthor.
- Sí, eso ¿y yo qué dije?- se defendió el jovencito.
- Un par más…
- Un par de docenas más…- dijo Lee- Won como al pasar.
- Debí imaginarlo…- dijo Tthor, mirándolo sonriente.
Miró a su alrededor. La sala era grande, con paredes altas, abovedada e iluminada por varias antorchas encendidas, dispersadas por todo el lugar.
- ¡Qué extraño!- dijo Lee- Won, mirando alrededor- ¿Para qué construir un lugar tan amplio y tomarse el trabajo de hacerlo bajo tierra para tenerlo vacío?
- Está vacío ahora.- reflexionó Tthor- Pero hubo un tiempo en el cual este lugar albergó algo…
- ¿Cómo lo sabes?
- Mira el suelo.- señaló Tthor- Hay marcas aquí. Hubo algo en el centro.
Lee- Won vio con claridad que el piso estaba marcado en cuatro lugares diferentes.
- ¿Una mesa, quizás?- preguntó Lee- Won, viendo de cerca una de las marcas.
- Tal vez…- dijo Tthor en voz baja, mientras escudriñaba una pared.
Sus dedos se toparon con un ladrillo suelto que parecía tener un color diferente que el resto. Tthor lo miró con curiosidad y, antes de pensar en algo más, lo empujó hacia arriba.
Dos cosas sucedieron al mismo tiempo: un ruido seco se escuchó en la pared de enfrente y otro ruido, más metálico y desafinado, provino del techo.
Tthor se dio vuelta, a tiempo, para ver como la pared de atrás se abría a la mitad y bajaba del cielo raso una estructura enjaulada que llegó al piso, en una fracción de segundos, cerrándose con cuatro patas que calzaron exactamente en las marcas del suelo.
Lee- Won se vio rodeado por completo por las rejas. Se aferró a ellas y miró a Tthor con aprehensión. Tthor se dio vuelta y tomó, con ambas manos, el ladrillo que había movido, pero antes de volverlo a su posición original, un grito de Lee- won lo sobresaltó. Vislumbró una sombra sobre la pared que tenía frente a él y se agachó instintivamente. Miró hacia arriba, al escuchar un ruido seco y vio, clavada en la pared, justo donde había estado su cabeza, una hoja filosa.
Abrió bien los ojos, sin poder dar crédito a lo que veía: una baldander de casi dos metros de altura, con uniforme completamente de piedra y una espada larga y algo herrumbrada.
- ¡¿Tthor?!- gritó Lee- Won, alertándolo.
El jovencito miró hacia atrás y vio a otra baldander que arremetía hacia donde él estaba. Se agachó y se cubrió la cabeza con ambas manos, esperando el filo de la espada clavándosele en alguna parte del cuerpo. Pero sólo le llegó un ruido metálico. Con curiosidad, miró de reojo, por entre sus brazos y vio a las dos baldanders enfrentándose, espada con espada, en una pelea colosal.
Con cada golpe de las hojas filosas, se desprendían pequeños trozos de roca de los cuerpos fornidos.
- ¿Por qué se pelean?- susurró Tthor
Un casco salió volando hacia el muchacho. Tthor lo miró y empezó a comprender lo que sucedía. Sin perder tiempo, aprovechando la pelea entre los dos colosos, corrió hacia la pared de enfrente y bajó el ladrillo suelto.
La jaula de hierro comenzó a elevarse. Y, apenas se despegó del suelo, Lee- Won pasó agazapado por debajo de ella y se unió a Tthor en una carrera desenfrenada por donde habían venido. Pero antes de llegar a la escalera ascendente, tuvieron que frenar. Tres baldanders bajaban por allí, a toda prisa.
Los muchachos volvieron sobre sus pasos hacia la cámara abovedada. Entraron justo cuando una de las estatuas hacía polvo a la otra, clavándole su espada en el pecho, atravesando su cota y provocando que ésta sangrara un líquido espeso y oscuro.
Tthor y Lee- Won se quedaron petrificados en el centro de la sala, viéndose rodeados por cuatro magnas figuras con sus espadas en alto, mirándolos fijamente. Tthor puso, instintivamente, a Lee- Won detrás suyo. Las baldanders emitieron un grito de guerra y se abalanzaron contra los jóvenes. Tthor se tiró sobre Lee- won, buscando protegerlo del ataque. Pero el ataque no llegó… Tthor miró sorprendido.
Las baldanders estaban frente a él, inclinadas en claras reverencias, con las cabezas hundidas en sus pechos y las espadas a un lado.
Lee- Won tardó varios segundos en comprender. Luego, se levantó, ayudando a Tthor a hacer lo mismo. Miró a las estatuas con asombro y susurró:
- Te reconocen como un Asís.
Tthor las miró sin poder creerlo. Dio un paso hacia delante y dijo:
- ¡Arriba, por favor!
Los guerreros se pusieron de pie de inmediato.
- Guíennos hasta Warghost.- dijo Tthor en voz baja pero firme.
Y la baldander que estaba más cerca de él, le señaló una pequeña puerta que Tthor no había visto antes, en una pared lejana.
- ¡Gracias!- dijo Tthor- Vuelvan al mausoleo a cuidar a la Reina Uquara.
Pero, cuando quiso dar el primer paso hacia la pequeña entrada, un par de baldanders entraron por la otra pared y una nueva lucha comenzó entre ellas y las cuatro que estaban en la cámara.
Tthor tomó del brazo a Lee- Won y enfiló hacia la pared contraria y se metieron por un cuadrado estrecho.
- Tú primera orden como Rey.- dijo Lee- Won, con una sonrisa.
- ¡Yo no soy Rey! Y si seguimos metiéndonos en problemas, no llegaré a serlo nunca.
Lee- Won se rió pero, al ver la cara seria de su amigo, comprendió que hablaba muy en serio. Pensó en decir algo, pero Tthor ya había avanzado unos metros. Lee- Won tomó una antorcha de la pared y lo siguió, en silencio.