El reloj del campanario de la vieja torre noroeste dio las doce. Tthor se levantó con sigilo para no despertar a Darius, quien sólo hacía una hora que se había acostado.
Se cercioró de que lo que había guardado en su bolsillo, antes de acostarse, aún estuviera allí. Y salió, a paso lento, hasta el pasillo oscuro.
Las estancias de los sirvientes de Warghost estaban detrás de las caballerizas, un ala para los hombres y otra para las mujeres, formando filas, todas unidas por un callejón techado, largo y estrecho. Todas eran pequeñas, de paredes desvencijadas con techo de paja seca mezclada con barro; algunas de las habitaciones tenían puertas rotas, otras, la mayoría, sólo contaban con paneles de madera agujereados por termitas, atravesados en los marcos, para evitar la entrada del viento frío del mar.
Tthor fue pasando uno a uno los cuartos. Todos estaban en silencio y oscuros. Caminó hacia el final del pasillo y se acercó al último, cuya puerta vieja estaba abierta de par en par, trabada con unas piedra; pues había quedado tan rota, que no había forma de que se mantuviera cerrada y se golpeaba con violencia en las noches ventosas.
El joven miró hacia el pasillo y se cercioró de que estuviera desierto. Se asomó por la puerta y, con una rápida mirada, notó que sólo una de las camas- si es que se les podía llamar así a un montón de paja, cartones húmedos y una manta que se amontonaban en un rincón- estaba vacía.
Volvió a mirar hacia el pasillo solitario y se arrimó al bulto que yacía acurrucado en un rincón, tapado con un par de mantas de color naranja. Se puso en cuclillas, a un lado, y lo observó por varios segundos.
Lee- Won dormía profundamente. Estaba sereno y relajado, a pesar de tener todo el cuerpo agarrotado por el frío. Tthor estiró una mano hacia su rostro y lo acarició suavemente. Luego siguió la línea de su cuello y le rozó un rizo que le caía por detrás de la oreja.
Una brisa fría se coló por entre las tablas finas y despegadas del techo. Tthor tembló un poco y retiró la mano del rostro de Lee- Won, un poco desconcertado, por su impulso anterior. Lo tomó de ambos hombros y lo zarandeó con suavidad, para que se despertara.
El joven moreno abrió los ojos sorprendido. Y miró a Tthor, quien estaba cerca suyo, viéndolo con una sonrisa. La luz de la luna que se colaba por una ventana pequeña, con solo la mitad de su vidrio intacto, le permitió vislumbrar a Lee- Won la mirada de Tthor, clavada en la suya.
Se incorporó sobre sus codos y, mirándolo bien de cerca, dijo con voz un poco ronca:
- Otra vez…, este sueño…
Tthor se rió.
- ¿Has soñado conmigo alguna vez?
Lee- Won se puso en alerta, al darse cuenta de que el verdadero Tthor estaba frente a él. Se incorporó un poco más y le tocó la cara.
- ¿Eres tú? ¿De verdad…?
Tthor sonrió y asintió.
Lee- Won miró hacia las mantas que estaban en el otro extremo de la habitación.
- Tu compañero se ha ido, otra vez, a beber corma.- le explicó Tthor, todavía sonriendo.
Lee- Won volvió su vista a Tthor y, un segundo después, dijo:
- Ya entiendo…Tienes otro ataque de sobambulismo.
-…Sonambulismo…- lo corrigió Tthor, sin poder evitar tentarse de risa.
- ¿Estás despierto? ¿Estás seguro?- Lee- Won le volvió a tocar el rostro, para asegurarse de que fuera el verdadero Tthor quien estaba allí, a media noche, junto a su cama.
- Sí, Lee- Won.- le susurró Tthor, metiendo su mano en el bolsillo.
- No es que no me guste que estés aquí…pero…¿has venido por algo en particular?
- Sí…, he venido…a verte…
Lee- Won lo miró, entrecerrando los ojos.
- Claro…porque hace como dos horas que no me ves…
Tthor soltó una carcajada.
- Está bien, si te molesto, me voy.- dijo el muchacho, haciendo un ademán para levantarse.
- ¡No, no, no te vayas!- le dijo Lee- Won con urgencia en su voz y agarrándolo de un brazo.
Tthor lo miró serio por un par de segundos, sin decir nada. Lee- Won sentía que su corazón le iba a estallar dentro de su pecho y trataba de convencerse de que no estaba soñando. Y cuando intentó decir algo, la voz suave de Tthor lo sorprendió:
- ¡Feliz cumpleaños!
Lee- Won sonrió conmovido. Miró a Tthor sin ser capaz de articular palabra.
Tthor estiró su mano, con el puño cerrado, frente a Lee- Won y le dijo:
- Quería ser el primero en desearte feliz cumpleaños. Por eso vine apenas el reloj dio las doce. Y…te he traído un regalo…
Lee- Won seguía sin poder hablar. Estaba perplejo. Y la cercanía de Tthor, allí, frente a él, a solo unos centímetros le hacía temblar todo el cuerpo.
Tthor abrió su mano, mostrando su regalo: una piedra verde jade, con una equis con gancho, grabada en ella, unida a un cordón negro brillaba a intervalos por la luz que venía de afuera.
- Me hubiese gustado darte un regalo mejor. Pero…no tengo dinero para comprarte nada digno.
Lee- Won estiró su mano, con mucho esfuerzo y rozó la piedra oscura, con sus dedos. Tocó también , y sin querer, la palma de la mano de Tthor y sintió una pequeña descarga que le hizo cosquillas.
- Es un camafeo. Lo abres así…- explicó Tthor mientras abría la piedra, a la mitad- y puedes guardar adentro algo que quieras mucho.
- Tthor…- susurró Lee- Won, tomando la piedra- Es hermoso…se parece al símbolo de las baldanders…
El joven sonrió.
- Perteneció a mi padre. Es una de las pocas cosas que tengo de él. Sé que fue muy importante para él y para mí, también lo es.
Lee- Won abrió grande los ojos y comenzó a mover la cabeza negativamente.
- No puedo aceptarlo.- le dijo, tratando de devolvérselo.
Tthor se paró y caminó hacia la puerta.
Lee- Won lo siguió.
- Es tuyo…y fue de tu padre…No tienes que dármelo.- le dijo el jovencito, parándose a su lado.
- Me voy a enojar si no lo aceptas. ¡Quiero que tú lo tengas!
- Pero…es importante para ti.