Tthor miraba de reojo hacia la casa del viejo Yalfom. Las cortinas estaban descorridas, lo que revelaba que sus habitantes ya estaban despiertos.
- No sé si sea buena idea ir a hablar con él.- dijo Lee- Won, sentado a un lado de Tthor, mientras devoraba su tercer porción de torta de miel.
- Tiene mala fama. Es gruñón y…viejo.- agregó Noel, quien estaba ubicada al otro lado de Tthor y disfrutaba de su propia porción de tarta- Cuentan historias horribles sobre él y sobre toda su familia; dicen que su esposa es malvada y sus hijos, despreciables.
Tthor dio un suspiro y movió lentamente la cabeza, de un lado al otro.
- Si no hacemos algo…con el perro, no tendremos huerta. Además me parece necesario que nos conozcan. Estamos muy cerca de su propiedad. Y realmente quiero tener una huerta. Ya estoy cansado de vivir a pan y queso.- se quejó Tthor, mirando con desagrado los kilómetros y kilómetros de plantaciones de papas del aire que prácticamente lo rodeaban.
Lee- Won dejó a un lado su plato vacío, miró a Tthor decidido y declaró:
- ¡Yo voy contigo!
- ¡Lee- Won! Tu madre te necesita, urgente.- le gritó Darius, avanzando hacia ellos.
- Yo voy contigo.- dijo Noel, mirando a Tthor con una sonrisa.
- ¡Ah, Noel! Tu tío me manda a decirte que tienes que encargarte de la zapatería, toda la mañana.- anunció Darius, un poco más cerca.
Tthor rió divertido.
- ¡Vayan!- dijo Tthor- Luego vemos qué hacemos…
Los dos jóvenes se levantaron y lo saludaron.
Lee- Won miró a Tthor y le preguntó, bajando la voz:
- ¿Nos vemos más tarde?
Tthor le contestó con una amplia sonrisa.
- ¿En qué piensas, Tthor?- le preguntó Darius, parándose a su lado.
El jovencito se puso de pie y miró hacia delante, donde antes había estado la huerta y ahora no era más que una parcela helada, descuidada, con tierra apelmazada formando montículos.
- No sé explicarlo. Pero siento una fuerte necesidad, aquí adentro,- dijo Tthor frotándose el pecho con la mano- de lograr que esas semillas den frutos.
- Anoche tuvimos la primera tormenta de nieve. Dudo que esas semillas germinen con tanto frío.- dijo Darius con seriedad.
- Son semillas para el frío.- comentó Tthor, como al pasar.
- ¿Cómo lo sabes?- le preguntó el hombrecito, mirándolo con curiosidad.
- Del mismo modo en el que sé que esa huerta es importante. Por intuición… Confío en Murk. Y si Murk me dio ese libro , con esas semillas, es porque quiere que yo las plante.
Darius se quedó pensativo.
- Tengo que irme…- dijo unos minutos después- Tú quédate un rato, yo me encargo de lo tuyo. Piensa cómo vas a solucionar esto.
- Gracias, Darius. En unos minutos te alcanzo.
Darius volvió a la abadía a paso presuroso.
Tthor respiraba nervioso mientras se acercaba a lo que quedaba de la huerta. Volvió su vista a la casita que se alzaba sobre la colina y comenzó a caminar de un lado a otro, con las manos en los bolsillos.
Indeciso, avanzaba unos pasos hacia la colina y luego volvía hacia la huerta, sintiendo cómo le sudaban las manos.
- Te enfrentas a lobos fenrir, a grifos, a estatuas vivientes…¡con espadas!- se dijo a sí mismo Tthor- y ¿ no puedes enfrentarte a una simple persona de carne y hueso…?
- ¿Ahora te ha dado por hablar solo…?
Tthor se sobresaltó. No se había dado cuenta de que Lee- Won se había acercado a él, a paso sigiloso y con una mueca en los labios.
- ¿Qué pasa?- le preguntó Lee- Won.
- Pasa que…tu mejor amigo es un cobarde.
Lee- Won se puso serio.
- ¡Mi mejor amigo no es ningún cobarde!- exclamó- Sucede que está empezando a ser precavido… y ya no se mete en tantos líos como antes.
Tthor lo miró fijamente. Lee- Won sintió que, ante aquella mirada que era la que a él le gustaba, el corazón se le estaba empezando a acelerar. Y, antes de perder el control, miró hacia la huerta y dijo, tratando de parecer natural:
- ¿Qué estás tramando?
- ¿Por qué?- preguntó Tthor a la defensiva, molesto porque su amigo no le había devuelto la mirada- ¿Qué me dirás? Sí, ¡ya sé! Que no me meta más en líos.
- …En lo posible… Pero si lo haces, cuenta conmigo.
Tthor sonrió y volvió a clavarle la mirada a Lee- Won, quien esta vez no la evitó.
- Tranquilo.- dijo Tthor, mirando a su amigo sin pestañear- No me meteré en ningún lío.
Lee- Won se mordió el labio y, en voz baja, le preguntó:
- ¿Te acuerdas que hace unos días, tenía algo para mostrarte?
- Sí…- Tthor sentía que la adrenalina comenzaba a circularle por todo el cuerpo.
Lee- Won metió la mano en su bolsillo y sacó un trozo de pergamino doblado en cuatro.
Tthor lo interrogó con la mirada.
- ¿Te acuerdas de la noche de San Valentín?
Tthor asintió curioso.
- Lo encontré en el pasillo de la escalera, cuando el agua subía. Sentí algo que me rozaba la pierna. Supongo que la corriente lo arrastró desde algún lado. Lo he dejado secar.
Tthor lo tomó con ambas manos y lo abrió con cuidado. Era una hoja de pergamino lustroso, con destellos dorados y bordes redondeados. Pero parecía estar en blanco, de un lado y del otro.
- No tiene nada escrito. – dijo Tthor , un poco decepcionado.
- Si te fijas bien,- le contó Lee- Won, señalando el pergamino- hay una serie de puntos rojos diseminados por todos lados.
Tthor posó su vista en el papel y entrecerró los ojos.
- Sí,…ya los veo.
- Pero eso no es todo, mira los bordes. ¿Los ves?
- Hay… ¡¿símbolos?!- dijo Tthor, con sorpresa.
- ¿Los reconoces…?- preguntó Lee- Won, con voz misteriosa.
Tthor lo miró con ojos grandes y brillantes.
- ¡Éste es igual al de tu camafeo!
- ¡Tú camafeo!- lo corrigió Lee- Won- Sólo lo tengo prestado.
- Tienes ganas de que me enoje contigo, ¿verdad?- lo amenazó Tthor, mirándolo bastante serio.
Lee- Won bajó la vista, sintiendo que se ponía colorado.