- ¡Año bisiesto!- dijo Darius, cargando unas bolsas hacia el cobertizo- Cada veintinueve de Febrero, una vez cada cuatro años, viene desde el sur la famosa tormenta de Orffelios.
Tthor escudriñó el cielo. El sol brillaba en todo su esplendor, en un firmamento celeste profundo, sin rastros de nube alguna. Una suave brisa, algo fresca pero delicada, le acariciaba el rostro.
- Darius,- dijo- yo creo que hoy no lloverá.
- Créeme, lloverá, nevará y hasta habrá un viento tan fuerte que la mitad de los árboles quedarán del otro lado del pueblo.
- Entonces…, ¿qué debo hacer? ¿En qué te ayudo?
- Lo único que nos hace falta es…la leña.- dijo Darius acabando su faena en el cobertizo.
Tthor miró a un lado y a otro. Y al no ver nada, preguntó:
- ¿Y dónde está la leña?
- Allí arriba.- contestó Darius, señalando hacia el monte Horacum- Tenemos que abastecernos de madera, antes de la tormenta. Por que , luego de esta noche, los caminos quedarán, en su mayoría, cerrados. La temperatura bajará en picada por varios días y necesitaremos leña para los hogares y las calderas.
- ¿Y cómo llegaremos hasta allí?
- En la carreta. No hay otra opción.
A Tthor se le revolvió el estómago, recordando su viaje accidentado desde Albión hasta el “Tormenta e Impulso”.
Darius miró preocupado a Tthor. El jovencito se estaba poniendo pálido.
- No te preocupes, Tthor.- dijo Darius- Pensándolo bien, no te necesito. Lee- Won me acompañará.
- ¿Lee- Won también va?- preguntó Tthor, con sorpresa.
- Sí, por eso tú no te preocupes.
- ¡Voy!- afirmó Tthor enfático.
No quería perderse la oportunidad de ver a Lee- Won. Hacía casi un día completo que no sabía nada de él. Y, pese al enfado, lo extrañaba demasiado, como para perderse esa oportunidad.
Darius no insistió. Vio que Tthor estaba decidido a hacer el viaje y sabía que él y Lee- Won no podían hacer el trabajo solos. Un par de manos extra los ayudaría a terminar temprano y refugiarse en Warghost antes de que la tormenta se desatara en toda su magnitud.
Sin perder tiempo, cargaron un par de hachas, sogas, un bidón de agua y tomaron, a una velocidad media, el camino de Creta, hacia Meaghdose.
La carreta traqueteaba, tironeada por un caballo corpulento y joven, de color negro azabache. Si de algo se enorgullecían en Warghost era de sus equinos de raza y del trato que se les brindaba. Era una tradición que venía, por supuesto, de los tiempos del mismo Orffelios.
- Debemos atravesar el pueblo, para salir frente al camino que lleva al Horacum. Allí está la mejor madera para hacer fogatas.- explicó Darius, mirando de reojo a Tthor.
El jovencito se sostenía con ambas manos de su asiento.
- Estoy bien. Estoy bien.- dijo al sentir la mirada de Darius sobre él.
- Es un viaje corto. No te preocupes.- lo alentó Darius y susurró unas palabras al caballo, el cual comenzó a galopar suave pero sostenido.
- ¿Y Lee- Won?- preguntó Tthor, sin poder contenerse.
- Está con Noel, en la zapatería. Pasaremos por él y seguiremos camino.
Entraron a la calle principal de Meaghdose y avanzaron unos doscientos metros. Había gente yendo y viniendo, haciendo sus últimas compras antes de la tormenta. Pero el cielo seguía despejado y brillante.
Cuando Darius frenó la carreta, frente al negocio del señor L´Vois, Lee- Won abrió la puerta y vio, poniéndose un poco pálido, que Tthor iba al lado de Darius.
- ¿Vienes?- le gritó el pequeño hombre.
Lee- Won asintió y se trepó en la parte de atrás de la carreta, sentándose de espaldas a Tthor. Darius dio una nueva orden al caballo y retomaron el viaje. Tthor no dijo nada ni tampoco se movió. Clavó su mirada en el camino, mientras sentía que el corazón se le aceleraba.
Claramente, pensó Tthor, Lee- Won seguía enojado con él, así que, haciéndole caso a su orgullo, se tragó todas las palabras de disculpas que había estado ensayando para cuando se lo encontrara y, con cara seria, se fue con sus pensamientos muy lejos de allí.
Varios minutos después, un salto violento, de una de las ruedas, lo sacó a Tthor de su ensimismamiento. Justo para ver a un costado del camino, una carreta tirada por un caballo alazán, el cual pastaba a un par de metros de ellos.
Tthor indagó en los alrededores pero no vio a nadie. Le llamó bastante la atención que ningún ocupante de la carreta estuviera por allí pero la voz de Darius, lo hizo olvidarse del tema:
- Ese es el Monte Horacum. ¿Lo conocías?
Tthor miró hacia el pico nevado del gigante que se alzaba al final del camino ascendente.
- No,- balbuceó- ¡es hermoso!
Era, sin dudas, la elevación más alta de la zona. Era macizo, con sus caras lisas, con grutas y cuevas a la vista, aparentemente en mayor número que las del Monte Ri, la elevación que se alzaba al otro lado de Meaghdose.
Doblaron en un recodo del camino y se internaron en un bosque de altos álamos blancos, desnudos, de troncos afilados y ramas retorcidas. El camino estaba lleno de pedruscos, hojas amarillentas y ramas rotas.
- Tthor, tú recoge toda las ramas y troncos que encuentres sueltos y tirados por ahí, mientras Lee- Won y yo cortamos algunas ramas secas de los árboles.
- Pero yo quiero ayudarlos.
- No, no, las hachas son peligrosas para quien no está acostumbrado a manejarlas. Lee- Won tiene experiencia en eso, déjalo a él.
Tthor saltó de la carreta y, mirando de reojo a Lee- Won, quien estaba descendiendo por detrás, enfiló directo hacia la dirección opuesta a la que se dirigía Darius.
Luego de un par de minutos, Tthor sintió que unas ramas se rompían suavemente a sus espaldas. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro. Estaba convencido de que Lee- Won lo estaba siguiendo, lo que significaba que quería hacer las pases.
Recogió un par de ramas secas, aún sin mirar hacia atrás y volvió a escuchar ruidos. Se dio vuelta, sonriente, para hablar con Lee- Won pero el camino, tras de sí, estaba completamente desierto. Unos pequeños remolinos en el suelo, levantaban las hojas y ramas pequeñas y provocaban un sonido semejante a pisadas.