Tthor Prayer y la paila de Orffelios

43- Fleur

Al despertar, Tthor tardó varios segundos en recordar dónde estaba. Miró alrededor y , al ver bastante nublado por la intensa luz del sol que entraba por las ventanas, no logró distinguir demasiados detalles. Automáticamente, pensando que otra vez se había despertado en el rellano del tercer piso, se puso de pie y se sujetó de la pared pues tenía un fuerte dolor de espaldas.

- Ya no puedo seguir amaneciendo así.- dijo balbuceando, mientras estiraba sus brazos hacia los costados.

- ¡Ay!- exclamó una voz animada-

Tthor abrió los ojos de para en par. Vio a Lee- Won, con una amplia sonrisa, tomándose el estómago, simulando dolor.

- ¿Te hice daño?- le preguntó Tthor, acercándose hacia él, preocupado.

- ¡Te engañé!- dijo Lee- Won, riendo.

- ¡Buenos días! Era hora de que te despertaras.- gritó Darius asomando la cabeza por la puerta entreabierta. 

Tthor siguió a Lee- Won hasta afuera de la casa de piedra.

El cielo estaba completamente limpio. No había rastros de la tormenta por ninguna parte. Aunque el suelo tenía más de un metro de nieve y había ramas rotas esparcidas por todos lados. El aire soplaba suave sobre los rostros de Tthor y Lee- Won, quienes miraban extasiados el paisaje helado.

- Gracias a Orffelios, este año la tormenta no ha sido tan intensa como otras veces.- dijo Darius- Bueno, ya está todo listo.- anunció mientras tomaba las riendas del alazán.

Tthor vio que la señora Yalfom cabalgaba sobre el caballo, con su beba en brazos, envuelta entre sus propias ropas. Y en el otro equino, el marrón, iba la pequeña Lily, con cara risueña y una amplia sonrisa, preparada para cualquier aventura que los esperara por delante.

- Buenos días, Tthor.- lo saludó la niña.

- Buenos días, Lily. ¿Estás cómoda?

- ¡Sí!- gritó la niña, alzando los brazos.

Y fue tal el ímpetu de la respuesta que, al soltarse de las crines, comenzó a resbalarse hacia un costado. Tthor, de rápidos reflejos, la sostuvo con ambas manos, antes de terminar de caer. La niña reía divertida.

- Agárrate bien, Lily.- le advirtió Tthor, mientras los demás los miraban risueños.

- ¿El fuego del hogar?- preguntó Darius tirando de las riendas del alazán con suavidad.

- Completamente apagado.- confirmó Lee- Won, parándose cerca de Tthor y tomando las riendas del caballo marrón de los Yalfom.

Tomaron la bajada de la colina, a un paso extremadamente lento, puesto que los pies de los tres se enterraban en la nieve hasta las rodillas al igual que las patas de los animales.

- ¿Y qué pasó con las carretas?- quiso saber Tthor, mientras caminaba cerca de Lee- Won, con el caballo detrás, llevando a Lily.

- Las ruedas no avanzan con tanta nieve. Tendremos que venir a por ellas cuando los caminos se limpien. La señora Yalfom no puede caminar y Lily es muy pequeña, además los caballos, sobre todo éste, no están preparados para tanto peso.

- Prefiero caminar.- dijo Tthor de repente, recordando las accidentadas clases de equitación con el Profesor Evans.

No llevaban más de diez minutos de avanzar, cuando alguien comenzó a gritar, a varios metros adelante. Tthor entrecerró los ojos, para ver más nítido pero la luz del sol no le permitió ver más que una figura desdibujada, corriendo hacia ellos.

- ¡¿Cisa?!- gritaba la figura.

- ¡¡¡Ciluus!!!- dijo la señora Yalfom, con voz entrecortada.

Darius paró el caballo y ayudó a la mujer a descender de él. Aferrada a su bebé, corrió como pudo en la nieve, con lágrimas en los ojos, a encontrarse con su marido que venía hacia ella con los brazos abiertos. Arcod venía detrás de su padre, también con el rostro empapado y dando tropezones en la nieve.

Tthor bajó a Lily del caballo y la acercó, cargándola  en brazos, hasta la pareja que ahora se fundía en un abrazo en el medio del camino. Arcod los abrazaba por detrás, llorando en silencio.

Tthor se quedó a una distancia prudencial. Lee- Won se paró a su lado, tirando del caballo con suavidad.

- ¿Estás bien, Tthor?- le preguntó, palmeándole el hombro.

- Sí.- contestó el muchacho mientras miraba a la familia reencontrándose- ¿Sabes? Wilgenyna no conoció a su madre. Ella murió cuando mi prima estaba recién nacida. Y tampoco conoció a su padre. Él nunca quiso saber nada de ella.

Lee- Won se mordió el labio nervioso. Estaba estupefacto. No sabía qué decir. Su amigo estaba pálido y parecía que le costaba respirar. Apoyó su mano en el hombro de Tthor para darle ánimos. Éste lo miró y le sonrió levemente.

- ¿Qué hubiese pasado si no la hubiéramos hallado? La señora Yalfom hubiera muerto desangrada o las dos pequeñas hubieran muerto de frío. Nunca las hubieran encontrado a tiempo. Sino las hubiésemos encontrado…

- Pero las encontramos. Tú…las encontraste. Oíste a esa beba a kilómetros.- le dijo Lee- Won, mirándolo con admiración- Cuando saltaste de la carreta como un loco…, yo te seguí. No pude evitarlo. Tuve miedo de que ésa fuera la última vez que te vería. La tormenta de Orffelios se ha llevado muchas vidas.

- Pero…me encontraste. Siempre terminas encontrándome, cuando estoy perdido, dormido o necesitando ayuda…- le susurró Tthor, mirándolo fijamente.

Lee- Won se sonrojó y sonrió.

- Siempre estaré, Tthor…- le dijo, devolviéndole la mirada.

Y aquella mirada fue la que le dio el calor suficiente a Tthor para aguantar las tres horas de caminata que hicieron hasta la calle principal de Meaghdose.

El señor Yalfom llevaba las riendas del caballo marrón en el que ahora cabalgaba su esposa junto a la bebé, mientras que Lily estaba subida al alazán, con Arcod caminando delante, sujetando las riendas.

Darius, Tthor y Lee- Won iban detrás, arrastrando los pies, en la nieve, totalmente exhaustos y con los rostros quemados por el sol.

Cuando llegaron frente a la zapatería del señor L´Vois, Tthor se dejó caer en el cordón de la vereda y Lee- Won se sentó a su lado, dando un largo suspiro.



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En el texto hay: adolescentes lgbt, magia castillos, despertar sexual gay

Editado: 19.07.2024

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