Tu amiga, la fea [ella era fea 5]

Capítulo 2

“¿Por qué me mira así?” pensó Den mientras veía fijamente a Daysi.

La joven se encogió de brazos y lentamente bajó la mirada. Ella lo aceptaba, era muy tímida cuando de hablar con una persona desconocida se trataba. Den no era la excepción, aunque lo detestara, debía aceptar que la mirada profunda del chico la ensimismaba.

El momento fue tan incómodo que Den estuvo a punto de irse, aunque, al ver que Daysi se estaba volteando para irse, la idea se fue de su cabeza.

Alex tronaba los dedos de sus manos mientras veía el menú frente a él. Nada le provocaba, no tenía hambre.

Lentamente rodó la mirada a su hermano Axel, se sorprendió al ver que también lo estaba observando. Se dieron cuenta que los dos se sentían incómodos al tener que cenar con su abuelo.

Él era un hombre serio, de pocas palabras y eso tensionaba a los muchachos. Muchas veces les llegó a criticar su manera de ser, cuándo iban a madurar, más que todo a Alex, que, por lo general, lo veía como un niño caprichoso que daría problemas al cumplir su mayoría de edad. Para sus nietos, el que las únicas veces que se veían con aquel hombre y que sólo recibieran regaños de él, no era muy agradable.

—¿Y cómo está Daysi? —preguntó el hombre mientras hojeaba el menú.

Su voz sonó aguda, con un cierto matiz ronco que le daba más autoridad de la que ya mostraba su porte engalanado.

Alex sabía perfectamente que esa pregunta iba para él. No deseaba hablar del tema y mucho menos con su abuelo. Comenzaba a entender que estuvo mucho tiempo al lado de esa chica y ahora que quería conocer nuevas personas, la sombra de Daysi lo acompañaba para incomodarlo cada vez que podía.

—Está bien, como siempre —fue lo único que respondió Alex.

Al fondo del restaurante se podía escuchar una relajante banda sonora tocando una melodía clásica. Ellos se encontraban en una mesa retirada de las demás, la zona VIP del restaurante, en un pequeño salón espacioso donde se podía apreciar desde un balcón estilo colonial la playa nocturna y parte del paisaje de la ciudad que daba la sensación de ser parte del cielo. A su abuelo le gustaba estar retirado de las personas, siempre tener los mejores lugares.

Un mesero que estaba cerca de la mesa se acercó cuando el señor hizo un ligero movimiento con la mano derecha. El hombre pidió el mismo platillo de carne en salsa que solía comer cuando salía con sus nietos.

Al momento de Alex ordenar, entornó un poco su mirada en la mesa y dejó salir un suspiro ligero. Estaba seguro que aquella cena le quedaría atragantada en su garganta. Decidió pedir lo mismo que su abuelo para no ser regañado en público por él.

—No lo sé —confesó Alex mientras tenía su mirada fija en el cielo raso de su cuarto—, no sé qué es lo que quiero. A veces pienso que mi vida es sumamente aburrida, por eso me gustaría hacer algo diferente.

—¿Qué te gustaría hacer? —indagó Den sin dejar de observar el libro que recargaban sus piernas.

—No lo sé —repitió el chico—, hacer algo loco, algo así.

—¿Qué locura?

—No lo sé —insistió—. ¿Alguna vez te has lanzado de un puente? ¿O has estado metido en una carrera de motos?

—No, ninguna de ellas —respondió el muchacho mientras cambiaba de hojas.

—¿Qué lees?

—Un libro que me prestó papá. Dijo que es bueno.

—¿Sueles leer?

—No mucho, —respondió— sólo los que llegan a entretenerme.

—El papá de Daysi cree que su hija en algún momento será escritora, pero la verdad es que ella tiene una ortografía que da miedo.

Alex soltó una carcajada y llevó una mano hasta dejarla debajo de su cabeza para así tener más comodidad en la cama.

—Ella es un caso completo —soltó el joven mientras recordaba los viejos tiempos—. Una vez le robó la tarjeta de crédito a la tía Eliana y pagó la suscripción a una página ahí, una toda rara y terminó estafada. La tía Eliana quería morirse, ¿puedes creerlo? En cambio, a Daysi ni le importó.

—Daysi se nota que es muy rebelde —dijo Den—. ¿Por qué se comporta así?

—No lo es… Es sólo que ella… Daysi siempre está metida en su mundo, no le importa nada. Además, es muy infantil y caprichosa, se ha criado haciendo lo que se le venga en gana —Alex volteó a ver a su amigo—. Yo sé que no tengo el mejor comportamiento, que sí, soy infantil y todo lo demás… pero Daysi se pasa. No estudia, casi reprueba los años, a veces llega tarde a clases, le contesta a los profesores y cuando se le da la gana, se escapa.

—¿A dónde se escapa?

—Y eso es lo peor, lo más tonto —Alex soltó una carcajada—. Se va a su casa, se encierra en su cuarto a hacer nada. Yo intenté varias veces hablar con ella, explicarle que no podía seguir así. Se supone que cuando nos graduáramos los dos íbamos a ir a estudiar fuera del país, estudiar la misma carrera, pero no… a ella no se le ve ánimo de nada. A veces me convencía para que dejara las clases tiradas y me fuera con ella. Cuando mis padres vieron mi último boletín querían matarme, sabes que el Liceo es un colegio muy estricto y mis padres tuvieron que pagar una multa carísima porque el director se enteró que yo me había escapado con Daysi. Casi me expulsan, ¿te imaginas?




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