La señora Eliana tornó su rostro triste al ver cómo su hija derramaba las lágrimas por sus mejillas.
—Hija, yo no me avergüenzo de ti —replicó la mujer.
—Yo sé que sí, así como todos también lo hacen —sollozó Daysi—, y es normal, mírame, parezco una loca.
—Pero es porque no estás arreglada. Si te bañas y cambias, te verás muy hermosa.
—Eso no es cierto —Daysi se abrazó a sí misma—. Todos se ríen de mí. Soy fea.
—Claro que no eres fea —su mamá se acercó a ella y la abrazó—, eres muy hermosa, muy hermosa.
Daysi abrazó con fuerza a su madre y cerró los ojos mientras soltaba el llanto.
—El problema es que eres muy descuidada —dijo su mamá—, mira que salir en esas fachas a la calle. ¿Qué te pasó en la rodilla?, ¿dónde estuviste metida?
La señora Eliana volvió a regañarla cuando Daysi le contó que saltó la paredilla para poder conseguir algo de internet.
La joven se bañó y después su madre le curó la herida en su rodilla.
—El problema, Daysi —dijo la señora mientras ponía un parche en la rodilla— es que la sociedad sólo se fija en lo físico, es lo primero que ve y así cataloga a las personas. Por cómo te ven, así te tratan. Si yo te regaño y te exijo que te comportes a la altura es por lo mismo, no deseo que se burlen de ti y mucho menos te traten como algo menos.
Los ojos de Daysi estaban rojos de tanto de llorar y su boca se mantenía en un puchero.
—Lo siento —se disculpó la joven—, yo no quiero darte problemas.
—Si no me quieres dar problemas —la mujer comenzó a recoger los implementos con los cuales curó la herida de su hija y los metió en el botiquín— por favor, estudia más. Cuando entreguen el primer boletín con tus notas, veré si reconecto el internet y te doy un celular nuevo.
—Pero… ¿qué haré todo el día aburrida en la casa? —inquirió ella con tono triste.
—La vida no es sólo estar todo el día pegada en un celular o un computador —replicó la mujer—. Sal más, has amigos.
—Nadie quiere ser mi amigo.
—El colegio no es el único lugar donde puedes hacer amigos.
—¿Dónde más si yo no salgo de aquí?
—No sales porque no quieres. Nunca te he prohibido salir de la casa.
—Claro que sí, le dijiste a los empleados que no me dejaran salir, por eso tuve que saltar la paredilla.
—Eso fue… —la señora desplegó una sonrisa— porque estabas muy rebelde. Sabía que irías a buscar dónde conectarte.
—¿Ves? Te estás contradiciendo.
—Hija… —dejó salir un suspiro— está bien, puedes salir. Pero por favor, que no sea para buscar internet, debes aprender a socializar más. Mañana irás al grupo de lectura.
—No… Mamá… —Daysi amenazaba con volver a llorar—, ese lugar es muy aburrido.
—¿Cómo puedes decir que es aburrido? Ni siquiera has ido.
—Estará lleno de viejos, leerán cosas aburridas.
—Claro que no —replicó la mujer con una ligera sonrisa en su rostro—. Los días que irás serán estrictamente de lectura juvenil, estarás rodeada de chicos de tu edad, ¿qué tal y conozcas a uno que te guste?
—Mamá… —gruñó Daysi.
—Hija, lo que quiero decirte es que es una oportunidad para que conozcas a chicos de tu edad y tener amigos, socializar y que ellos no piensen que eres rara, fea o se avergüencen de ti. Toma esa oportunidad y muéstrate como eres, como quieres que te traten.
—Pero… ¿cómo hago eso?
—Comienza arreglándote para la ocasión.
—No sé cómo hacerlo.
—Para eso estoy yo.
Era la primera vez que Daysi conversaba de manera tan personal con su madre. La primera vez que aceptaba sus condiciones y hasta le emocionaba el hecho de ir al grupo de lectura.
Su mamá tenía razón, ella tenía una oportunidad de conocer a nuevas personas y que ellos la trataran como ella deseaba. Esta vez podía elegir el cómo la verían las personas.
Al día siguiente, su madre la fue a buscar a la salida de clases, hicieron una parada en un centro comercial y compraron algo de ropa, maquillaje y hasta comieron unos helados.
A Daysi le gustó pasar tiempo con su madre, que compaginaran tanto en un tema. La señora Eliana estaba aliviada al ver que su hija tenía algo que la comenzara a motivar, por fin había dado con el malestar que desencadenaba los muchos problemas de su única hija. Le entristecía saber que Daysi se sentía rechazada por la sociedad, saber que todos la discriminaran por su apariencia, ¿quién se sentiría motivado a salir de su casa cuando lo único que va a encontrar en la calle son burlas y rechazos? Haría todo lo que estuviera en sus manos para darle a su hija una nueva vida, un lugar donde se sintiera feliz y aceptada.
Llegaron a la casa y después de la chica darse un baño, se cambió con la nueva ropa, un vestido rojo oscuro con encaje en la espalda, le llegaba por encima de las rodillas y, después de un maquillaje suave con un labial rosado oscuro, el cambio en Daysi era muy notable. Hasta su madre se sorprendió por lo linda que quedó.
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Editado: 08.01.2025