Daysi se alejó con sus amigos del baño para que Enden pudiera salir. Marilyn le trajo una cerveza y los tres se quedaron conversando cerca del patio donde no había tanta música, pero ella no dejaba de pensar en lo que acababa de suceder con Enden.
¿Cómo pudo ser capaz de besarse y dejarse tocar de aquel joven?, ¿acaso le gustaba?, ¿o era el efecto de los tragos?
Enden llegó con una botella de cerveza en la mano y se posó al lado de Daysi.
—¿Dónde estabas? —preguntó Alex.
—Estaba bailando —respondió Enden, después volteó a ver a Daysi y le mostró una ligera sonrisa.
Daysi tragó en seco y bajó su mirada a la lata de cerveza, su garganta se secó y tomó un trago.
—Daysi, vamos a bailar —pidió Alex.
—Sí, vamos —aceptó la joven, sintiendo que aquello era una salvación para su gran vergüenza.
Daysi, en sus intentos por olvidar lo que había hecho con Enden, bailó hasta el cansancio con su mejor amigo, bebió varias cervezas y terminó saltando y gritando con Marilyn cuando se formó un gran desorden al ser la una de la mañana.
En un momento, Thiago se acercó a ella con su grupo de amigos, siguieron saltando y también lanzaron espuma de unos pequeños potes largos de metal que tenían en sus manos. Todos gritaban como locos y Daisy se sentía eufórica al sentir su cuerpo ligero por el efecto del alcohol.
Enden se acercó a ella cuando la vio caer, la ayudó a levantarse antes de que fueran a pisarla.
—Chiquita, ¿estás bien? —escuchó la joven a su lado. Era Thiago que la había visto caerse.
—Estoy bien, estoy bien —respondió, se amarró al cuello de Enden—. Estoy cansada.
—Ven, salgamos para que tomes aire —sugirió el joven.
—No, no, no quiero salir de la fiesta —dijo.
—No puedo llevarte a tu casa en estas condiciones —explicó Enden—, ¿te imaginas a tus padres viéndote llegar a la casa en ese estado?
—Ay, ya, aguafiestas —Daysi dejó que la sacara de la fiesta—. Según tú me tienes que cuidar, pero eres el primero que me besa.
Salieron a la terraza donde Daysi corrió al bordillo del andén y comenzó a tratar de equilibrarse en él.
—Daysi, cuidado con un carro —pidió Enden.
—¡Ah! —gritó Daysi—, ¡necesitaba una noche como esta! —soltó una carcajada.
Enden la observó a lo lejos sonriente, siguiéndole el paso, cuidándola.
—¿No te gustó que te besara? —le preguntó.
—Claro que sí, —respondió ella— sentí que me mojé con esos besos.
El joven soltó una pequeña carcajada.
—Daysi, mañana te arrepentirás de todo lo que estás diciendo —advirtió Enden—, mejor no digas esas cosas.
Daysi volteó a verlo y corrió hasta él, le dio un beso en los labios y volvió a correr por la calle.
—¡Daysi, no corras! —le gritó mientras corría detrás de ella.
La chica en una esquina comenzó a vomitar. Enden se acercó a ella y apartó el cabello de su rostro para que no se ensuciara.
—Qué asco —gruñó Daysi mientras respiraba hondo—, me siento mal…
Enden apretó los labios mientras observaba el rostro acalorado de Daysi. La hizo alejarse del vómito y a lo lejos vio una parada de bus, se acercaron a ella y se sentaron en la banca metálica donde tenían la vista de un parque iluminado con pequeñas luces, aún se podían ver personas caminando por el parque, por lo general eran jóvenes como ellos divirtiéndose en grupos.
—¿Aún te sientes mal? —preguntó el muchacho.
—Mi aliento apesta a vómito —dijo Daisy.
—¿Quieres comer algo?
—No… creo que… sólo agua y una menta, creo… —respondió.
—Vamos, busquemos una tienda abierta —pidió Enden. Se levantó de la banca, pero notó que ella no lo siguió—. ¿No vienes? No te voy a dejar ahí sola, podría sucederte algo.
—Y si estás conmigo, aún nos harían daño, ¿cómo me vas a defender si nos apuntan con un arma?
—Daysi…
—No quiero caminar, ve tu sólo —Daysi observó sus alrededores—, ¡ah!, mira, en esa esquina, a la derecha, hay una tienda, parece que está abierta. Ve rápido.
Enden la observó detenidamente sin saber qué hacer, no quería dejarla sola en aquella parada.
—No me sucederá nada, Enden —insistió Daysi.
—Ya vengo —respondió mientras dejaba salir un suspiro y comenzaba a caminar a grandes zancadas hasta la tienda.
La joven observaba al muchacho con una ligera sonrisa en su rostro. Comenzaba a sentirse como la novia de Enden, era una sensación de tener a alguien que la amaba y cuidaba, una sensación de protección. A veces llegaba a sentirse así cuando salía con Alex, pero esta vez había un elemento diferenciador, Enden no era su familiar.
Daysi en ocasiones le pareció que Enden salía de la tienda y veía a la parada de buses, como no traía los lentes, se le hacía imposible darse cuenta de que aquella silueta era él. Dejó salir un suspiro al ver que Enden se acercaba a ella con una bolsa negra en cada mano.
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Editado: 22.01.2025