Daysi dejó salir un suspiro, alzó la mirada al cielo y notó que las estrellas brillaban en todo su esplendor. Bajó la mirada y vio a Enden sonriendo mientras conversaba con su papá. ¿Se imaginaría aquel hombre que hablaba con su novio?, ¿cómo reaccionaría si llegase a enterarse de su relación con él?
Vio que los hombres entraron a la vivienda mientras hablaban con mucha emoción. Cómo le aliviaba ver que se llevaban bien, tal vez su padre no tomaría de muy mala manera su relación.
Dos meses. Llevaban dos meses siendo novios. No quería oficializar su relación hasta que no llevaran un tiempo considerable que los hiciera sentir seguros.
Daysi llevó una mano hasta sus rizos y sus dedos jugaron con uno. Aun no se acostumbraba a la idea de tener novio, le costaba arreglarse todos los días porque Enden la podía tomar de improvisto en cualquier momento, tampoco se acostumbraba a los abrazos del joven, sus besos y que le pusiera apodos cariñosos. Sin embargo, esos momentos donde estaban solos, las citas, esas pequeñas cosas… la estaban enamorando cada vez más.
Pero los amigos de Enden…
Bajó un poco los párpados al ver a Peter conversando con Estefanía. Ese joven, sobre todo ese, ¡no lo soportaba!, siempre se estaba burlando de ella y hablándole de manera sarcástica. Era odioso, presumido e infantil. Bueno, ella sabía que no era muy madura, pero Peter encabezaba la lista de los inmaduros.
Cuando Peter la observó, ella puso los ojos en blanco, giró sus talones y se adentró al patio para buscar a Marilyn al recordar que había quedado sola.
—Antes de ir a esas estúpidas vacaciones —escuchó.
Daysi se detuvo en seco cerca del cuarto de estudio. Acababa de escuchar la voz de Alex y parecía no estar solo.
—¿Quiénes van? —preguntó la otra voz.
La joven, entusiasmada, pegó la oreja a la puerta que se encontraba un poco abierta.
—Amelia, ¿la recuerdas? —respondió Alex—, ¡la chica de ojos verdes!, la que te pidió ayuda con la lata de cerveza en la playa.
—¡Ah…! la de cabello rubio.
Daysi reconoció la voz de Enden. Seguramente Alex entró a la habitación cuando su padre dejó solo al muchacho.
—Sí, ella —aceptó Alex—, entonces, ¿vas a ir?
—Pues debo preguntarle a Daysi si quiere ir.
—Por favor, Daysi no va a ir —replicó Alex—, además, si ella se entera que irán otras chicas, se va a poner re…celosa.
—Daysi no es celosa —refutó Enden—, ni siquiera lee mis mensajes.
—¿Tienes muchos mensajes con Amelia no aptos? —Alex soltó una pequeña carcajada.
Daysi se alejó un poco de la puerta mientras un nudo en la garganta crecía dentro de ella. Comenzaba a sentirse ensimismada, burlada y absurda.
Se dirigió con paso afanoso al patio de la casa. Allí estaba su padre terminando de asar las carnes, a la derecha, a unos metros de distancia, se encontraba Marilyn acompañada por Axel.
Le horrorizó que su amiga tuviera tan mala compañía y no dudó en ir a rescatarla. Sin embargo, Marilyn comenzó a carcajear y vio como Axel llevaba una mano hasta el muslo derecho de la joven. Parecía como si aquella pareja no deseara ser interrumpida.
—Axel —llamó Daysi al estar frente a ellos—, tu hermano te está buscando —mintió—, quiere hablar contigo de una supuesta fiesta. Parece que una tal Amelia quiere que vayas.
El rostro de Marilyn cambió de una amplia sonrisa a un semblante pálido y triste. Mientras, Axel se veía confundido y con el ceño fruncido.
—¿Amelia? —inquirió mientras fruncía más su entrecejo.
—Sí, no sé quién es, pero los chicos te esperan en el estudio —respondió la joven.
Axel pasó una mirada por Marilyn y le mostró una tranquila sonrisa.
—Ya regreso —dijo mientras se levantaba.
Cuando el muchacho se fue, Daysi hizo mala cara y se sentó en el sillón donde antes Axel estaba sentado.
—¿Te estaba molestando el idiota ese? —preguntó.
Marilyn respiró profundo y después dejó salir el aire de manera temblorosa.
—¿Cómo se llama? —indagó.
—¿Quién?, ¿Axel?
—¿Se llama Axel?
—Sí, es el hermano del otro imbécil de Alex —gruñó la joven mientras se cruzaba de brazos—. No te confíes de ninguno de los dos, son todos unos malditos mentirosos, unas calañas —trató de calmarse inspirando profundamente—, ninguno de esta familia sirve. Soy una tonta.
Los ojos de Daysi se llenaron de lágrimas, pero no las dejó correr. No dejaría que algo así fuera importante en su vida. Haría lo que mejor sabía hacer, ignorar.
Daysi abrió los ojos con ganas de seguir durmiendo. Dio media vuelta y se encontró con el rostro de Marilyn abrazada con Estefanía.
Se sentó en la cama con una gran pesadez en el cuerpo. Le dolía el cuello y no podía girarlo con la facilidad habitual.
Había tenido una noche de perro callejero…
Dejó salir un suspiro y estuvo un instante estática, observando la pared blanca y lisa frente a ella, un poco más arriba estaba la ventana con las gruesas cortinas grises que no dejaban entrar la luz de la mañana.
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Editado: 22.01.2025