Tu amiga, la fea [ella era fea 5]

Capítulo 22

Enden estiró sus brazos y dio media vuelta en la cama, ¡cómo le fascinaba estar de vuelta en su habitación!

Abrió los ojos y contempló con alegría las paredes con afiches de jugadores de fútbol. Se levantó de su cama y caminó hasta la ventana que daba una gran vista al jardín principal de la vivienda. El cielo despejado poco a poco era iluminado por los primeros rayos de sol.

La gran sonrisa que apareció en su rostro fue muy amplia y sus ojos se achicaron de la emoción.

Daysi abrió la puerta para salir de su casa sintiéndose un poco ansiosa. Era consciente de la llegada de sus primos a la ciudad y esa mañana los vería en el colegio.

Al salir de la vivienda, vio a Estefanía de pie frente a ella a unos metros de distancia. Parecía que la joven estaba impactada por algo que veía en ese momento.

—¡Dios mío! —gritó Estefanía y comenzó a correr hacia ella.

Estefanía abrazó fuertemente a Daysi y después se apartó para repararla de pies a cabeza. No lo podía creer, estaba cambiadísima: había tinturado su cabello, de hecho, lo traía cepillado y eso la hacía ver sumamente hermosa, ¡le llegaba hasta sus caberas, ¡qué largo!; iba maquillada y sus ojos verdes resaltaban haciéndola ver más hermosa.

—Wao —soltó Estefanía con una amplia sonrisa—, dejo de verte por un mes y cambias tanto. ¿Realmente eres la Daysi que conozco?

Daysi mostró una sonrisa y volvió a abrazar a Estefanía.

—Amiga… te extrañé mucho… —le dijo.

—Ay, yo también, amiga. No soportaba estar en ese lugar trabajando todos los días…

Daysi se apartó de Estefanía y la miró fijamente, se le veían ojeras, estaba más delgada de lo normal y en sus piernas se veía una que otra picadura de mosquito.

—¿Qué los hicieron hacer? —inquirió.

—Puff… —Estefanía dejó salir un suspiro— con decirte que al final nos hacían despertar a las cuatro de la mañana. A los chicos los hacían ordeñar vacas, limpiar los corrales, recoger algodón y un montón de cosas más. Al pobre de Peter, los trabajadores lo tomaban como bufón, se burlaron horrible de él y le hacían bromas; Axel se peleó con uno de los trabajadores por eso, pero terminó con un ojo hinchado —el rostro de la joven se tornó triste—. Y ni contarte de Yiret, a ella le fue igual o tal vez peor que a Peter. La enviaron a la cocina, según, para que se le quitara la flojera y la hacían despertarse a la tres de la mañana a lavar todos los bastimentos y pelarlos, aparte que tenía que limpiar toda la casa y barrer el patio. Los fines de semana la hacían limpiar los corrales con los chicos y su piel terminó toda marcada por los mosquitos.

—Wao —soltó Daysi, por dentro se sentía aliviada por haberse salvado de aquella tortura.

—El campo es un infierno cuando se va a trabajar en él —confesó Estefanía.

Las chicas comenzaron a caminar hasta llegar al portón principal de la vivienda, lo cruzaron y se encontraron con el auto de Daysi esperándola para llevarla al colegio.

—Espera —dijo Estefanía al ver que Daysi se estaba acercando al auto—. Den necesita hablar contigo, vamos a esperarlo.

El rostro de Daysi palideció por completo.

—No creo que sea una buena idea —dijo.

Pero Estefanía no la escuchó, ya que su mirada estaba puesta en la calle y soltó un grito al ver a Enden acercarse a ellas.

—¡Ay, mira, ahí viene! —informó con entusiasmo.

El corazón de Daysi empezó a palpitar con rapidez a cruzar mirada con el joven. Su piel se veía bronceada y sus brazos más fuertes; caminaba a paso apresurado hacia ellas y sostenía una amplia sonrisa en su rostro.

Enden quedó pasmado al reparar a Daysi de pies a cabeza. Se veía hermosa, muy cambiada y radiante. Su corazón quería salir por su boca, palpitaba con mucha fuerza y deseaba correr a abrazarla y besarla.

Al estar cerca de Daysi, se abalanzó a ella y le dio un beso en sus labios, después, la abrazó con mucha fuerza.

—Te extrañé muchísimo —soltó.

La miró fijamente a los ojos mientras sostenía su rostro con sus manos.

—¿Qué te hiciste? —preguntó—, te ves tan hermosa… —dejó salir un suspiro—, te extrañé muchísimo.

Estefanía se apartó un poco de la pareja al sentirse un poco incómoda con tanto amor. Pero estaba emocionada al ver tan lindo reencuentro.

—Daysi, —llamó la joven— voy a buscar a… Yiret, iremos justas al cole —dejó salir una pequeña risita—, nos vemos allá.

Daysi volteó a verla. Qué nervios, quedaría a solas con Enden.

Estefanía se fue disparada como flecha y la pareja quedó a solas. Daysi entendió que era el momento perfecto para dejarle a Enden las cosas claras.

—Enden —dijo—, necesito decirte algo.

—¿Qué sucede? —preguntó el joven al ver el rostro serio de Daysi.

La joven apartó las manos de Enden de su rostro e hizo un poco de distancia entre los dos.

—Ya no somos novios —informó—. Yo no quiero estar más contigo, por favor, no me vuelvas a hablar.

El mundo de Enden quedó en pausa, su mente en blanco y a sus pulmones se les olvidó que debían trabajar.




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