Tu Amor Es MÍo

VIAJE

Empezamos la carretera bruta y al llegar a Llama se veía que había llovido recién porque los huecos estaban llenos de agua, para todo esto viaje en el mes de enero cuando las lluvias están más torrenciales para la sierra norte.

-. Parece que este año si están buenos los aguaceros – mi tío se rio.

-. Y eso que aún no llegamos a la chorrera de Huambos o a la Peña de los Loros – negué porque ahí siempre nos trampabamos.

-. No yo quiero llegar temprano – más se rio.

-. Tío le voy a cobrar – me miro serio.

-. ¿Por qué? – ahora yo me reía

-. Porque esta que se ríe de gratis ni que yo fuera payaso – ambos nos reíamos a mi tío le habían puesto el sobrenombre de “El Mudo” porque no hablaba, pero conmigo era diferente.

-. ¿Estamos cerca la chorrera? – él asintió y yo rezaba porque de verdad no deseaba inconvenientes, si estaba feo; pero como tío es chofer profesional pasó como si nada.

-. No estaba tan feo – lo miró mal.

-. No para nada no más sentí que por poco mi estomagó se me va al cuello – se rio.

-. Miedosa – de verdad este hombre era demasiado bueno siempre me llevaba a mis abuelos de pequeña y nunca le cobro un sol a mi madre.

-. Y después porque ya no quiero venir – me miro mal – hace tiempo que no viajábamos- él asiente.

-. Y no tenía a quien pellizcar para que no se duerma- me sobo el brazo porque si pestañeaba siempre me pellizcaba a mí.

-. A no esta vez no – él solo se encogió de hombros.

-. Siempre dices así – y busco donde estacionarse para revisar las llantas.

-. Va a ver – lo desafíe en cuanto subió y comí un caramelo siempre compraba caramelos y chicles para ver si así no me agarraba sueño y de chica siempre me dormía – ya estamos cerca de Cochabamba, tan rápido.

-. Por estar haciendo me bromas ni cuenta te das de por dónde estamos – le saque la lengua.

-. Ya serán las 3 dela mañana – él asintió - de razón que ya me dio frío – se rio.

-. No has traído frazada, seguro – negué y me dio un cocacho.

-. Como siempre – me señalo atrás el camarote y saque una para taparme – has crecido, pero sigues pareciendo una niña.

-. A bueno tampoco, tampoco – el negó riéndose – ojalá que en La peña de los Loros no se hay derrumbado.

-. En estos tiempos siempre lo hace – cruce los dedos – no sea ave de mal agüero, tío.

-. Solo soy realista – se defendió.

-. Sí, como no – de verdad que no me estaba gustando esto.

-. Ya, ya, ya – puso fin al tema y después de 20 minutos vi maquinaria pesada, eso no es bueno por algo estaban ahí.

-. Ya viste – no decía nada porque no quería tener tan mala suerte.

-. Recién han limpiado – se notaba los trazos de la maquinaria en la carretera.

-. Sí – se estacionó – pero debes bajarte que me ayudes a mover esa piedra.

-. Pero es una gigante – renegué es que estaba abrigada y a parte no creía poder mover eso.

-. Haremos palanca y la mandamos al río es fácil – sin remedio bajé y temblé un poco por el aire frío, 10 benditos minutos, nos llevó poder mover semejante piedra.

-. Por fin – escuche como caía en el río y pareció un rugido y me dio miedo porque justo no había ningún, otra alma por ahí.

-. Me esperas más allasito hasta que lo pasé el carro – lo miré mal quise decir algo, pero él ya estaba caminando al camión que estaba a unos 100 metros, no entendía porque me había dejado. Se me hizo eterno el esperar que pase y se escuchaba como del cerro caían algunas rocas pequeñas solo tomé mis manos y empecé a rezar el padre nuestro y justo cuando iba a decir amén mi tío llegó y me subí como rayo.

-. Pensé que iba a dejar- él negó – entonces porque me dejo aquí – no me respondió y sigo con la duda.

-. Te quedas en Lajas o nos vamos hasta Chota – lo miré porque la verdad ni lo había pensado.

-. Mi abuelito si está en la casa del pueblo – él asintió – entonces en Lajas no más.

-. Pero te dejo en el puente rojo – lo miré mal.

-. Bueno – no me quedaba de otra no podía desviarlo de su ruta – igual aquí la gente se despierta temprano – vi la hora en mi celular eran a penas las 4 de la mañana.

-. Llegamos – lo abracé.

-. Muchas gracias tío – solo movió la cabeza y baje, el frío me quito el poco de sueño que tenía y empecé a caminar eran casi tres cuadras y en realidad no había nadie solo el sonido de mis pasos.

Llegué a una casa de adobe de tres pisos con dos puertas la de la izquierda de unos 2 metros y la de a derecha menos de un metro por la altura normal ambas, 2 balcones y con calamina. Toque la puerta y de verdad que tenía ganas de gritar, pero me daba vergüenza los vecinos.

Eso es lo malo de pueblo chico infierno grande

Y por fin mi abuelito salió del balcón de la izquierda.

-. Abuelito – le dije y mis labios temblaban esta chompa no abrigaba nada, era demasiado fina.

-. Hijita – estaba aún adormilado – ya no bajo a abrir la puerta subes por el balcón no más.

-. Está bien – sonreí ya sabía que no bajaría – pero recíbame la maleta y agarre mi maletín y lo avente, me sorprendió que si lo cogió.

Debajo mi abuelito tenía dos pedazos del tronco de una palmera así que me pisé ahí y me agarré del balcón y así me fui impulsando hasta subir.

-. Aun no olvidas tus travesuras de pequeña – negué ya que por ahí me escapaba para poder jugar cuando me castigaba mi abuelita.

-. Lo que bien se aprende difícil se olvida – se río.

-. Escoge tu cama ya sabes – le di un beso y fui al cuarto, había ingresado en el que era el curto de mi mamá, detrás dormía mi abuelito y al lado izquierdo estaban los dormitorios de mis tíos había 5 camas en total y yo siempre prefería la de mal fondo y la cama de la derecha que era de mi tío Napo creo.

Me quedé dormida casi de inmediato ya que el sonido del río que estaba al frente de la casa de mi abuelito me arrullaba como canción de cuna.

Cerca de las 7 escuchaba a mi abuelita gritar mi nombre.



#5407 en Novela romántica

En el texto hay: amor, trampas, recocnciliaciones

Editado: 24.04.2025

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