-. No importa hija – lo miré cautelosa al parecer había algo que le preocupaba.
-. Abuelito – me miró - ¿qué tan mal está la cosa? – sabía que era referente a la finca.
-. No muy bien – dijo con tristeza.
-. ¿Cuánto debes? – me miro y se rasco la nuca eso era una mala señal porque lo que iba a decir no me iba a gustar.
-. 150 mil – por poco escupo la comida de la sorpresa.
-. ¿Al banco? – negó, eso era un alivio, aunque no del todo - ¿A quién?
-. A otro hacendado – eso no era lo mejor.
-. ¿Hay papel verdad? – él asintió - ¿Cuánto es el interés?
-. Al 2 % - bueno al menos no era abusivo.
-. O sea, son 3000 soles mensual que le estas pagando de interés – asintió – del capital no les has dado nada.
-. Tengo ya 80 mil juntado para darle - eso era bueno.
-. Bien hoy mismo vamos con un juez de paz para que le des en su delante y firmen otro acuerdo – eso nos ayudaría porque reduce bastante el interés que le tenemos que pagar.
-. Pero el hacendado se está poniendo un poco difícil – no entendía muy bien.
-. Explícame por favor – era mi abuelito, pero para hacer tratos a veces era demasiado débil y no podía ponerse fuerte.
-. El me presto el dinero por 6 años de los cuales falta tan solo dos – asentí – él me va a recibir normal lo que tengo del capital, pero si dentro de estos dos años no logro juntar el resto a parte del capital quiere que tú te cases con su hijo.
-. ¿QUÉ? – sentí que todo me dio vuelta y quería gritar, esperaba que mi abuelito no pensará cambiarme con ese señor.
-. Mira hoy le vamos a dar 90 mil y esos 10 a mí me devuelves después y los 60 mil restantes lo juntamos en estos 2 años porque lo juntamos –cerré el tema y comí porque de lo contrario no tendría fuerza para nada.
“Tan feo será el hijo del hacendado para que nadie se quiera casar con él o porque tenía que ser necesariamente yo”
Limpié la cocina y fuimos al juez de paz, el señor que llegó se me hacía conocido, aunque la verdad hacía ya tanto que no venía que ni idea.
-. Sandrita – me saludó y no sé porque sentí un escalofrío recorrer mi espalda – no me recuerdas.
-. Buenos días – le di la mano – lo lamento, pero no lo recuerdo.
-. Soy Edilberto Torres – me sonaba el nombre, y en este momento mi mente no colaboraba.
-. Creo que el viaje me ha cansado demasiado o es que ya tanto tiempo que no vengo que no lo recuerdo – él sonrió con algo de disgusto al parecer debía tenerlo registrado en mi memoria.
-. Bien, pasemos – este señor de seguro antes no era así porque de lo contrario lo recordaría.
El juez de paz hizo el documento respectivo y ambas partes firmaron con la condición que me incluía a mí, pero no me iba a rendir.
-. Bien, gracias – le dio la mano a mi abuelito y a mí y se fue. De regreso a casa le pregunte a mi abuelito.
-. ¿Lo conozco? – él asintió.
-. Todos sus hijos son amigos tuyos a pesar que algunos prácticamente te doblan la edad – eso si era malo porque no lo recordaba.
-. Porque no me acuerdo – golpeo un par de veces mi sien derecha a ver si así me venía algo a la mente.
-. Tanto no te vas a acordar si son vecino viven al frente de la casa aquí en el pueblo – y entonces recordé, sus hijas eran mis amigas siempre juagábamos y recuerdo que tres de sus hijos eran varones 2 mayores y uno de mi edad más o menos.
-. A ya me acordé – me reí porque de verdad estaba en la luna de Paita.
-. Él desea que te cases con el menor que si mal no recuerdo son promociones – entonces si el chico era de mi edad.
-. Bien pues que se busque otra yo voy a trabajar para que él no lo consiga – iba a dar por cerrado el tema y me acordé – solo por eso me pediste que yo viniera a cuidarte – necesitaba sacarme esa duda.
-. En parte – al menos mi abuelo era sincero – pero sabes que eres la única nieta que siempre venía de visita cuando tu abuela vivía y siempre estabas tú.
-. Bien – me dolió, pero era mejor la verdad.
-. Yo te ayudaré para que seas libre – lo miré y justo estábamos en la puerta de la casa.
-. Solo te digo que yo tengo a alguien en mi corazón y no voy a ceder al capricho de un hacendado o su hijo – mi abuelo asintió – supongo que has traído cosas de la finca para vender – asintió.
-. Están en las canastas y baldes – señalo.
-. Bien abre las puertas – empezaríamos a vender todo y a ahorrar cada centavo aún tenía otros 10 mil de mi liquidación, pero eso planeaba invertirlo. Como abrimos tarde solo logramos sacar 5 mil de los cuales 3 mil ahorraríamos y 2 mil sería para todo ese mes.
Preparé un almuerzo sencillo, pero delicioso y mientras yo limpiaba la cocina mi abuelito se fue a ensillar los caballos.
-. Ya están me gritó y yo saqué todo de la casa ya que no quería que aparecieran ratones por dejar algo de comida.
-. Solo quedó esto para llevar a la finca – él la cargo y me ayudo a montar y nos fuimos a la finca que estaba a una de camino más o menos.
En el camino solo pensaba que de verdad estaría ocupada y antes de olvidarme saque mi celular y llamé a mi hermano le dije que estaba bien, pero no lo había podido llamara ya que había estado ocupada desde que legue y que ahora estaba saliendo a la finca, eso basto par que estuvieran tranquilos y por supuesto no les dije nada de lo que pasaba.
Llegamos a la Finca tendría unas 50 hectáreas, nos abrieron la reja un señor ya mayor.
-. Buenos días – saludé y él movió la cabeza en señal de saludo. La casa estaba al lado derecho y era de dos pisos muy parecida a la del pueblo solo que aquí había tres balcones, ya que cada habitación contaba con su balcón. En el primero piso se encontraba la sala, cocina y comedor y el baño estaba fuera de la casa en al pare de atrás.
--. Voy a recorrer la finca un rato – mi abuelo hizo un ademán con la cabeza y seguí de largo al lado izquierdo estaban los campos de cultivo era cerca de casi 10 hectáreas y se sembraba de todo de acuerdo a la temporada.