-. Joven – me habló el señor – mira ya estamos aquí – podía sentir mi corazón latiendo a mil, y mis nervios estaban en su máximo esplendor.
-. Eso es una gran noticia – dije con rapidez y lo más seguro con una sonrisa boba.
Entramos y yo al busca, pero la vi muy divertida conversando con un hombre y sentí una opresión en el pecho; me quemaba el pecho, y no encontraba mi voz.
-. Voy a saludar y después bajamos su moto – asentí, bajé y por poco me voy de cara ya que mis piernas parecían no poder sostenerme, camine muy despacio porque mi cuerpo lo sentía más pesado que lo acostumbrado.
-. Sandra – mi voz, aunque yo la sentí poco audible, ella se giró.
SANDRA
No reconocí esa voz así que me giré esperando encontrarme con un nuevo cliente quizá, pero era él a quien había estado esperando por un largo tiempo… por una fracción de segundo creí que mi mente me jugaba trucos nuevamente.
-. Ricardo – creo que mis labios solo se movieron y no emitió sonido alguno; quería correr, pero mis pies estaban clavados al piso, él se acercó apresurado y me abrazó.
No me di cuenta cuando empecé a llorar, aunque moría por decirle mil cosas en ese momento no me salía ninguna; él sentir su abrazo era suficiente para mí porque Dios como lo había extrañado.
-. Ya estoy aquí – susurro sin soltarme.
RICARDO
Esa sensación de tenerla entre mis brazos, era recuperar mi vida, sentir de nuevo mi corazón latir, esa sensación de calidez en mi pecho.
-. No tienes idea como te extrañe – acariciaba su espalda y trataba de guardar todo lo que estaba sucediendo como un recuerdo perenne en mi memoria.
-. Joven – la voz de aquel señor me sacó de mi burbuja y volteé a verlo – tenemos que bajar su moto – asentí y besé la frente de Sandra para alejarme a ayudar.
NARRADOR
Todos en la granja se quedaron tiesos viendo aquella escena y más cuando Sandra lloraba, Rosita moría por ir a preguntar, Jorge la detuvo porque entendió que era un momento privado, el abuelo sonrió porque sabía que su nieta estaba muy feliz y estaba seguro que ella se lo merecía, los demás tenían demasiadas preguntas.
Después de terminar con las tareas y despedir a aquellos que solo estaban de paso por la finca, y Sandra intentaba poner en orden sus ideas porque sentía que tenía un torbellino en su cabeza y su corazón.
Ricardo por su parte no sabía que hacer o si podía besarla como hacia tanto tiempo lo deseaba.
-. Podemos hablar – Ricardo fue quien se acercó a pesar de tener los nervios a flor de piel.
-. Vamos al río – Sandra buscaba un lugar algo privado, caminaron en absoluto silencio que fue un poco incómodo. Allegar se sentaron en una gran roca a las orillas del río y él se aclaró la garganta.
-. Lamento haber demorado tanto – dijo avergonzado.
-. Supongo que tenías muchas cosas que hacer – después que lo dijo se dio cuenta que sonaba mal –pero lo entiendo, solo…
-. Quería terminar lo antes posible y por eso me desconecte del mundo – él acercó su mano lentamente a su rostro – pero parecía siempre que solucionaba un problema aparecían 3 más.
-. Debió ser muy estresante – Sandra hablaba cerrando sus ojos disfrutando de su toque.
-. Lo que más dolía era no estar a tu lado – reconoció él con la voz entrecortada, y Sandra solo dejaba que las lágrimas rodaran por sus mejillas – no te haces una idea de lo mucho que te extrañe, cada día que pasaba sin ti me costaba respirar – suspiro – eso no era vida.
Sandra no aguanto más y se sentó encima de él, para poder mirarlo a esos ojos que al inicio odio, sin embargo; termino amando.
-. Yo también te extrañe demasiado – tomó sus mejillas y lo besó porque eso deseaba hacer desde que lo vio.
-. Por favor – Ricardo hablo pegando su frente a la de ella – cásate conmigo, no quiero volver a separarme de nunca más.
-. Está bien quiero estar a tu lado por lo que me quede de vida – se besaron por un largo rato y después cuando se pusieron de pie Ricardo sacó el anillo que había traído que tenía una corona con una perla en forma de corazón en el centro.
-. Me encanta – dijo Sandra al ponérselo.
-. Cuando lo vi solo podía pensar en ti – el paso su brazo sobre el hombro de ella.
-. ¿Cómo me encontraste? – Sandra aún tenía la duda.
-. Fui a tu casa y después de pasar el interrogatorio de tus hermanos por fin logré que me dijeran donde estabas y bueno aquí estoy – estaba tan feliz y verla sonreír era lo mejor.
-. Mis hermanos – suspiró – los extraño mucho, pero ahora debo terminar lo que inicie.
-. ¿Qué es? – la curiosidad me mataba.
-. Salvar la finca de mi abuelo y evitar que lo sigan embaucando – note cierto rencor en su voz.
-. Entonces me quedó a ayudarte – ella asintió.
-. Pero…
-. Lo que menos deseo es alejarme nuevamente de ti – pegue mi frente a la de ella y disfrute su aroma para convencerme que era real y no un sueño.
-. De acuerdo – regresamos.
-. Joven – me habló el señor – mira ya estamos aquí – podía sentir mi corazón latiendo a mil, y mis nervios estaban en su máximo esplendor.
-. Eso es una gran noticia – dije con rapidez y lo más seguro con una sonrisa boba.
Entramos y yo al busca, pero la vi muy divertida conversando con un hombre y sentí una opresión en el pecho; me quemaba el pecho, y no encontraba mi voz.
-. Voy a saludar y después bajamos su moto – asentí, bajé y por poco me voy de cara ya que mis piernas parecían no poder sostenerme, camine muy despacio porque mi cuerpo lo sentía más pesado que lo acostumbrado.
-. Sandra – mi voz, aunque yo la sentí poco audible, ella se giró.
SANDRA
No reconocí esa voz así que me giré esperando encontrarme con un nuevo cliente quizá, pero era él a quien había estado esperando por un largo tiempo… por una fracción de segundo creí que mi mente me jugaba trucos nuevamente.
-. Ricardo – creo que mis labios solo se movieron y no emitió sonido alguno; quería correr, pero mis pies estaban clavados al piso, él se acercó apresurado y me abrazó.