Al final, conseguiste tus primeros lentes. Te daba tanta pena usarlos frente a los demás que sólo los usabas cuando yo empezaba a leerte lo del pizarrón en voz alta para molestarte.
No te veías mal con ellos. Y desde que los empezaste a usar también te empezaste a peinar. Parecía que empezabas a dormir más.
No te veías mal, pero te seguías sintiendo insegura.
Cada vez que me daba cuenta que sobre analizaba tu situación, o directamente a ti, me recordaba a mí mismo la escena donde tú y Sofía se burlaban de mis sentimientos.
La pena y lástima se pasaban rápido.
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Editado: 02.09.2019