Helena
—¿Por qué quieres terminar?—miro al chico frente a mí y trato de sentir algo más que esta abrumadora necesidad de huir.
¿Por qué quiero terminar?
Porque siento que no importa en qué relación esté siempre se siente vacío y frío, me da igual pasarme días o semanas sin saber nada de mi novio y no siento la necesidad de buscarlo, porque trato de no pensar en que mi vida puede seguir fácilmente sin él en ella.
Porque esto no se siente como amor.
—Debemos terminar—es toda la respuesta que le doy, sus ojos me observan con frialdad.
—Llegará el día en que te arrepientas de lo que haces, Helena, jugar con las personas no es divertido, y cuando alguien juegue contigo, te darás cuenta de eso—a pesar de que hay rencor en sus palabras yo no respondo, mejor lo dejo ir porque esa es la decisión menos egoísta.
Aunque él no la entienda.
Aunque creo que mi jefe es un asno y es insoportable, puedo decir que sabe lo que hace y mi trabajo en esta empresa es agradable. Sonrío un poco con mi oficina, es bonita, no es la cosa abismal que tiene Owen Remington, pero sí que saben cómo tratar a sus empleados, además, la chica que me asignaron como asistente, es una dulzura que me trae chocolate porque sabe que no tomo café o me trae uno de esos te que no sé qué le hecha, pero saben delicioso.
Justo ahora me encuentro leyendo uno de los contratos que me enviaron. Llevo al menos dos horas en este porque algo no me suena, y cuando eso ocurre es porque, hay peligro cerca. Nunca doy el visto bueno a un contrato sin estar al 100% segura de que la información es correcta y con este no he terminado. Busco algunas informaciones adicionales hasta que a la hora del almuerzo es que contigo descifrar lo que me hacía ruido.
Sonrío con confianza y me levanto para imprimir unos documentos, pero la maquina no funciona. Frunzo el ceño y suspiro tratando de verificar que efectivamente mi impresora no está bien. Quiero terminar esto rápido, pero sé que molestar a Jenny, mi secretaria, no está en mis planes. Ella merece un almuerzo tranquilo, algo que yo debería estar haciendo, pero como soy algo perfeccionista con mi trabajo, es lo que hay.
Vivir y crecer bajo el apellido Davies tiene sus ventajas y desventajas. Las ventajas es que adoro a mi familia, el amor y el cariño de ellos nunca me ha faltado y al ser hija única papá siempre me ha tratado como una reina, por eso quizás mis estándares en los hombres son altos, hasta para acostarme con ellos una sola noche y nunca volver a verlos.
Las desventajas es que mi padre es el mejor, de eso nadie tiene dudas. Su bufete es uno de los más importantes alrededor de todo el mundo y crecer con eso, bueno, es difícil. Siempre habrá quienes miren mi trabajo como algo menor o esperen que sea igual a mi padre. Lo amo, pero él está en un estándar al que quiero llegar algún día. Sé que soy buena en mi trabajo, me jodí estudiando y siendo la mejor en mis clases, tomé cursos extras, hablo cuatro idiomas, pero, aun así, la comparación en que debo ser lo que otros necesitan es abrumadora.
Quizás esa fue una de las razones por las cual quise cambiar de aire, necesitaba irme y comenzar a crear mi nombre lejos de ser la sombra del nombre de mi padre. Yo realmente lo amo, pero, la presión que siento y que todos tienen en mí es mucha.
Como lo es saber que un día el bufete quedará en mis manos y yo aun no me siento preparada para algo así. Todo estaba siendo demasiado abrumador.
Quizás es una de las razones por las que me convertí en alguien tan perfeccionista, alguien que necesita tener todo bajo su control, hasta mis mismos sentimientos. Soy un poco controladora, eso es cierto, pero no puedo culparme por eso.
Cuando me doy cuenta de que sigo queriendo imprimir los documentos salgo de mi oficina y como esperaba, todo el área está vacía porque todos deben estar comiendo. Suspiro y decido ir al piso de abajo, es por eso que tomo el ascensor y cuando salgo me detengo en seco al dame cuenta de que solo hay dos personas en esta área.
Y una de ellas yo lo conozco.
Carter.
El mismo hombre con el que estuve conversando en un restaurante, el mismo hombre con el que manera distraída estuve coqueteando hasta llegar a la conclusión de que sería su novia. No sé si estaba media ebria cuando le dije esas palabras, pero aparte de ser un hombre bastante caliente a la vista, la verdad es que la conversación con Carter estuvo muy entretenida. Me agradó la manera en que hablamos, la manera en la que no se propasó conmigo y sonrío ante la manera en que me decía cosas bonitas.
Pero supongo que es su táctica de conquista, porque ahora mismo está haciendo lo mismo con la chica que parece desvelada con él. Así que Carter utiliza ese encanto de príncipe soñador lastimado para conquistar, no puedo dejar de mirarlo. Su cabello oscuro perfectamente peinado, la manera en que sonríe y me muestra un brillo diferente.
Parpadeo para salir de esa ensoñación. Mis pasos alertan a las dos personas que están en este lugar y no puedo evitar la sonrisa en mis labios cuando los ojos oscuros y llenos de secretos de Carter me recorren de abajo hacia arriba, es una lenta caricia que me hace sentir extraña de cierta forma, pero no le doy importancia. Cuando llego a ellos ese aroma masculino y caro me envuelve y no puedo evitar el mirarlo a los ojos.
—Helena—mi nombre en sus labios es una caricia pecaminosa sin necesidad de un toque.
—Carter—saludo con una sonrisa en mis labios para luego mirar a la chica que me observa como si esto fuese una competencia y estuviera evaluando a su contrincante—hola, lo siento, no conozco tu nombre—comento con tranquilidad, en sus ojos brilla la competencia y casi siento ganas de rodar los ojos.
No sé cómo aun muchas mujeres siguen creando entre nosotras la competencia de compararnos, de que seamos menos que la otra. Cuando le dije a Carter que saberlo con novia puede traer a una multitud femenina no bromeaba, porque la competencia entre las mujeres siempre ha existido, a las mujeres se le educa para ser mejor que las demás.
Editado: 21.11.2024