Tú eres el hombre que anhelo

Capítulo 5

Carter

Su risa está por toda la casa, mamá sonríe divertida y luego yo le lleno el rostro de besos haciendo que la persona entre mis brazos se ría.

Los días son hermosos junto a ella.

Helena permanece en silencio luego de la confesión que me hizo. Estoy analizando sus palabras porque no puedo creer que una mujer como ella no haya conocido lo que es el amor romántico en su vida. Helena tiene cualidades que nuestras pocas conversaciones me han hecho entender que amar una mujer como ella es fácil, sin embargo, puede ser peligro. Helena es un alma libre y por lo que he tonado, no quiere ser atrapada a pesar de lo que dijo.

Entonces aquí estamos, un romántico empedernido y una mujer que le huye al compromiso. El universo a veces juega de formas extrañas, pero al observarla puedo entender que quizás ella haya roto muchos corazones porque Helena es preciosa, y no hablo solo físicamente, porque vamos, es una mujer que por donde la mires destila confianza y belleza, hablo de la forma en la que aceptó a un extraño en su mesa en el restaurante y tuvo una conversación subiéndole el ánimo. Es la forma en que sonríe que cautiva y es la manera en la que ella aceptó venir conmigo a esta cena de porquería.

No mentí cuando le dije que el día de hoy es uno que detesto, pero mucho menos mentí cuando le dije que mi hermana odia esto muchísimo más que yo. Eso es debido a que un día como hoy a ella le arrebataron algo que ella amaba muchísimo, y yo igual. El día de hoy fue cuando asesinaron a mi sobrina.

Los Becher somos una familia alegre por naturaleza, pero si hay un día en el que ninguno puede fingir que está feliz es este día, el día donde la luz de nuestro hogar se apagó y las risas nunca volvieron a ser igual.

Esta es una cena de negocios para mi hermana, las relaciones públicas que ella logra son increíbles, pero, ella no tenía el ánimo ni la fuerza para poder levantarse de una cama el día de hoy, como sucede desde ese día en esta fecha.

—Hace dos años, asesinaron a mi sobrina. Hoy es el día de su segundo aniversario—mis palabras le impactan porque Helena despega su espalda de la pared para verme con los ojos muy abiertos. Veo como me observa y suspiro—solo tenía cinco años, y nos la arrebataron—el nudo en mi garganta me obstruye la manera en la que trago, porque pensar en la risa de mi pequeñita me rompe el corazón.

—Carter...

—Ese día mi hermana la llevó al parque, como solía hacer. Estaba hablando con una de las madres y mi sobrina y la niña jugaban. La mujer se había separado de su esposo e incluso le tenía una orden de alejamiento porque él era celoso y llegó a golpearla en una ocasión—respiro hondo—nadie se esperó que ese hijo de perra apareciera y que, por intentar matar a su propia hija, asesinara a nuestra pequeña. Luego, mato a la madre de la niña—noto como ella está tensa, pero acepto la forma en que su cálida mano se pose en mi brazo—la niña quedó sin nadie, porque ese imbécil huyó y la madre no tenía familiares, mi hermana buscó adoptarla hasta lograrlo, le está dando una vida estable, pero, está batallando cada día para poder superar la muerte de su hija. Al principio tuvieron que hacerle muchos análisis y procedimientos pensando que enloquecería, pero ella está bien... dentro de todo—es lo que comparto con ella.

No le digo como la sonrisa de mi hermana no ha vuelto a ser la misma o como ella tiene que tener medicación porque la depresión en la que cayó estuvo a punto de orillarla a la muerte. No menciono como muchas veces lloré en los brazos de Owen como un niño pequeño porque no sabía de qué manera podía ayudar.

No menciono tantas cosas que pensé que superé, pero que en momentos en donde llegan esos bajones emocionales, es cuando más salen a la luz.

Helena me observa en silencio y sin decir algo más envuelve sus brazos a mi alrededor y me abraza. Me sorprendo de sentir su cuerpo cálido contra el mío, pero mi cuerpo reacciona rápido rodeándola y apretándola contra mí. Siento como mis ojos pican cuando ella acaricia mi espalda y se siente que aun cuando estamos en una fiesta, puedo ser sincero, puedo soltar un poco lo que cargo el día de hoy.

—Llora si quieres hacerlo, prometo guardar el secreto—el susurro de su voz se cuela por mi cuerpo y en silencio dejo que las lágrimas se deslicen por mis ojos.

Soy débil ante los niños, pienso que ellos son ángeles que el mundo no debería dañar, pero lamentablemente vivimos en un mundo cada vez más podrido y los más dañados son a los que más deberíamos cuidar.

Rompe el alma a veces escuchar todo lo que ocurre en el mundo, como cada vez más los altos grados de violencia acaban con la vida de inocentes, y jode, jode bastante.

Pero ahora me enfoco en el aroma que desprende Helena, en la manera en que su cuerpo parece encajar perfectamente con el mío en este momento y la forma en la que no quiero soltarla porque me siento cómodo aquí. Se siente... se siente como un lugar seguro.

Cuando me siento mejor ella se separa, pero no avanza muy lejos. Con la poca luz que tenemos aprecio su largo cabello rojizo, porque no miento, Helena es una mujer preciosa. Sus ojos marrones como el otoño brillan conmovidos estando cerca, puedo notar algunas pequitas, aun cuando ella lleva maquillaje, también me doy cuenta de que sus labios esta noche se ven más llenos que las otras veces que la he visto.

Se notan más... seductores.

Cuando me doy cuenta de que mis pensamientos se han desviado completamente del punto inicial, yo me aclaro la garganta y creo que Helena se da cuenta de que mis pensamientos se desviaron porque enarca una ceja que efectivamente me delata cuando siento el rostro caliente. Maldita sea, esta mujer me hace sentir como un adolescente que no sabe cómo comportarse.

—¿Qué?—cuestiono cuando ella no menciona nada y sigue mirándome.

—Hagamos algo diferente—sugiere con una sonrisa que debería hacerme desconfiar.




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