Tú eres el hombre que anhelo

Capítulo 7

Carter

Siento una caricia en mi hombro y cuando giro a mirar de quien se trata, sus ojos me observan y en silencio camina lejos, la sigo a paso rápidos. Siempre es esto, la jugada del gato y el ratón, es por eso que cuando ella ingresa a la sala de música una sonrisa se posa en mi boca.

Y cuando mis ojos dan con ella, sí, me siento emocionado.

Desde lejos veo a Helena trabajar, mis ojos no se han apartado de ella mientras habla con Owen. Los puedo ver decirse algunas cosas referentes al trabajo mientras admiro lo bien que le queda el traje que lleva puesto. Es un dolor de cabeza esta mujer porque cada vez que la veo se ve aún más sensual que antes, casi quiero ir corriendo y hablarle, confesarle que lo que pasó en mi auto no ha salido de mi cabeza y que fingir que solo somos colegas toda la semana me ha tenido de mal humor.

Siento un toque en mi brazo que me hace apartar la vista de mi mejor amigo junto a quien él llama demonio pelirrojo.

Me encuentro con los ojos verdosos de Caroline quien me sonríe con cordialidad. Caroline es una chica agradable que lleva tiempo trabajando en la empresa. Hemos trabajado hombro a hombro en algunas cosas, es fácil tratar con ella porque tiene esa forma jovial de ser y siempre está pendiente a que todos estén bien.

—Pensé que estabas huyendo de mí, ya no podemos coincidir en ningún lugar—me sonríe jugando con su pelo que va suelto, pocas veces ella lo deja así, no niego que es una chica bonita. Su rostro ovalado con esos ojos verdes y sonrisa tierna, además, tiene esa vibra amigable que te dan ganas de conversar con ella mucho tiempo.

—No creo que eso vaya a ocurrir, ¿me necesitabas para algo?—cuestiono y ella asiente.

—Estábamos pensando tomar algunas copas luego del trabajo, ¿te unes?—la veo morder el labio inferior como si estuviese preocupada de mi respuesta. La verdad es que esta noche no tengo nada que hacer más que quedarme en casa, quiero distraerme y más ahora con el problema pelirrojo que no deja ir mi cabeza.

Mis ojos se desvían de mi compañera de trabajo hacia la manera seria en la que Owen y Helena conversan, casi siento celos de mi mejor amigo, porque él si puede pasar tiempo con ella mientras yo me tengo que aguantar las ganas que siento de ir y hablarle de cualquier cosa, porque conversar con Helena es algo sencillo.

—Claro, nos veremos a la salida—los ojos de Caroline se iluminan y me regala una amplia sonrisa, la veo llevarse un mechón detrás de la oreja y darme una tierna expresión.

—Te gustará, ya verás—asiento y con un despido sencillo ella se aleja. Mis ojos vuelven a las dos personas que parecen culminar su conversación porque ella se aleja al pasillo contrario y veo a Owen caminar hacia mí.

Él ha estado actuando extraño estos días, aun no me dice la razón, pero es claro que se debe al regreso de Celeste Beckett. Owen es un buen hombre, pero eso no le quita que de vez en cuando es idiota, y lo fue cuando todos sabíamos que él se moría por Celeste y aun así seguía en su idiotez de que ella solo significaba una venganza para él. El único ciego en no notar que él babeaba por esa mujer, fue él.

Cuando celeste llegaba a un lugar ya Owen no podía apartar la mirada de ella, sonría, un hombre con un humor tan escaso podía reír a carcajadas. Alex es un buen padre, pero nunca aprobé la manera en la que le metió en la cabeza que sus problemas debían también ser los de Owen. No era cierto, y eso llevó a que mi amigo se convierta en un idiota que solo sabe follar buscando alejar de su vida o dejar de pensar en la única mujer que de verdad él ha amado.

Además de que lo orilló a estar con la persona más detestable como prometida, casi me dan escalofríos cada vez que ella menciona la palabra boda. Porque soy su amigo y yo nunca permitiré que Owen se case realmente con Beatrice, primero me dejo de llamar Carter Becher antes de permitir esa locura.

—¿Por qué me miras como si cometí un error?—es la pregunta que me hace pasando por mi lado. Su secretaría lo sigue al igual que yo, él va a su escritorio y yo me lanzo en su sofá mirando como saca el teléfono para ver algo, pero luego frunce el ceño y lo guarda.

—¿Necesita algo más, señor Remington?—inquiere Anny, quien debo decir que ha sido la secretaría más disciplinada que ha tenido este hombre, porque es una bestia que la mayoría de personas le huyen. El cambio que tuvo Owen con la partida de Celeste fue muy notorio.

—No, puedes retirarte—ella asiente y luego da la vuelta desapareciendo de nuestras vistas, los ojos de Owen me observan—¿qué te traes con la abogada? ¿crees que no me di cuenta de que nos espiabas?—parece una acusación así que enarco una ceja.

—Cometí un error—Owen frunce el ceño.

—No me digas que te follaste a una colega—me regaña.

—Bueno, no lo hice, pero tú eres el menos indicado para hablar sobre con quien follo—hace una mueca de desagrado, pero no rebate lo que dije.

—¿Si no te la follaste cual es el problema?—rasco mi cuello sin saber cómo decirle lo que pasó.

—Somos amigos, o eso creo, pero siento que ella me está gustando más allá de una mistad y es jodido porque es una mujer que no quiere tener una relación, ella detesta todo lo romántico—Owen sonríe un poco antes de negar.

—De todas las mujeres en las que podrías interesarte vienes y te gusta ese demonio, ¿no has visto la manera en que me mira? Siento que en cualquier momento esa mujer me apuñalará con un bolígrafo, tiene un temperamento terrible—ruedo los ojos, porque para mí, Helena no tiene mal temperamento.

—No lo creo, ella es... dulce a su manera—Owen me mira como si hubiese enloquecido.

—Si eso es lo piensas, déjame decirte que tú estás jodido. La palabra dulce no existe en el vocabulario de esa mujer, y lo mejor será que busques a otra mujer, esa parece que es un problema mayor que tú no quieres—no le respondo porque hay una espinita que me dice que ella definitivamente, es la mujer que quiero tener a mi lado, aun cuando sé que es imposible.




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