Linda
No sé qué me gusta más de él, quizás es que es el chico más popular de todo nuestro instituto, o es quizás su sonrisa coqueta o la manera en que me observa a la distancia. Siempre me hago la que no entiende nada aun cuando acomodo cada tanto mi vestuario, mi maquillaje y me gusta como mi cuerpo parece verse más desarrollado que la mayoría de mis compañeras, eso hace que él nunca quite sus ojos de mí.
—Alguien te está mirando y no te quita los ojos de encima—escucho el murmullo de mi compañera, mis labios se estiran en una sonrisa cuando miro sobre mi hombro lo veo a él, el chico que me gusta.
—No me está mirando—refuto, aunque sé que él lo hace, nunca puede controlar eso.
—Si lo hace y tú nunca te das cuenta—sonrío un poco, niego y camino con tranquilidad por el pasillo, siendo consciente de cada una de sus miradas. Veo el momento exacto en donde él deja de solo mirarme y hablar con sus amigos.
Mi corazón late enloquecido como el de toda adolescente enamorada. Él se acerca hacia mí y todos están presenciando este momento, mi momento. Sus pasos están llenos de seguridad, me detengo y espero con nerviosismo a que él se acerque a mí. Cuando lo hace, sonríe.
—Justo a ti te estaba buscando, Linda—él me observa y su mirada se convierte en todo en lo que puedo pensar en las próximas horas.
Mi primer amor.
No recuerdo la última vez que bailé.
Recuerdo perfectamente con quien fue, pero no el momento, no como me hizo sentir, nada de eso. Ahora estoy en medio de una pista de baile repleta de personas que bailan como si no hubiese mañana mientras el hombre de mirada hipnotizante espera porque de el primer paso, él me da el tiempo necesario para acostumbrarme.
Doy el primer paso y me siento tiesa, como si fuese un hierro oxidado, así que comienzo a mover las caderas, se siente extraño luego de años sin bailar.
Caín se acerca detrás de mí y respeta mi espacio al tomar mis caderas, pero no me acerca a su cuerpo, simplemente mantiene mi ritmo, aun cuando la canción que suena es más rápida. Sonrío y pronto estoy moviéndome con más libertad. Las personas a mi alrededor alzan las manos y yo hago lo mismo y... comienzo a saltar.
Ni siquiera soy consciente de que necesitaba esto realmente, giro para darle el frente a mi compañero y sonrío saltando. Sé que mis rizos están saltando con cada movimiento y que cada tanto debo bajar el dobladillo de mi vestido cuando se sube más de lo necesario, pero me siento bien. Bastante bien.
No recordaba esta sensación abrumadora de libertad y lo estoy sintiendo justo ahora, entre un puñado de extraños, puedo simplemente ser sin tener que planificar cada acción.
Me doy cuenta de que mi acompañante ya no baila, simplemente me observa detenido en la pista de baile. Es por eso que tomo su mano y atreviéndome lo acerco a mí. Creo que es culpa de los tragos que me he tomado porque definitivamente yo no soy esta clase de mujer que no le importa tocar a un hombre desconocido. De hecho, soy la clase de mujer que ni siquiera está interesada en conocer a hombres para ser exactos.
—Te ves bien bailando—habla Caín colocando sus manos en mis caderas, soy atrevida y llevo mis manos a su cuello. Estoy pegada a un extraño y no siento como que voy a enloquecer, se siente muy bien.
Hace tiempo que no me permito tener este tipo de acercamiento con otro hombre porque la idea de que alguien me toque no me gusta, la idea de una relación me hace enloquecer y la idea de que yo lo arruine, me deprime. Sé que aún no estoy lista para muchas cosas, arruinaron gran parte de mis sueños en el pasado, quizás tres decisiones desencadenaron las consecuencias que repercuten en mis días.
Pero por hoy quiero simplemente sentir.
El tipo que baila conmigo me sonríe, antes de hacer cualquier locura me acerco a su oído teniendo que ponerme de puntillas porque aun llevando tacones este hombre parece una montaña.
—¿Tienes pareja?—cuestiono despacio, él sonríe y separándose de mi me mira y niega.
—No. Estoy completamente disponible para ti—sonrío divertida con eso que me dice al oído. Una música más sensual se escucha y yo le doy la espalda, me pego a su pecho y muevo mis caderas despacio.
El lugar se siente caluroso por todas las personas, pero llevo mis manos al cuello del hombre que me sostiene y le muestro qué tan disponible él está para mí, siento como comienza a respirar algo agitado en mi oído y una sonrisa se posa en mis labios porque estoy restregándome contra él de manera divertida.
Le doy el frente y quedo fascinada con la mirada que tiene, sus ojos azules parecen una tormenta a punto de comenzar, me paraliza por un momento, pero él toma las riendas moviéndome, enseñándome cuales son los pasos que él tiene guardado. Es divertido, a pesar de que nos restregamos un poco, él nunca me toca más allá de lo necesario.
Cuando bailamos al menos cinco canciones estoy sudorosa y muerta de sed. Lo arrastro fuera de la pista de baile y me acerco a la barra pidiendo una botella de agua. Caín pide un trago y bebe mirándome, estoy realmente calurosa por todo el movimiento y aquí no circula aire fresco, no cuando en menos de media hora esto parece haberse llenado muchísimo más que antes. Trato de ubicar a Luisa y no la veo. Espero que mi amiga si se esté divirtiendo por todo lo alto.
—¿Quieres subir? No estará tan caluroso como aquí abajo—asiento a lo que dice mi acompañante y cuando estira su mano, la tomo una vez más. Él me conduce hasta las escaleras donde hay un hombre cuidando. Hace un asentimiento y nos dejan subir.
Vuelvo a bajar el dobladillo de mi vestido cuando este se sube otra vez, resoplo por mi mala elección de vestuario, es bonito, pero es bastante incomodo el sentimiento de que todos puedan verte el culo en cualquier momento que te distraigas lo suficiente.
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Editado: 15.09.2024