Tú eres la nerd

7. SOLO DOS DÍAS

CATALINA POV'S:

Solo dos días y podré estar con mis mejores amigas. Nos llenaremos de aventuras y lucharemos contra el mal. Eso sonó muy de superhéroes. Creo que exageré un poco.

Mis amigas y yo no solíamos llamar mucho la atención en el pasado. En California yo había sentido por primera vez lo que era el llamar la atención. Y no me gustaba mucho, por cierto. No era mi estilo, pero gracias a ello conocí muchas personas y diferentes tipos de ellas.

Había chicas consideradas regalonas, chicas tímidas, chicos considerados coquetos, chicos retraídos, etc. En la escuela de California pude identificar estos tipos de personas sin problema.

Sin embargo, la South School por más que había estado ya en ella, se iba a sentir diferente porque todo había cambiado. Yo había cambiado. Ya no era la misma chica retraída y tímida de antes. La seguridad había llegado a mí y temía que desapareciese al volver de alguna forma a mi pasado. Pensar en esto solo generó que los nervios inundaran mi ser.

Me cambié y bajé a desayunar con la intención de dejar este tema por un rato.

—¡Buenos días!

—Hola Cata. —Beily me saludó antes de centrar toda su atención en los cereales que estaba a punto de devorar.

Robert me vio e hizo su clásico saludo moviendo ligeramente su mano y con una amplia sonrisa en el rostro. Mi hermanito es un tierno.

—Hola hija —saludó papá mientras leía el periódico.

—¡Hola a todos! —dijo mamá mientras salía de su habitación.

No llevaba ni una gota de maquillaje. Aun así llamó la atención de papá, quien dejó el periódico y prefirió centrar su atención en su hermosa esposa como si fuera una obra maestra.

—¿A qué se debe tanta felicidad? —preguntó mamá al verme sonriente.

—A que tú y yo —nos señalé con mi dedo índice—. Iremos de compras hoy —concluí haciendo que se le formara una sonrisa en el rostro.

—¿Yo? —preguntó insegura a lo que asentí al instante.

—¿Estás segura? —Beily frunció el ceño—. Es decir, mamá no reconoce muy bien tu gusto y es algo mandona —añadió.

—¿Puedes dejar que sea mi momento esta vez, Beily?

Mamá le lanzó una contenta mirada, pero un poco amenazante.

—¡Ya! No dije nada —levantó las manos en su defensa.

[...]

Mamá y yo ya estábamos en el centro comercial. Íbamos de tienda en tienda tratando de encontrar algo que nos gustara.

Cuando estábamos caminando hacia una de nuestras tiendas favoritas, escuché que alguien me llamó. Aunque no tenía claro quién ya que a duras penas pude identificar de dónde provenía la voz.

—¿Cata? ¿Qué haces aquí?

Esa voz solo me indicaba algo.... Mi plan falló. Por una vez que planeo algo y no me sale como quiero. Demonios.

¿Cómo rayos pasó esto?

Tanto tiempo ideando esta sorpresa. Y todo se fue a la basura en unos segundos.

No tuve más remedio que voltear a ver a aquella persona que me llamaba con desesperación.

—¿No me saludas? —preguntó un poco triste y cabizbaja.

Corrí a sus brazos y le di un efusivo abrazo a mi mejor amiga.

—¿Qué pasó contigo? Ya estaba por denunciar tu desaparición —dijo dramatizando un poco —¡Espera! Estamos en New York, ¿qué haces aquí?

La sorpresa se hizo presente en su mirada. Parece que a mi amiga le costó trabajo procesar lo que estaba pasando y la magnitud de todo esto.

—Esto era una sorpresa para Ryan y para ti —la miré algo apenada—¡Voy a volver a estudiar con ustedes! ¡Viviré aquí! —grité al fin sin poder contener más la emoción.

—¿Qué? ¿Es en serio? —grita sin poder creerlo—Si me estás haciendo una broma no esperes que te perdone —achinó los ojos haciendo que se vea algo graciosa.

—No es ninguna broma —amplié mi sonrisa.

Me lanzó una mirada tratando de descifrar algún rastro de que mentía pero al no hallarlo, decidió creerme.

—Me hace tan feliz eso —movió su mano simulando que está secando sus falsas lágrimas —Espera a que le diga a Ryan para que esté igual de emocionada que yo —dijo mi amiga a punto de sacar su celular.

—¡No! —grité y fue inevitable que la asuste un poco —Prefiero que sea una sorpresa, ¿comprendes?—la miré tratando de no acabar con su emoción y retenerla de lo que quería hacer.

—Sí, obvio, ¿entonces el lunes vas a ir al South School? —preguntó mi amiga con una gran sonrisa en su rostro.

—¡Sí! —dije muy emocionada—¿Has venido sola? —pregunté cambiando de tema y notando que no había nadie cerca de ella.

—Mi mamá está por allá —señaló hacia la cafetería más cerca.

—¡Mamá! —grité para que mi madre me escuche desde la tienda a la que ya había ingresado.

—¿Sí, cariño? —pregunta mamá saliendo de esta.

—Ella es Almendra Roberts, mi mejor amiga junto con Ryan —dije mientras se saludaban con besos en sus mejillas.

—Mucho gusto, señora —habló Almendra amablemente.

—Igualmente, linda. Pero solo dime tía, no quiero sentirme tan vieja —dijo mi madre bromeando.

—Está bien, tía —sonríe Almendra y mamá la imita.

—Mamá, te quiero presentar a una de las señoras más maravillosas de este mundo, es la madre de Almendra y pues siempre me ha cuidado, incluso antes de que pase lo de California —dije mientras íbamos hacia donde se encontraba y haciendo referencia a la muerte de mis padres.

Mamá me acaricia suavemente la espalda. Ella sabe que a veces me afecta mucho hablar del tema.

—Mucho gusto —dijo la tía Sofía, así la solía llamar de cariño —¡Cata! Mi pequeña, ¿cómo has estado? —habló con tono dulce mientras me abrazaba.

Amo a la tía Sofía. Siempre nos trató a Ryan y a mí como dos hijas más cuando íbamos a su casa para hacer pijamadas. Nos alimentaba muy bien y perdonaba nuestras travesuras.

—Muy bien tía Sofía, gracias —dije sonriente.

Me alegraba la idea de volver a verla después de tanto tiempo.




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