CATALINA POV´S:
Para ir a la fiesta de bienvenida decidí llevar puesto un vestido que era una combinación de negro y rosa muy hermoso, me llegaba hasta la rodilla y tenía aplicaciones muy llamativas. El vestido no llevaba tiras y era ajustado al busto.
Lo acompañé con unas zapatillas. Se veía un poco raro, pero me encantaba cómo me quedaban ambas cosas. No quería ir ni muy informal ni formal, más bien un punto medio.
Me alisé el cabello y me maquillé el rostro con ayuda de Beily, quien era la experta en estos temas.
—Ya estás —dijo mientras me daba permiso de levantarme de la silla—Estás hermosa —añadió y me dio un leve abrazo.
Me acerqué al espejo cuando nos alejamos un poco y confirmé lo que mi hermana acababa de decir. Realmente estaba hermosa y me veía muy bien. El vestido se ceñía a mi cuerpo y el maquillaje no era para nada exagerado.
—Gracias hermanita —dije con una amplia sonrisa en el rostro.
—¡Cata! Llegaron por ti —gritó mi madre desde la planta inferior.
—Suerte y por favor, consíguete un chico —susurró lo último mientras me guiñaba un ojo.
—El amor es cosa del demonio —dije mientras caminaba hacia la puerta.
—No dejes que papá te mienta, cariño —me sacó la lengua y cerró la puerta de mi habitación para ir a la suya.
Bajé las escaleras a paso rápido y al llegar al final de estas, mi madre me miraba con una bella sonrisa y con la cámara fotográfica entre sus manos.
Amaba tomar fotos de nosotros. Siempre decía que los más lindos momentos se recuerdan mejor mediante con fotografías.
—Estás preciosa. Aún recuerdo cuando te vi por primera vez. Mírate ahora, has crecido muy rápido —dijo aguantando las lágrimas.
Mamá podía ser muy sentimental cuando se lo proponía. Le di un abrazo de consuelo y me fui a la sala luego de sonreír para que me tome más de una foto.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó mi padre con tono firme—¿Quiénes son tus padres? —siguió él—¿Cuántos años tienes? ¿Cuáles son tus intenciones con Cata? —Mi padre lo miraba amenazante mientras elevaba la voz con cada nueva pregunta.
Antonio estaba sentado y algo asustado por el interrogatorio que estaba teniendo. Hasta podría jurar que está temblando.
—Papá déjalo en paz, él es solo mi mejor amigo —interrumpí a papá antes de que siga con sus preguntas—Además esperamos a nuestras amigas —dije saludando con un beso en la mejilla a Antonio.
—Bueno. —Mi padre se puso de pie y se retiró a regañadientes de la sala. No sin antes hacerle un gesto amenazante a Antonio.
Papá es muy sobreprotector, no solo conmigo, también con Beily. Aunque a veces sea lindo que actúe de esa forma, suele exagerar.
Con mucho dolor tuvo que aceptar al primer enamorado formal que tuvo Beily. Sin embargo, cuando se enteró que terminaron, confesó que se sentía aliviado.
El ex de mi hermana no era tan agradable como hubiésemos querido. Era un rockero y absorbía mucho a Beily. Menos mal ella se dio cuenta a tiempo y le puso fin a su relación.
—Estás muy linda —dijo Antonio luego de centrar su atención en mí.
Mis mejillas cambiaron de color por su inesperado comentario. Era inevitable sonrojarme por cada cumplido, sobretodo, cuando no los recibía a diario.
—Gracias, tú te ves muy apuesto. —Le guiñé el ojo de manera divertida.
Me senté en el sofá y golpeé levemente el espacio a mi lado para que Antonio imite mi acción. Y así lo hizo.
Mi mejor amigo empezó a charlar sobre varios temas mientras esperábamos a las chicas.
—¿Te pondrán en el grupo otra vez? —preguntó curioso.
—¿Qué grupo?
Estaba un poco perdida en cuanto a la pregunta. No sé si era porque estaba algo desconcentrada y nerviosa.
—El de los intelectuales. —Me miró como si fuera algo obvio.
Lo olvidé... Almendra, Antonio, Ryan y yo pertenecíamos a un grupo llamado “Los Intelectuales”.
Fue creado con la finalidad de cumplir con la norma que gracias a Valentina se estableció en la escuela. En la que se supone que todos los alumnos somos de un tipo y debemos pertenecer a un grupo específico, sin tener opción de socializar tanto con las personas de los otros grupos.
Lo sé, es una regla tan absurda como la obsesión de Valentina por el rosa, pero como su tía era la directora, cada cosa que pedía se hacía.
—Aún no lo sé. —Lo miré dudosa—Quiero iniciar un debate —dije tímida y dejándolo con la boca abierta por la sorpresa.
Era una idea que estaba planeando en mi cabeza desde que me enteré que vendría, pero no sabía que tanta posibilidad había de que funcionase.
—¿Y contra qué o quién? —preguntó interesado en el tema
—Contra Los Populares.
Mi amigo estaba aún más sorprendido, si es que eso era posible.
—No es que quiera decepcionarte con esto, pero dudo que nosotros podamos vencerlos. Es como si ellos dominaran la maldita escuela —frunció el ceño mientras movía sus manos de manera graciosa.