CATALINA POV’S:
Luego de salir de aquel retorcido saló, me fui al gimnasio otra vez, encontrándome a mis mejores amigas donde había dejado a Antonio. Cuando llegué a ellas no les conté nada, pero sí les pedí que nos fuéramos, a lo que accedieron algo extrañadas.
Me había afectado lo que el tal Richard hizo. Hay que ser muy estúpido y estar mal de la cabeza para creer que una desconocida formaría parte de Los Populares, mucho menos si esa desconocida soy yo.
<<Ese chico necesita un psicólogo>>, aseguró mi intrépida consciencia. Y le daba la razón.
Quería quedarme más tiempo en la fiesta, pero aquella experiencia con Los Populares, no dejaba de dar vueltas en mi cabeza. Sabía que era buena idea irnos ya de esa fiesta.
Abrí la puerta de la casa con la llave que mamá me había entregado y me despedí de mis amigos, quienes se encontraban en el taxi. Entré con cuidado de no hacer mucho ruido y cuando caminé hacia el living, puede ver a papá durmiendo en el sillón.
Esa imagen era tan dulce.
—No tenías que esperarme —susurré para mí misma acercándome a él.
—No quería que nada malo te pasara —habló, haciendo que me sobresalte.
Realmente pensé que estaba dormido.
—¿Sabes que te adoro? —pregunté mientras él se paraba del sillón.
—Y yo a ti, pequeña. —Me abrazó y subimos las escaleras con cuidado de no caernos por la leve oscuridad.
—Hasta mañana. —Caminé hacia mi habitación, luego de separarme de mi padre.
—Descansa—fue lo último que dijo.
Al entrar a mi habitación no hice más que sacarme los zapatos, ponerme el pijama y recostarme en la cama.
No quería pensar en nada que me llevara al insomnio. Estaba muy cansada para ello.
[…]
—¡Cata, despierta! —gritaba en mi oído, una desesperada Beily.
—Buenos días, hermanita. — Me sobé los ojos para que estos se acostumbraran a la luz y un bostezo se escapó de mis labios.
—Al fin despiertas, alístate que ya nos vamos —dijo antes de salir de mi habitación a paso apresurado.
Me bañé y alisté con una rapidez que hasta a mí me sorprendió. No debía demorar mucho si no quería que mi hermana empezara a enloquecer, si es que no lo había hecho ya.
Cuando bajé las escaleras y fui hacia el comedor, me encontré con Beily y Robert, quien esta vez era el desesperado.
—¡Catalina apresúrate que ya estamos tarde! —gritaba Robert mientras yo empezaba a desayunar.
Mi cabeza estaba llena de dudas y mi confusión aumentó.
¿En qué momento estos dos cambiaron de papeles?
Al parecer, Beily había contagiado a mi hermanito con su síndrome del miedo a llegar tarde.
—¿Por qué el apuro? —pregunté, mientras saludaba a mi madre con un beso en la mejilla cuando apareció en el comedor con mi zumo de naranja.
—Resulta que nuestro hermanito conoció a su futura novia —dijo Beily mientras terminaba de desayunar, para nada desesperada, a diferencia de Robert. O a lo mejor solo estaba fingiendo.
—¿Qué?
Esto era algo realmente nuevo. Robert solía ser coqueto con mis amigas o las de Beily, pero nunca con una niña de su misma edad. Le gustaba decir que eran ridículas e inmaduras.
—Ella es hermosa —habló con tono enamoradizo, mientras sonreía— Y la conquistaré con mis encantos —soltó con firmeza.
Se acomodó el cabello y se miró al espejo cerca al comedor, mientras hacía caras coquetas. Mamá se acercó hacia él y le agarró las mejillas.
—Tú eres mi bebé y de nadie más, mi niño—dijo actuando como si le incomodara la situación, cuando todos sabemos que en el fondo le pone contenta esta noticia.
Mi madre siempre ha querido que Robert socialice con las hijas de sus amigas, pero él lograba huir y evadir cualquier momento con las niñas.
— ¡Mamá! —le regañó Robert, mientras se aleja—Yo ya no soy un bebé.
—Sí lo eres.
Mamá se acercó de nuevo a mi hermano y empezó a llenar su cara con besos.
—Mejor me voy a lavar los dientes —dijo entre dientes, luego de escapar de las caricias de mamá y subió a su habitación casi corriendo.
Apenas mi hermanito sale de nuestro campo de visión, empezamos a reírnos. Incluso Beily se une a nuestras risas. Al parecer, su locura mañanera ha desaparecido por hoy.
—¿Y conociste a alguien en la fiesta, Cata?
Cuando escucho la pregunta de mi hermana, de inmediato pienso en el estúpido de Richard. Ese chico me intrigaba, pero su actitud y egocentrismo acababa con mis ganas de conocerlo. Seguía enojada por lo de anoche.
—No —mentí e hice una mueca.
Es como una clave que creamos Beily y yo para decir hacer referencia a que hablaremos luego sobre el tema. Nos sirvió demasiado cuando papá quería saber sobre su ex chico y nosotras no queríamos soltar nada de información sobre él.