"Dice el necio en su Corazón: No hay Dios..."
Salmos 14:1
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-Entonces... ¿Ya se acabó? -preguntó Gregorio después de mirar de reojo a Cristian, quien a su lado permanecía apoyado de la pared, luego regresó la mirada a su Smartphone.
-Sí, anoche la terminé, lloró mares la pelirroja -respondió meneando la cabeza a los lados, y haciendo un ligero chasqueo con la lengua.
Cristian se quitó la gorra que llevaba puesta, peinó hacia atrás con los dedos su pelo negro sedoso, y volvió a acomodársela, pero esta vez con la parte delantera en dirección a su nuca. Algunas féminas de su escuela no apartaban su vista de él, como si cada gesto que hiciera fuera digno de su apreciación.
-Amigo ¡Eres un patán! -afirmó su mejor amigo, como si fuera la primera vez que se lo dijera.
-Y no cualquier patán, el más apuesto y sensual de los patanes, por eso nadie me ha vencido -expresó con aire de arrogancia y orgullo.
-Maggie es una buena chica que simplemente cayó en tus engaños. No pienso que se mereciera esto... ¿Sabes? Dicen por ahí, el hombre que juega con todas, las paga con una, por eso prefiero la fidelidad antes que la promiscuidad.
-No seas anticuado viejo -le refutó-, pareces una nena defendiendo a las mujeres.
-No es que las defienda, pero tampoco es como dices, tengo una madre, una hermana y una novia a quienes amo, por eso no estoy de acuerdo contigo.
-Tú no conoces a las mujeres como yo, eso es todo; cuando sepas de que hablo te arrepentirás por no haberme hecho caso.
<< Porque una vez yo pensaba como tú y no quiero que te pase lo mismo>>, dijo Cristian para sí.
Gregorio se puso de pie de las escaleras contiguas a la puerta principal del recinto e introdujo su móvil en su bolsillo delantero derecho, luego tomó su mochila con la intención de dirigirse a la primera hora de clases. Cristian se incorporó igualmente y siguió los pasos de su amigo quien al parecer se proponía no llegar tarde otra vez a Matemáticas.
Un chico parado en medio del pasillo, entregaba a todos tratados bíblicos escritos a mano con mensajes personalizados. Cristian al verle, se sintió irritado.
-¿Quién es ese? -preguntó a Gregorio algo serio.
-Eh... ¿Aquel chico? -dijo señalándolo con la barbilla-. Es Daniel, un chico nuevo que entró a último año -respondió a la expectativa mirando la expresión irritada de Cristian.
-¿Cristiano? -refunfuñó, << otro farsante >>, se dijo. Luego se acercó al chico quien al verle, de inmediato le extendió uno de los papelitos.
-Jesús te Ama -dijo el chico nuevo, mientras le ofrecía el texto.
Cristian sonrió sarcásticamente y le arrebató el papel, lo empuñó con fuerza y lo tiró al suelo, luego sujetó al chico por el cuello de su camisa y lo empujó hacia los casilleros.
-Cristian ¡Vámonos! llegaremos tarde, deja a ese chico en paz -reconvino Gregorio tratando de evitar ese incidente.
-¿Te recomiendo algo amiguito? Mejor evita que te de unos puñetazos, porque si te vuelvo a ver en mi camino haciendo estas payasadas te las veras conmigo -dijo Cristian.
Luego de amenazarle soltó al chico, quien al caer al suelo, se inclinó inmediatamente a recoger los pequeños papelitos rectangulares, de color azul que se habían desparramado por todos lados. Después de intencionalmente caminar sobre aquellos papelitos, Cristian se dio media vuelta dirigiéndose nuevamente hacia Gregorio; Entonces, escuchó la voz de aquel joven y delgado chico que le hizo frenar de repente.
-Es mejor obedecer a Dios, antes que a los hombres.
Cristian enmarco una ceja y como un toro enfurecido regresó sus pasos hacia el chico, esta vez, a propinarle una golpiza, pero fue detenido por Gregorio quien se posicionó entre ellos, empujando a Cristian hacia atrás.
-¡Cris! la Directora viene hacia acá ¡Ya para!
-Ya veremos la próxima vez a quien es mejor obedecer ¡idiota! -dijo mientras se zafaba de las manos de Gregorio, pero resignado a no seguir con la pelea.
Al alejarse, reiniciaron la ida a su salón de clases, en cuanto a Cristian, aún mostraba expresión encolerizada.
-Cris ¡Contrólate! si sigues haciendo esto, te vas a meter en problemas ¿Qué te pasa? cada vez que te hablan de Dios te vuelves loco ¿Qué culpa tiene ese chico?
-Eso le pasa por provocarme... pero ya, olvidemos eso.
Después de unos minutos en silencio, Cristian trató de reiniciar la conversación que habían tenido antes de ese incidente. Siempre buscando la forma de convencer a su amigo Greg (y a si mismo) de que lo que hacía tenía una justificación.
-¿De qué hablábamos?
-Mmm.... ¿De ti y de una chica? -respondió Gregorio fingiendo no acordarse, con la intención de no continuar la plática de siempre.
-Sí, sí, sí... Acerca de Maggie, esa pobre e ingenua chica, a veces me decía que quería enseñarme lo que es el verdadero amor y que ella era diferente y muchísimas estupideces más.