Tú eres la próxima

CAPITULO III

"Y no sé porque me duele, si se supone que ya me había acostumbrado..." (Anónimo)

***

Después de agitar la botella de refresco disimuladamente detrás de su espalda, Cristian invitó a su amigo Máximo a tomarse el primer trago.

—Gra, gracias amigo —respondió Máximo al gesto, mientras abría la botella de plástico; al aflojar la tapa, como un volcán en erupción, toda la soda se disparó directo a su rostro.

Cristian rio estrepitosamente al ver su bromita materializada.

—Cris...Cris...Cris...tian, i,i,i ¡idiota ven aquí! te, te, te ganaste do do dos...bo...

—¿Dos qué? ¿Qué dices? ¿He? —Cristian se burlaba de Máximo quien mientras le perseguía, trataba de expresarle su incomodidad, pero su enojo empeoraba su tartamudeo.

—Do...do...dos, bofetadas, ¡Ven aquí!

Cristian se escondía entre Gregorio y Patricia para no ser alcanzado por Máximo, y como si nada estuviera pasando Patricia cortaba un pedacito de carne y se la daba en la boca a su novio Gregorio con un cubierto.

En eso, Máximo tomó la leche de sabor que recién acababa de abrir y la lanzo en dirección a Cristian quien acababa de moverse detrás de la presidenta escolar. Toda la leche terminó derramándose sobre el hombro y parte del pelo de patricia.

—¡Enserio chicos! ¡Son unos niños! —se levantó de repente al sentir el líquido correr por su brazo.

—Oigan hermanos ¿Qué les pasa? —Gregorio tomó servilletas de la bandeja de comida frente a él, para ayudar a su novia a secarse.

—Pe, pe, perdón, presi... es que es, es, este, idiota de Cris... —se disculpó Máximo apenado.

—¿Qué pasa Greg? ¿Tu novia no tolera una bromita? —se burló Cristian, luego tomó una manzana de su bandeja y le dio una mordida.

Gregorio miró disimuladamente a Cristian quien con la mirada le rogaba que no calentara más las cosas.

—Ven cariño, te acompañare afuera. —dijo Gregorio, apoyando sus manos sobre la mesa, haciendo gesto de levantarse.

—No, está bien amor, sigue almorzando, yo puedo ir sola. —Patricia tomó su bolsa, y salió de la cafetería escolar cabizbaja por el desastre en ella.

—Amigos, ustedes se pasan de veras... — Gregorio se echó hacia atrás en el asiento y tomando su tenedor comenzó a revolver la comida, como jugando con ella.

—Solo bromeábamos amigo, no es para tanto ¿Verdad Máximo?

—A mí no me me, me, metas en esto, tú, tu, tu, e, e, e, empezaste —respondió mientras se sentaba a terminar su almuerzo.

—Cris, apreciaría que me ayudaras un poco con Patty, tú sabes que no le agradas mucho y ella amaría que deje de estar con ustedes, ya llevamos más de un año y no quiero arruinarlo.

—Hay hermano....como soportas.... Trescientos sesenta y cinco días con la misma mujer ¿Seguro no se los has pegado?

—Esa es tu forma Cris, no la mía.

—Por eso he experimentado y vivido más que tú y he gozado más, no sabes de lo que te pierdes, además, no confíes en ningunas mujer, estoy cansado de decírtelo, que sabes tú si ella ya...

Gregorio detuvo el tenedor que hace un rato revolvía entre el brócoli, y giro la mirada hacia Cristian.

—Está bien, está bien... me callaré...

Patricia regresó después de un rato, se había cambiado la blusa por el polo de deportes que guardaba en su casillero.

—¿Todo bien amor? —preguntó Gregorio a su novia.

—Sí, todo bien —dijo acercándose a él y dándole un beso en la boca, luego añadió—. Hablé con la maestra Henríquez hace un momento, me pidió que te llevara al salón de profesores después de almorzar, dijo que tiene una información importante para ti ¿Qué crees que sea?

—No lo sé, espero no haberme metido en problemas...

Después del almuerzo, Cristian entró a la clase de química. Minutos más tarden, vio a Gregorio entrar con una alegría desbordante, al parecer tenía buenas noticias.

Luego de que Gregorio casi aventara sus pertenencias en el puesto número dos de la segunda fila al lado de su compañero de laboratorio, se dirigió hacia Cristian casi trotando, quien se encontraba sentado en la fila número cinco en la última mesa, al lado de los grandes ventanales cuadrados por donde se veía el campus completo de la secundaria.

—¡Hey! ¿Por qué tanta emoción colega?

—¡Me darán una beca para estudiar en el extranjero! quieren que vaya a una entrevista cuando termine el semestre. La maestra Henríquez me recomendó —dijo sin poder contener su sonrisa destellante y sin aliento.

—Eso es... es estupendo de verdad, te mereces eso. —le felicitó.

Gregorio se quedó mirando por un momento a Cristian quien le había dado la espalda para ponerse la bata de laboratorio; aunque pensó varias veces si hablarle del tema o no, al fin decidió aventurarse a enfrentar a su amigo acerca de aquello, aunque estaba seguro que al final se arrepentiría.




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