Tú eres la próxima

CAPITULO VIII

Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¡Sólo los tontos pelean contra mí!

Hechos: 9-4,5.

***

El brazo de Cristian presionaba con fuerza el cuello de Daniel quien se retorcía en el piso perdiendo el aliento. Ana Elizabeth estaba estupefacta ante tal acción, inmóvil, trataba de decirle a Cristian que se detuviera pero no conseguía hacer salir su voz. Estaba Nerviosa.

Ella se aferró al brazo de Cristian y se arrodilló a su lado.

Cristian miró a Ana Elizabeth, estaba Perturbada y con los ojos llenos de lagrimas, entonces, él retiró el brazo del cuello de Daniel quien viéndose liberado, puso las manos en su cuello, sintiendo la sensación de una soga invisible que aún le ahogaba, respiraba forzada y rápidamente tratando de recobrar el aliento.

Cristian se levantó del suelo, tomó su bolsa escolar y se fue a su clase.

—¡Daniel! ¿Estás bien? —preguntó aún nerviosa, a su pobre amigo mientras le pasaba sus gafas, luego le ayudó a levantarse.

—Sí, gracias a ti. Cualquiera hubiera intentado pararlo, incluso Gregorio trató de ayudarme una vez y a penas lo logró, pero tú lo detuviste sin siquiera una palabra ¡eres increíble!

—Bueno... le estoy pidiendo incansablemente a Dios que me ayude a ser un medio para hacerlo cambiar.

—¿Cambiar? Ese tipo es un ateo, no oraría por él, es un caso perdido.

—No digas eso Daniel, sé que la has pasado mal, pero, es nuestra responsabilidad orar por los que no tienen el tipo de relación que tenemos con Dios, aunque no lo creas, Cristian no es ateo, solo siente odio, él una vez creyó; tiene algo de resentimiento y desilusión, es todo.

—Anelís —Así le decía Daniel—. No solo la he pasado mal ¿sabes? Él me ha hecho reconsiderar el dejar de predicar, con sus abusos y su bullyn, por él soy el blanco perfecto de acoso en esta secundaria y todo lo empezó ese violento mujeriego; deberías tener cuidado con él.

Ana Elizabeth había iniciado sus clases en la secundaria. Daniel y ella se habían hecho muy amigos desde la primera vez que ella le vio repartiendo los pequeños papeles con frases bíblicas que el mismo hacía. Ellos compartían una misma fe, y Ana Elizabeth, admiraba la pasión de él por compartir el evangelio.

Esa mañana Cristian los pudo divisar desde la entrada, Ana Elizabeth se miraba hermosa y simpática, mientras ayudaba a Daniel a repartir las palabras bíblicas y eso incluso, había aumentado el número de estudiantes que recibían los tratados. En ese momento algo se apodero de Cristian, así que no dudó en aproximarse a ellos y agredir a Daniel.

***

—Como todos saben, o al menos la mayoría, se estará celebrando el festival de otoño la próxima semana; en el mural de actividades tendremos la hoja de inscripción para los que deseen participar, los interesados tendrán puntos extras. Así que, los motivo a apuntarse y colaborar con la escuela en este evento. La clase ha terminado —concluyó la Maestra Henríquez, encargada de los de último año.

—Bros, vamos a apuntarnos en esto —sugirió Cristian.

—¿Qué? ¿Qui, qui, quieres pu, pu, puntos extras hermano? Sa, sa, sabes que estamos muy ocupados con los ensayos pa, pa, para la competencia, dejémosle eso a lo, lo, los novatos —insistió Máximo.

—Sí, es cierto Cristian —corroboró Gregorio —No tenemos tiempo.

—Precisamente, chicos. ¿Recuerdan? Los votos de la competencia los da la audiencia On line, puede ser una buena forma de promocionar nuestra participación y recibir el apoyo de los estudiantes, ya hace un buen tiempo que no tocamos por aquí. Necesitamos calentar a nuestro público.

—Bien, pensándolo bien, parece buena idea. —reconsideró.

—Cool, va, va, vamos a eso. —Añadió Máximo.

Cristian y sus amigos se aproximaron al mural de actividades en el pasillo principal del primer piso. Para su sorpresa, al leer el listado de los participantes, Ana Elizabeth fue la primera en apuntarse y no estaba sola, se había inscrito con su nuevo e inseparable amigo Daniel. Cristian sentía una guerra emocional dentro de sí, que no podía explicar; por una parte tenía sed de venganza contra Ana Elizabeth y por otra parte sentía celos de Daniel.

Nancy vio a Cristian entrar a la cafetería y se despidió de sus amigas de inmediato. Sin dudarlo, tomó su bandeja y se dirigió a él, pero frenó de golpe al verlo acercarse a una chica que leía en una de las mesas cerca de la entrada. Irritada regresó a la mesa.

—¿Qué pasa Nancy? ¿No ibas a comer con Cris? —preguntó una de sus amigas.

—¿Quién es esa estúpida de allá? —dijo señalando a Cristian y a la chica.

—Elizabeth, la hermana de Gregorio, escuché que de niños Cris y ella eran los mejores amigos —respondió otra de sus amigas.

—Eso está mejor, seguro es uno de sus tantos juguetitos, pensé que esa era una chica llamada Ana —dijo ocupando nuevamente su asiento.




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