Tú eres la próxima

CAPITULO XIII

"Un motivo para vivir es más importante que cientos de motivos para morir"

(Anónimo)

***

Cristian llegó al salón cuando aún estaba vacío. Estar en cualquier otro lugar se había convertido en una tortura en esa escuela, la banda estaba prácticamente desintegrada, se había peleado con sus amigos, se había convertido en el más despreciado en ese lugar y aún Ana Elizabeth quien solía perseguirle para predicarle y establecer una amistad, le estaba evadiendo.

Solo le quedaba seguir asistiendo a ese estúpido Club, integrado por los perdedores de la escuela, aunque ese era el motivo por el cual le hacía sentir cómodo ese lugar. Ellos eran como él.

Después de unos solitarios minutos en ese lugar Ana Elizabeth entró y para su sorpresa Daniel no estaba con ella.

—Hola —le saludó, luego se aproximó a las ventanas para abrirlas y dejar entrar el aire fresco—. ¿No trajiste la guitarra? —le preguntó del otro lado de la habitación.

—¿Debía traerla? —preguntó incrédulo.

—Esta muy distraído Señor Martínez, ayer te dije que tú y otros chicos iban a enseñar música los martes, pero está bien... hoy puedes dar alguna clase de algun teoría que te sepas o algo.

—No recuerdo haber accedido a eso, ¿Estás segura que me lo habías mencionado? —Ana Elizabeth volteó a verle con el ceño fruncido y luego regresó la mirada hacia la ventana.

Los dos quedaron en silencio por unos segundos mientras Cristian le miraba tratando de alcanzar la parte superior de las cortinas.

—¿Dónde dejaste a ese amiguito tuyo? —preguntó con sarcasmo.

—Está con Gregorio ayudándole en algo —dijo regresando al escritorio.

—Oh, vaya, No puedo negar que Daniel tiene talento, primero me roba a mi chica y luego a mi mejor amigo...es un...

—Creo que estas muy equivocado —le interrumpió—. En primer lugar no soy tu chica y en segundo lugar, el único que ha alejado a sus amigos de su alrededor eres tú, según dices, deje de ser tu mejor amiga hace mucho tiempo, desde el principio estaba dispuesta a ser tu amiga, pero me rechazaste y más que eso te aprovechaste de mi queriendo egoístamente obtener algo que no te pertenecía —dijo cruzándose de brazos con una expresión algo enojada.

—Perdón...es solo que...no podía controlarme —lamentó cabizbajo.

Ana Elizabeth caminó hacia donde él estaba y se sentó a su lado.

—Cristian, que una chica sea linda no significa que sea fácil o que este a tu alcance, no somos objetos. Aunque no quieras creerlo nosotras también tenemos sentimientos y sentimos miedo de ser lastimadas, todos cometemos errores, talvez muchos te han fallado pero tú también lo has hecho.

—Si... Maggie me enseño eso...tortuosamente —dijo frotándose la frente ligeramente con los dedos.

Ana Elizabeth lo miró guardando silencio por unos segundos.

—Si estás dispuesto a respetarme... —dijo colocando su mano sobre la de él —, y a dejar de lado tu egoísmo y resentimiento, puedo estar ahí cuando me necesites, y sé que me necesitas. —Cristian levantó la mirada y sintió unas ganas inmensas de besarla, realmente parecía perfecta...para él.

En ese momento entraron Gregorio y Daniel quienes cargaban un piano, y un amplificador.

Cuando Gregorio les vio, dejó en el suelo lo que cargaba y se aproximó a Cristian rápidamente.

Cristian se levantó de su asiento —Greg... Amigo... solo hablaban... —Gregorio le interrumpió con un abrazo.

—Discúlpame por culparte hermano, Ana Elizabeth me contó lo que realmente pasó hace unos días, por las cosas que han pasado, ciegamente le creí a la estúpida de Nancy.

—Eres un Dramático Gregorio De la Cruz —dijo respondiendo al abrazo algo compungido; tener a alguien de su lado era lo que más necesitaba—. Pensé que venias a darme una paliza, ¿Estamos bien? —dijo mostrándole el puño.

—Estamos bien —respondió como de costumbre.

***

Era miércoles después de clases, Ana Elizabeth se veía un poco decaída; de los diez estudiantes que solían asistir solo se presentaron cinco, para su sorpresa uno de esos cinco era Cristian.

Entre los otros tres estaba una chica de aspecto gótico llamada Rosy, quien siempre llevaba un abrigo negro sin importar el clima sobre su uniforme, llevaba un delineador negro alrededor de sus ojos que resaltaba el color oscuro de ellos, y llevaba el pelo cortó hasta la nuca.

Luego estaba un chico llamado Ronny, quien siempre se sentaba en una esquina de la habitación a dormir, y por último y sentada en la primera fila estaba Susana, una chica regordeta quien siempre miraba atenta a todo lo que Ana Elizabeth decía o hacía.

—Gracias por venir chicos —dijo Ana Elizabeth dirigiéndose a la sala—. Sé que para muchos esto debe ser aburrido, talvez para la mayoría de ustedes lo es. Que le hablen de Religión y del infierno es tan tedioso como agotador... pero yo no quiero hablarles de nada de eso.




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