Tú eres la próxima

CAPITULO XVI

"Porque la paga del pecado es muerte..."

Romanos: 6-23

 

Estaba viendo la tv en casa con papá y mamá en el cuarto de ellos, cuando escuché el tono de mensaje de mi teléfono, era Cristian.

Cris dice: Necesito que vengas a Casa ahora.

Eli dice: ¿No fuiste al juego?

Eli dice: ¿Está todo bien?

Eli dice: ¡Cristian!

Cristian no respondió más mis mensajes. Entonces me asusté, pensé que algo malo había pasado. Me pareció un poco extraño, Gregorio y los demás chicos del cole, habían acordado jugar un partido y mi hermano aún no llegaba.

Salí de casa y caminé hacia la de mi amigo. Cuando toqué la puerta, el padre de Cristian me abrió.

—Hola, buenas Tardes Señor Martínez ¿Esta Cristian?

—Hola... ¿Elizabeth Verdad? —dijo con una sonrisa.

—Sí, señor le devolví la sonrisa.

—Entra, Cristian está arriba —Me dijo.

Entre a la casa y subí las escaleras. Toqué varias veces la puerta de la habitación de Cristian pero nadie respondió. De repente me sentí nerviosa y me iba a regresar, fue como un presentimiento de que algo malo podría pasar; cuando volteé, el padre de Cristian abrió la puerta y me empujó dentro de la habitación, caí de rodillas en la alfombra frente a la cama. El padre de Cristian cerró la puerta y se dirigió hacia mí.

El Señor. Martínez me tomó del brazo, yo... Estaba muy asustada, solo temblaba.

—Buena chica, esto será sencillo —La mirada del papá de Cristian me daba miedo.

Me subió sobre la cama y acariciaba mi cabello, me llene de pánico pero no podía llorar, no podía ni hablar, y no sabía por qué, solo gemía un poco debido al espanto.

¡Cállate! Ya verás que te va a gustar, luego tendré que...deshacerme de ti o todos se enteraran...así qué disfrútalo, aunque sea la última cosa que hagas—me gritó y cubrió mi boca. solo sentir su mano sobre mis labios me dió nauseas.

<<Dios ayúdame, Diosito ayúdame, ayúdame por favor>>. Repetí en mi mente una y otra vez.

El Señor Martínez trataba de bajarse el pantalón. Luego de besarme varias partes de mi cara, comenzó a hacerme daño, dolió tanto...

Repentinamente la madre de Cristian entro a la habitación.

¡Noooooooooooooo! —exclamó a  voz en cuello.

La Sra. Martínez tomó la lámpara de mesa de Cristian y comenzó a golpearlo en la cabeza, él cayó al suelo.

—¡Coooorre! ¡Sal de aquí! Me grito mientras forcejeaba con su esposo.

Al principio sentía como si no pudiera moverme, cuando logré conseguir levantarme de allí, salí corriendo de la habitación, todavía temblaba, bajé las escaleras con rapidez pero atontada, al llegar abajo, sentí mis piernas sin fuerzas y luego me sentí mareada, y caí al suelo.
 

—Esa es la verdadera realidad de lo que paso el día que tu padre te abandono Cris. Esta es una terapia escritura (T-E), que mi psicóloga me indicó, dijo que me permitiría contextualizar, como una forma de sacar de mi mente las experiencias traumáticas que había tenido para tratar el mutismo selectivo.

—No.....No..... ¡Mientes! —Cristian puso las manos en su cabeza, mirando hacia todos lados, deshorientado.

—Cristian... tu madre nunca engaño a tu padre...tu padre... era un violador de niñas, Cris.

—Detente Eli, no sigas con esto.

—Cris, no eres la única víctima, tu madre merece tu perdón, pero más que eso merece tus disculpas y tu respeto.

—¿Por qué? ¿Por qué nadie... ¿Por qué no me dijiste esto antes? ¿Por qué mi madre nunca me lo dijo?

—Cris, teníamos diez años, ¿cómo tu madre iba a decirte que tu padre... hacia esas cosas? ¿No crees que serías peor de lo que eres ahora?

—No te creo... no... Esto, esto no es verdad. ¿Entonces quién era el hombre que fue a mi casa ese día? —dijo estrujando su cara com fuerza.

—Es el detective que tu madre contactó para que investigara a tu padre, debido a que ella ya sospechaba la situación.

Ana arrancó un papel de la parte trasera del diario —Este es el número del investigador, tuve que testificar así que nos mantuvimos en contacto, el proceso fue algo largo así que conserve el número. Él te puede decir donde está tu padre.

Cristian rio. Ana Elizabeth intentó acercarse al verle alterado.

—Cris... —Ella extendió la mano para tocarle y él la detuvo.

—Esto tiene que ser una broma, que estupideces son estas, no ¡es que no es cierto! —decía mientras reía como en un ataque de histeria, de sus ojos salían grandes gotas de lágrimas inundándole todo el rostro.




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