Tú eres la próxima

EPILOGO

 

Estaba frente al altar al lado de Gregorio. Mi madre me tiraba miraditas desde la primera fila, orgullosa de tener un hijo tan bien parecido. Jamás imaginé ser parte de una ceremonia de boda, antes, me parecía no más que una pérdida de tiempo, un desperdicio invertir en un acto que terminaría meses o años después en separación o en constantes peleas, pero esta vez era diferente, ya que los novios habían decidido entregar su relación a Dios.

La Ceremonia había iniciado. Primero entraron los niños que tímidos y juguetones traían los anillos y esparcían flores por todo el pasillo, luego entraron las damas de honor con su vestido amarillo de encajes que sostenían flores del mismo color, y al fin entro ella, las más hermosa en el lugar, la más deslumbrante en mis ojos, su vestido Gris con perlas le hacía lucir como la dama solitaria más preciosa, su pelo estaba recogido y su sonrisa era destellante, mi Ángel caminó con toda la gracia que le caracterizaba hasta el final del trayecto y luego se posiciono junto a las demás damas de honor.

El cambio de música hizo que todos los invitados se levantaran y unos segundos después, al compás de la melodía, la novia entró con un bello vestido blanco, Gregorio al verla no pudo contener las lágrimas, estaba nervioso y emocionado, Patricia estaba hermosa no lo podía negar, al verlos tomarse de las manos frente al Pastor mientras intercambiaban anillos, recordé todas las veces que incite a Gregorio de engañarla y de terminar esa relación y me sentí avergonzado, realmente admiré la persistencia de Greg al quedarse con una sola mujer por tantos años, apenas íbamos a mitad de nuestras carrera y ya había tomado ese paso tan importante.

Luego de la ceremonia, nos dirigimos al club donde se celebraría la recepción. Como lamenté que mi novia tuviera que irse junto con la demás chicas en el vehículo de bodas para tomarse fotos al llegar, no podía esperar el momento de oler su perfume, ver de cerca su sonrisa y el brillo de sus hermosos ojos cafés, escuchar su dulce voz en mi oído y su risa, más que nada estrecharla entre mis brazos.

— ¿Cómo estás?

Escuche la voz de Daniel a mi lado.

— Hey, viniste.

— sí, el examen se canceló al fin y al cabo.

— ¿Donde esta Anelis?

Señalé un grupo de chicas en el fondo del salón junto al arco de flores donde estaba el área de las fotos. Luego de unos minutos en silencio le hice una pregunta directa.

— ¿Todavía la quieres?

— Claro que la quiero, nunca voy a encontrar otra Anelis.

— Seguro que no — dije orgulloso

— Pero si se algo — dijo acomodándose los lentes — ella siempre fue tuya.

— Ella me escogió y no sé porque — añadí

— Yo tampoco

Reímos.

El maestresala anunció que nuestra banda tocaría una canción.

—Vamos amigo, nos llaman — le dije a Daniel.

Daniel se incorporó en la banda un año después que Eli y yo empezáramos a salir, junto a él y Greg había creado una banda de alabanza luego de que Gregorio se decidiera a servir a Jesús, al principio Daniel nos evadía, incluso dejo de asistir al club que habíamos mantenido en ejecución después de la graduación, la dirección estaba tan satisfecha con el resultado que el club tuvo en tan solo unos meses que nos solicitaron mantener las actividades activas. Aunque luego que empezáramos la universidad, la reuniones eran menos frecuentes, teníamos la oportunidad de impartir la palabra de Dios y ayudábamos a muchos de los chicos que por alguna razón u otra pasaban por tiempos difíciles. Luego de un tiempo Daniel lo superó y pudimos mantener esta extraña pero agradable amistad.

Wao...que cruel era ella, se la había pasado de un lugar a otro asistiendo y ayudando en lo que fuese necesario mientras yo era torturado por su ausencia. Así me tenía... loco por ella, al verla acercarse a su hermano y su cuñada, deje mi orgullo a un lado y me dirigí hacia ellos.

— Elizabeth, creo que te vienen a buscar — dijo Patricia para que yo la escuchara.

— Hola chicos, felicidades — dije a los novios sin mirar a mi hermosa novia, ignorándola un poco.

— Cris, no me digas que estas molesto con mi hermana. Dime nena, que le hiciste ahora ¿he?

Ella se rio y volteo a verme. Luego se puso en puntillas a pesar de sus tacones y me dio un beso en la mejilla.

— Hola hermoso. ¿Estás enojado conmigo? es que he estado muy ocupada ¿no es así Patty?

Su dulzura desvaneció mis quejas pero intenté aparentar enojado para divertirme un poco.

—A si es Cris, déjala en paz, que hubiera muerto de no ser por su ayuda. — le defendió Patricia.

— Tanto como para no mandarme ni un mensaje? — objeté

— Amor... pero si te di los buenos días — me dijo con puchero

Ella sabía cómo me derretía que se pusiera tan encantadora.

— Hey, no hagas eso.

— Que no haga que — dijo aun haciendo puchero nuevamente.




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