“Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales”
Efesios: 6-12
Nadie estaba más feliz que Cristian de empacar sus maletas para salir de la villa embrujada, seguro que cuando regresaran todo sería igual que antes, la típica rutina de ajetreo diario y esos pequeños pero dulces encuentros entre Ana Elizabeth y él. No deseaba nada más.
Cristian dejó el maletero abierto después de meter sus cosas en espera de que Ana Elizabeth bajara con su equipaje, sin embargo Daniel y Gregorio venían en dirección hacia él.
—No esperes a mi hermanita—dijo Gregorio. Cristian se preguntó si Ana Elizabeth seguía enojada. —mi hermosa esposa acaba de secuestrarla en el auto de sus padres para ir de compras inmediatamente lleguen a la ciudad. Ya sabes, Mujeres…
Al escuchar la razón Critian se relajó, ya no quería que las cosas fueran peor.
—Nosotros también deberíamos seguir la rumba ¿no lo creen? —sugirió Daniel haciendo un pequeño baile con las manos hacia arriba.
Gregorio y Cristian se miraron y dijeron al unísono —Nah…
—Estoy cansado — Gregorio entró al asiento del copiloto
—Tengo tarea que hacer — Cristian se montó en el asiento del conductor.
—Cristian ¡La tarea es la peor excusa! —se quejó Daniel mientras abría la puerta trasera.
—¿De qué hablas? Tú también tienes exámenes ¿recuerdas? Si no hubiera sido porque a los de tu área le cambiaron las fechas estarías igual de preocupado que yo —le regañó Cristian. Luego se puso el cinturón y encendió el auto.
—Cierto… —dijo Daniel frotando su nariz.
—No te preocupes Daniel, tendremos una salida de compadres antes de que regrese a la universidad y a mi nueva vida de casado, lo prometo —Gregorio inclinó hacia atrás el asiento del copiloto para recostarse.
—¿Soy yo o estás preocupado? —especuló Daniel —¿Te asusta la vida de casado, Greg?
— ¿Tú qué crees? —lo miró de soslayo..
—Hablando de eso… —Cristian se incluyó en la conversación. —Necesito su ayuda.
—¿Estás hablando, de lo que creo que estás hablando? —preguntó Gregorio en clave.
Le sorprendía un poco que Cristian hablara frente a Daniel al respecto. Aunque Daniel fue su compañero de secundario y parte del comité del club de los rescatados, Cristian y él nunca fueron lo suficientemente cercanos.
—Si. Mi propuesta a Eli —confirmó. Dio una vuelta a la izquierda y luego a la derecha para encontrar la carretera. Debido a que era domingo había escasos vehículos en la zona.
—¿Te le vas a proponer? —preguntó Daniel sorprendido — ¡Ya era hora!
A Cristian le asombró bastante la reacción de Daniel. Pensaba que se tornaría titubeante y ansioso, en cambio le estaba animando. Tal vez todas sus especulaciones eran equivocadas.
—Hay que hacer algo memorable. ¿Tienes alguna idea? —Gregorio sacó su teléfono y googleó propuestas matrimoniales.
—Si tuviera alguna idea no estaría tan desesperado rogándonos que le socorramos —dijo Daniel contestando a Gregorio luego se dirigió a Cristian —, Anelís y tú se conocen desde niños, seguro han de tener lugares memorables. Utiliza uno de esos espacios para que sea especial para ambos.
—¡Buena idea Daniel! Cris ¿Qué lugares recuerdas que sean especiales para ustedes? —preguntó Gregorio aún haciendo su investigación exhaustiva en internet.
—Mm… —El primer lugar que se le ocurrió fue el desván de la casa de los De la Cruz, el primer lugar que Ana Elizabeth y él visitaron juntos y cuando su corazón de niño se enamoró de ella. —El desván de tu casa es uno de esos lugares.
—¿Eh? ¿El desván? —Gregorio lucía extrañado.
—¿Un sitio oscuro y sucio, plagado de telarañas y cucarachas? ¿Ese tipo de desván? Me parece que no podría ser más romántico —se burló Daniel sarcástico.
—Es muy especial para nosotros. No tienes ni idea de como un lugar así, Eli lo podía convertir en un pedazo de cielo. Creo que si limpiamos un poco y lo decoramos se podría utilizar ¿Qué dices Greg?
—Es cierto, en realidad cuando vine de visita la navidad pasada, se limpió un poco mientras hacíamos espacio para almacenar algunas cosas, no sería tan difícil, y aquí veo algo que podríamos hacer —dijo mostrando una imagen en su celular a ambos.
—Me parece bien. —comentó Daniel —, Pero falta la parte conmovedora, como una introducción antes de entregar el anillo, o algo para aflojarle las lágrimas
—¡No quiero que Eli llore! —dijo Cristian mirando por el espejo retrovisor.
—Cristian, Cristian, Cristian… no sabes nada de romanticismo. —enunció Gregorio meneando la cabeza — Si las chicas lloran ya las tienes —dijo con seguridad cerrando su puño en el aire.
—¿Patricia lloró cuando le propusiste matrimonio? —le preguntó Cristian alternando su mirada entre Gregorio y el camino.