Tú eres la única

XV

 

“«El que ofrece sacrificio de acción de gracias me honra; y al que ordena bien su camino, le mostraré la salvación de Dios..»”

Salmo:50-23







 

                                  Cristian levantó la mano desde su mesa cuando Daniel llegó a Ablaze. El rubio sonrió y caminó directo a él. 

—¿Me estás hablando en serio? Espero que no sea una broma —dijo inmediatamente cuando llegó a Cristian.

Cristian rió —Al menos siéntate —le señaló la silla frente a él.

Daniel se sentó haciendo una mueca. —Si te soy sincero ya había desechado el proyecto por completo, mi equipo de audiovisuales ya estaba trabajando en el plan B. Estabas muy renuente, ¿Qué te hizo cambiar? —alzó una ceja.

—Quiero ayudar a la gente. Y quiero hacerlo por medio de Jesús. La única manera que conozco y lo puedo hacer es hablando de cómo él me ayudó. Me di cuenta que hay mucha gente que vive una vida similar a la que yo viví e incluso peor. No puedo quedarme de brazos cruzados por miedo o egoísmo, quiero decirle a todos ellos que  hay alguien que da segundas oportunidades.

Daniel apoyó la espalda de la silla —No te ofendas, pero de verdad que es raro escucharlo de ti. Pensé que no te importaba, es más, pensé que te importaba demasiado lo que otros pudieran pensar de ti.

Cristian tomó su taza de cafe negro  y le dio un sorbo —Es cierto, así era. Pero a los que pueda ayudar son más importantes que los que me puedan señalar o criticar. Aún me aterra invocar, por así decirlo, mis demonios pasados, pero… —se encogió de hombros con desinterés—tengo a Jesús. Y debo exaltarlo, es lo menos que puedo hacer por todo lo que ha hecho por mi.

Una joven que usaba un polo anaranjado con el nombre de la cafetería se acercó a los dos—Cristian, ¿Tu amigo no quiere nada?

Daniel miró a la chica—También deberías saber mi nombre ¿No? Igual soy un cliente recurrente aquí

La chica torció los labios y  rodó los ojos ante el comentario de Daniel.

—Pide lo que quieras, yo pago. —Cristian se ofreció— Y a mí tráeme otro café por favor. Gracias.

Daniel sacudió la mano en negación al ofrecimiento— No quiero nada, gracias —miró a la joven. La chica se retiró después de anotar el pedido de Cristian y tomar su taza vacía, mirando con irritación al cliente de anteojos.

Daniel entrelazó sus dedos sobre la mesa —¿Sabes? Estaba muy molesto con tu relación con Anelis.

—Lo sé.

—No te equivoques, no eran celos. A la larga he aprendido a quererla como una hermana y es una buena compañera de servicio a Dios. Lo que te dije en la boda era solo para molestarte, sé lo celoso que eres. Se te nota a leguas.

 Cristian le dio una mordida a un pequeño pastelito que había pedido mientras escuchaba a Daniel. Le costaba creer lo que decía.

—¿Y entonces?

—No pensé que fueras el indicado. Todo el tiempo te comportabas como un idiota. Presencié tu conversión pero a veces dudaba de que hubiera sucedido.Tu mundo giraba en torno a…

—Eli. 

—Si —Daniel asintió— giraba en torno a ella y al mismo tiempo la ignoraba.

Cristian abrazó la taza vacía frente a él con sus dedos y la miró fijamente—Creo que necesitaba que ella se alejara de mí para que me diera cuenta de que la estaba endiosando. Aunque es difícil no endiosar a un ser tan perfecto como ella —sonrió con resignación.

—Eso debe ser…  ¡agobiante! —Daniel suspiró.

—¿A qué te refieres? —Cristian levantó la mirada.

—Me refiero a que debe ser agobiante que te “endiosen”. Tú la conoces más que yo pero ella parecía incómoda cada vez que la llamabas “mi angel”. Los demás ven lo que quieren ver de las personas, pero uno siempre está consciente de sí mismo, de sus defectos más que nada. Debe ser difícil saber que no eres perfecto y tener que soportar las altas expectativas sobre ti de los demás —Cristian nunca lo vió de ese modo, pero tenía sentido. —No me malinterpretes —levantó las palmas abiertas—, no te estoy culpando por nada, solo Dios sabe por qué desapareció. No fue propio de ella, pero un cristiano no debe fijar su mirada en ningún ser humano, nuestra mirada debe estar completamente enfocada en Jesúcristo. Quién fue el único ser humano perfecto que ha existido. 

—Y acabo de darme cuenta —Cristian añadió con media sonrisa.

La joven de antes regresó con una bandeja y una taza humeante para Cristian. Lo puso en la mesa y se retiró sin decir nada mirando a Daniel de reojo. Aún parecía incómoda por la situación anterior.

Cristian la vio irse y rió por lo bajo—Daniel, no soy quien para darte consejos de relaciones

—Y no las necesito 

—Pero… Creo que no deberías ser tan crudo con las chicas. Eres demasiado franco con todos. 

—Oye, ¿te estás aprovechando porque te estoy diciendo un par de verdades, no?

Cristian rió y levantó la taza de café caliente —Hablemos de la película.

 




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