Tú eres la única

XXIV

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“«Romanos: 1-16: No me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios»..”







 

                        Con los ojos puestos en la biblia, Cristian analizaba detenidamente unos versos en la biblia que le estaban inspirando a escribir una canción. Después de su clase de reforzamiento se había trasladado a la  biblioteca para leer un poco, había estado tan ocupado últimamente que a veces no cumplía con su itinerario diario de búsqueda espiritual, pero mientras había disposición en el corazón no había momento inoportuno para ello. 

Mientras transcribió algunos versos en una libreta pequeña escuchó unos pasos de tacones que se acercaban.

—¿Está ocupado? 

Levantó la vista y una chica delgada, con ojos grandes y cabello negro peinado en un comedeja, estaba de pie delante señalando la silla frente a él. 

—No está ocupado, puedes sentarte —correspondió. Desde hacía un tiempo había planificado lo que haría cuando se le volvieran a presentar este tipo de situaciones.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó mientras la chica acomodaba su bolsa escolar al lado suyo sobre la mesa.

—Sabrina —contestó coqueta colocando un mechón de su largo cabello detrás de su oreja y apoyando el rostro  de su mano para contemplar el bello rostro delante de ella— ¿Y el tuyo?

—Cristian. Pero a parte de mí quiero presentarte a alguien más

La chica mordió su labio inferior y ladeó la cabeza —Me conformo contigo — sus ojos lo comenzaron a ver con seducción.

Cristian deslizó la biblia a un lado —Se trata de Jesús. El hijo de Dios ¿Lo conoces?

La religiosa pregunta  tan repentina descolocó a la chica, levantó la cabeza de su mano mirándolo con confusión —¿Eh?

—Jesús —Repitió —El hijo de Dios. El que murió por ti porque te ama más que cualquier hombre o persona lo haría en este mundo. El único camino a Dios y al cielo. ¿Quieres conocerlo?

La chica se quedó inmovil por unos segundos, pestañeó. Tomó su móvil al lado de su bolsa escolar y miró la hora —Oye, olvide que tenía algo que hacer, lo hablamos luego ¿Si? —dijo y salió de la biblioteca tan rápido como se había sentado en la silla.

Cristian suspiró. Siempre se había preguntado por qué Dios le había permitido verse en una forma que atrajera al sexo femenino si solo podía serle fiel a una sola mujer. Entonces entendió que así como, por la misma razón por la que Shannon se había acercado a él y luego él había sido el instrumento para que ella fuera evangelizada, así podría seguir usando esas herramientas, Dios le da a todos herramientas diferentes para que trabajen en su obra y aunque pareciera pretencioso decirlo su cara era una de ellas, un instrumento que él había utilizado para sus presas, lo iba a utilizar para atraer almas hacia Cristo.

Deslizando nuevamente la biblia hacía él, volvió a concentrarse en la lectura hasta que escuchó nuevamente como alguien más se acercaba. Sonrió. Otra oportunidad para evangelizar.

—¿No te da vergüenza leer la biblia en público? ¿Haciéndote ver como un devoto religioso?

Al escuchar la voz y la frase Cristian esbozó una media sonrisa. Y contestó

Carta a los Romanos: 1-16: No me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación de todo el que creen, 1ra carta a los Corintios: 1-18: El mensaje de la cruz parece una tontería para aquellos que están perdidos; pero para los que estamos siendo salvados es el poder de Dios. Así que... respondiendo a tu pregunta... No, No me avergüenzo —levantó el rostro y miró directamente esos conocidos ojos miel— en lo absoluto.

Ana Elizabeth sonrió y tomó asiento a su lado. 

—¿Cómo estás?

—Estoy bien. Gracias por todo.

—No hay de qué. Eso hacen los amigos, aunque no sé si lo somos ¿Ya lo decidiste?

Ana Elizabeth se apoyó de la mesa sobre sus antebrazos —Mmm… creo que estaría bien.

—De acuerdo amiga.

Ana Elizabeth sonrió pero por alguna razón esa frase le dio una punzada en el corazón.

—Hay algo de lo que debo hablarte 

—Te escucho

—Pues, no sé si Daniel ha tenido la oportunidad de decirtelo, creo que no. Pero decidí hacer la pelicula, que por cierto ya casi la grabación está terminada

—¿Enserio? Estabas muy renuente ¿Qué te hizo cambiar de parecer?

—Pues, tuve un encuentro personal con Dios. Y entendí que hacerlo era un acto de agradecimiento por su misericordia

—De acuerdo. Me alegro mucho por ti

—Gracias. Entonces, Daniel me ha insistido en que te pregunte si podemos añadir algunas escenas en la que entendemos que es esencial que aparezcas. Como por ejemplo dirigiendo el club o cuando yo me entero de que tipo de persona es mi padre. Claro que, emitiremos las partes donde se revelaría tu historia, Daniel no sabe nada de ello solo sabe que supe lo de mi padre por ti.

—De acuerdo —se encogió de hombros—Si necesitan hacerlo haganlo, pueden incluir mi personaje, aunque obviamente no sería protagonizado por mi.




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