Un año después
Ante la pregunta de una de sus alumnos Cristian se levantó de la silla y colocó sus manos cerca del estómago tomando aire —Cuanto más aire saquemos —comenzó a soltar el aire despacio—, más grave saldrá la nota porque al mismo tiempo hay más espacio para que la cuerda vibre y haya menos vibraciones, lo mismo que sucedería con una guitarra. Mientras menos aire saquemos, la nota será más aguda porque al no haber mucho espacio, la cuerda no vibra demasiado. De esta forma, cuando sacamos más aire, la nota será más grave, por el contrario, será más aguda cuando se saque menos aire ¿Entiendes Mary?
Mary asintió y detuvo la nota de grabación que estaba tomando mientras el maestro hablaba.
—¿Alguien más tiene una pregunta? Nos quedan dos minutos —levantó dos dedos.
— ¿Tiene novia? —Aunque solo Ruth preguntó muchas otras querían saber.
Cristian se rascó la escasa y bien definida barba en su mejilla derecha. —Ruth, eso no tiene que ver con la clase.
— Vamos maestro, díganos —insistió Keren sentada junto a Ruth.
Shannon apareció en el marco de la entrada del salón y dio dos toques a la puerta de vidrio abierta.
Cristian la vió y sonrió. —Bien chicos, se acabó la clase, nos vemos el próximo Miércoles.
Gestos de desilusión se escucharon entre las chicas que esperaban una respuesta de su apuesto maestro de música.
Uno de los chicos sentado en la primera fila llamado Riqui se le acercó —disculpe maestro, ¿me da su autógrafo? —levantó su libreta abierta con un bolígrafo dentro.
Cristian le sacudió el cabello al adolescente y tomó el cuaderno — ¡No soy una celebridad! —contestó mientras firmaba.
—¡Claro que sí! ¡Tiene miles de seguidores en las redes sociales! Ha estado en una película y en varios videoclips con cantantes famosos del país.
Cristian puso un dedo sobre sus labios y le devolvió el cuaderno a Riqui —Por favor no le digas a los otros chicos, la clase es nueva y no quiero que desde el principio se distraigan ¿De acuerdo?
Riqui asintió y salió con una sonrisa de oreja a oreja al ver la firma de Cristian plasmada en la hoja de su cuaderno.
Shannon se acercó a él abrazando una carpeta contra su pecho mientras él borraba las letras con el marcador azul escritas en la pizarra .
—¿Qué te pareció el nuevo grupo? ¿Prometedores?
—Y bastante curiosos
—¿Qué tiene de malo? Podrías haberles respondido si tenías novia o no. Celebridad. —dijo Shannon en tono chistoso.
Cristian levantó la comisura izquierda de sus labios y colocó el borrador en la parte inferior de la pizarra, guardó los marcadores en un estuche sin decir nada. Shannon se acercó y lo abrazó. —Disculpa, sé que día es hoy. ¿Irás al cementerio?
Cristian asintió y se separó —Solo a limpiar. Ya hace un año de ello, sé que ahí no quedan más que huesos —tomó su maletín de tela para laptop.
—De acuerdo. Te veo el domingo. ¿Sabes que papá es puntual cierto? No llegues tarde a la ceremonia. Las que llegan tarde son las novias. —le guiñó un ojo.
Cristian asintió. Tomó su bastón y caminó cojeando hasta el estacionamiento.
El trayecto al cementerio fue silencioso. No quiso encender la radio. Muchos pensamientos del año pasado le habían invadido por las fechas. Después de todo ello muchas cosas habían cambiado. Una detrás de la otra.
Al llegar al cementerio caminó por los senderos, y vió a lo lejos una familia llorando la pérdida reciente de un familiar. Todos vestidos de negro y blanco. El corazón se le agitó. Luego de una caminata de veinte minutos, Cristian llegó a la lápida. Colocando el balde con las herramientas en el suelo, se sentó en la tierra ayudado del bastón, tratando de extender su pierna izquierda sin que le incomodara.
Con una tijera que tomó del balde comenzó a cortar la maleza alrededor.
Aunque Cristian había escuchado los pasos acercándose detrás de él no se dio vuelta —¿Se dio cuenta señora Martinez? Le dije que sería fácil llegar, solo tenías que caminar recto y doblar a la derecha en la primera colina.
—Señora Martínez… ¡Se escucha lindo! —contestó Ana Elizabeth y se arrodilló para abrazarlo por la espalda.
—Pensé que no vendrías… Hoy era la última prueba del vestido.
—Si, pero tu madre me pidió que viniera por ella. Quería ir al mercado a comprar algunas cosas para la cena familiar con mis padres, y los abuelos que llegan esta noche.
Ana Elizabeth se levantó de la espalda de Cristian y tomó una escobilla del balde, se acercó a la lápida para sacudir la tierra y el polvo, la escobilla se paseó alrededor de las letras cinceladas en el cemento que decían:
CRISTOFER MARTÍNEZ
Cuando ya todo estaba limpio Cristian colocó un ramo de pequeñas flores blancas sobre la tumba, después de una caminata tranquila de regreso agarrados de manos llegaron al auto. Mientras Cristian conducía tomó la mano de Ana Elizabeth y le dio un beso en el dedo donde llevaba el anillo de compromiso. Mirando la sonrisa de Ana Elizabeth ante el gesto, Cristian analizaba que por esas fechas casi la perdía para siempre…